El alcalde de Cartagena dice que a un estudiante de bachillerato la filosofía no le sirve para nada. Y que a un bachiller pobre la filosofía no lo capacita para el juego de la vida. Habla de una educación más productiva (http://www.elheraldo.co/bolivar/de-que-le-sirve-un-muchacho-pobre-estudiar-filosofia-alcalde-de-cartagena-299951).
Productividad obediente, quizás, es lo que pide el mandatario. Una disposición de los bachilleres para aprender a hacer algo supuestamente útil que sea fabril, táctil, práctico. Que dé plata, en definitiva. Pero por sobre todo – debe seguirse suponiendo: el alcalde no es específico en su conceptualización de esa productividad sobre la que perora; a él también le faltó filosofía, se nota – que salgan del colegio sabiendo hacer algo y sin chistar. Si les mandan a arreglar un carro, por ejemplo, que lo hagan sin preguntarse para qué ni por qué tienen que hacerlo. Y ojalá sin cuestionarse por lo poco que les van a pagar una vez concluya esa labor tan eficaz.
Cuando se destierra a la filosofía de un programa de estudios, o se sugiere quitarla por aparentemente inservible, en el fondo se está haciendo un elogio de la mano de obra barata y de cierta laboriosidad muda que no reclama derechos, pues para lograr eso se necesita objetar, poner en cuestión, reflexionar. Y tales tareas, propias de la disciplina filosófica, son incómodas cuando lo que requieren los políticos y los empresarios es gente lista a alimentar sus mecanismos de producción, no a tratar de desenmascararlos.
A ese mandatario alguien debe decirle que en buena parte gracias al desarrollo de la filosofía occidental, y a sus aportes en el campo de las ciencias políticas, él está de alcalde. Porque a algunos pensadores antiguos se les ocurrió que la monarquía no era el modelo más justo; porque hace muchos siglos a ciertos individuos les pareció mejor concebir una colectividad más igualitaria y crearon la democracia, la que a él lo tiene en ese cargo que le da voz para ladrar sus diatribas contra la raíz primigenia del mismo oficio que desempeña.
Los ataques de este dirigente no son novedad. Y no vale la pena repasar aquí cómo la filosofía ha tenido contradictores desde su nacimiento. Y continuará teniéndolos porque sin ese tipo de agresiones, la filosofía y lo filosófico no hallaría razón de ser. A partir del mismo momento en que alguien pone en tela de juicio (adentro de la filosofía o afuera como el alcalde de marras) el papel del estudio del pensamiento en la vida cotidiana, el mismo pensamiento afila sus armas y muestra la necesidad de ser, además de la de tener o de hacer. Porque, se enseñe bien o con medianía, lo filosófico siempre permite formular las preguntas eternas, por qué estamos acá, qué sentido tiene lo que hacemos, y cuando se pide su destitución esa carencia está hablándonos de lo pobre que resulta simplemente producir y fabricar sin saber los motivos por los cuales se realizan esas actividades.
La filosofía está presente en cualquier movimiento humano, sea con perspectiva académica o ajena a las aulas. Inquietarse, indignarse o reclamar lo que es debido son actitudes filosóficas. Ahí seguirán, en medio de nuestra economía de mercado y de la postración financiera en la cual está sumido este país. Aunque no se estudien en un salón de clase no faltará un sepelio, una borrachera o una injusticia tras las que broten esas dudas que no solo nos convierten en personas aptas para la vida sino que dan testimonio del verdadero rostro de nuestra condición humana: la búsqueda, la insatisfacción.
Que al alcalde de Cartagena le regalen durante estas navidades ‘La consolación de la filosofía’ de Boecio. Harta falta le hace. Para que piense mejor lo que va diciendo en televisión sin saber de qué habla. Y, también, como un gran favor que nos haría a todos, para que se calle.
Publicado el: 22 Nov de 2016
Cuando cada persona encargada de defender la filosofía, nos tomemos en serio esas reflexiones, podremos decir que los demás están equivocados. Mientras tanto creo que debemos admitir que la filosofía en nuestros días no está sirviendo de mucho. Y si bien es importante preguntarse muchas problemáticas sociales cotidianas, pensar por pensar, no nos lleva a ningún lugar, es mejor apostar también por la práctica, y no quedarnos sólo en idealizar.
Opinan muy mal los que dicen que la filosofía no sirve en la educación de los jóvenes y niños. En Colombia a la juventud no se le enseña a pensar, a analizar, a emitir juicios críticos l a buscar verdades y errores mediante el razonamiento, por eso formamos es mentalidades serviles y obtusas. Los primeros matemáticos eran filósofos y a la inversa. Ahora no son ni lo uno ni lo otro. La educación esta en manos de mentes mediocres, de maestros sin criterio o con criterios fundamentalistas, alejados del cambio y de las transformaciones. Hay que darle un vuelco a la educacion!!!!