La identidad política

Se debe construir identidad a partir de lo más esencial, que es nuestra capacidad de síntesis para proyectarnos a través del tiempo, tomando como base principios y valores.

Opina - Política

2018-04-06

La identidad política

La política es una carrera de un profundo suspiro, de un largo aliento tal vez. Un expresidente norteamericano, Abrahán Lincoln, afirmaba: “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo… se puede engañar a algunos todo el tiempo… pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Y es cierto, para no dejar de decirlo en términos coloquiales, en menos de lo que canta un gallo las bases que conforman un liderazgo político falso se derrumban tan fácilmente como un castillo de naipes.

En cuanto a la declaración de principios, la política contemporánea aplica para el ejercicio de un liderazgo basado en la verdad. Y va mucho más allá: la identidad de quien la ejerce en la búsqueda por restituir la confianza y generar simpatías permanentes. Para alcanzar los objetivos políticos, no se debe renunciar a lo que uno es. Se debe construir identidad a partir de lo más esencial, que es nuestra capacidad de síntesis para proyectarnos a través del tiempo, tomando como base principios y valores.

¿Qué hace, entonces, que algunos políticos de nuestro entorno pierdan vigencia y terminen aborrecidos por su pueblo? La respuesta es sencilla: construyeron su identidad basada en la mentira, no se proyectaron para alcanzar metas de valor cuando justificaron de cualquier modo llegar al fin, entre otros aspectos quizás menos relevantes. Con base en esa realidad difusa, forjaron su identidad y se auto condenaron al fracaso.

La ruptura de esquemas, es el reto al que en ocasiones debe enfrentarse el político cuando pretende construir una identidad sólidamente definida. Esto, ante una concepción generalizada del marketing político, validado más por sus resultados inmediatistas que por el conocimiento supremo de lograr simpatizantes que se sientan bien representados y orgullosos de la figura del líder.

Cuando la forma de ejercer la política se hace con engaños y se llegan a conquistar batallas, entonces el mal político se suele creer el cuento y llega, incluso, a vanagloriarse por lo que cree es su “verdadera hazaña”. Aun cuando tiene a favor esa especie de blindaje social, donde el oprimido se acostumbra con la rutina de encontrar normal lo que realmente no es, esa falta de visión lo hará enfrentarse más adelante con una cruda realidad.

Expone Daniel Eskibel en su interesante artículo llamado ‘El político y su identidad más allá del Marketing’: “La leyenda negra del marketing político dice que los expertos en esta disciplina se ocupan de sustituir la identidad del político por un producto superficial de marketing. Muchos lo aplican, por cierto, pero también se puede concebir el marketing político de otra manera. En contacto con la identidad”.

En ese mismo artículo, Eskibel hace referencia a Steve Jobs y su memorable discurso el 12 de junio de 2005 en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford. Jobs contó allí 3 historias, la primera de las cuales es conocida como conectar los puntos. En esa parte del discurso repasa varios puntos de su recorrido vital: Madre soltera que lo da en adopción, padres adoptivos que lo envían a la universidad, abandono de la universidad por parte del confundido Steve, asistencia irregular a unas pocas clases que le parecían interesantes, entusiasmo por la caligrafía.

Mientras transitaba por esos puntos de su vida, aquel joven no percibía que esos puntos estuvieran conectados y tampoco imaginaba que lo condujeran hacia alguna parte. Pero 10 años después, mientras diseñaba la primera computadora Macintosh, ahí por fin todos los puntos se conectaron y todo tuvo sentido para él.

No pueden conectar los puntos mirando hacia el futuro -explica Steve Jobs a los flamantes graduados de la —Universidad de Stanford— Solamente pueden conectarlos mirando hacia el pasado. Por lo tanto, tienen que confiar en que los puntos de alguna manera se conectarán en su futuro.”

La expresión anterior pareciera estar en contraposición con la tesis planteada en este artículo; pero no es así. Jobs se está refiriendo a la posibilidad que tiene la persona de llegar a un estado donde se elabora su propia identidad, sintetizando implícitamente tres momentos: el pasado por nuestras decisiones, el presente por nuestras actuaciones, y el futuro por el entrelazamiento de cada momento en el que sucede algo relevante en nuestras vidas, bien sea malo o bueno. Al ser aplicado en el campo político, filtraremos todos aquellos aspectos de nuestras realidad que conlleven a un objetivo claro para evolucionar en el tiempo.

Esta enseñanza es aplicable no solo a la política, sino también a cualquier profesión que busque proyectar una imagen positiva y consistente, a partir de anteponer como principio rector la verdad. Se interpreta que la identidad política es una red de puntos (situaciones) que van construyendo un conjunto de significaciones, y deberá promoverse siempre en función a este principio, para que consiga su realización máxima.

Es ese el verdadero espíritu con el cual podemos impulsar nuestra identidad.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Larry Franco
De Necoclí Antioquia. Ingeniero de Sistemas y desarrollador freelance. Apasionado por escribir y leer.