La identidad humana

Soy cristiano, y no creo en el “Castrochavismo», ni en la “Ideología de género” y mucho menos que nos vamos a convertir en otra Venezuela.

- Sociedad

2018-05-19

La identidad humana

Para hablar de la identidad hay que decir necesariamente que está en debate. Es un conflicto y es precisamente el conflicto la principal característica de tan fundamental palabra.

Para problematizar la identidad voy acudir a las identidades que me acompañan como colombiano, habitante de Medellín y residente de la comuna 13 y de un barrio en específico.

Como colombiano tengo un gran conflicto en la identidad. Para algunas personas de afuera (extranjeros/as) como colombiano podré ser un vendedor o consumidor de drogas, por lo menos. Si les digo que vengo de una tierra llamada Medellín, podrán pensar en ese mismo instante y decir que lo más seguro es que pertenezca a un combo y que quizás pueda ser sicario, y si acto seguido asumo que vivo en la 13, darán por sentado que sí, soy un malandro. Cabe anotar que hasta aquí hemos llegado sin mencionar el barrio donde vivo, JUAN XXIII.

Otra faceta de mi identidad está acompañada ya no por el lugar donde habito, sino por mi subjetividad. Soy cristiano, con un pensamiento de izquierda, y me considero poco conservador.

Soy cristiano, y no creo en el “CASTROCHAVISMO”, ni en la “IDEOLOGÍA DE GÉNERO” y mucho menos que nos vamos a convertir en otra VENEZUELA. Creo en las reformas y las revoluciones paradójicamente, desde un pensamiento que no está asociado precisamente a este tipo de conceptos pero que, sin duda alguna, el pensamiento protestante encarnado en Lutero y Martin Luther King por ejemplo, ha podido significar grandes cambios en las sociedades y ha trascendido en la historia.

Además, me considero poco conservador porque no comparto la discriminación que se ha venido ejerciendo en Colombia hacia las personas con orientación sexual diversa, por parte de una excandidata cristiana principalmente, que pretendía traer un transformación “moral” y resultó aterrizando a una de las campañas con más cuestionamientos por los personajes que las dirigen y su forma de hacer política.

También soy mestizo, peli churrusco y bajito. Para problematizar mi identidad exterior e interior a la vez, voy a traer un ejemplo algo gracioso, pero que sin duda alguna habla de la identidad colombiana.

Cuando entré a la universidad, me encontré con todo tipo de conocimientos políticos; unos veían y sentían lo ajeno, lo occidental- europeo, como lo propio en detrimento de las costumbres, la creatividad y el conocimiento político aborigen y africano. Resulta contradictorio, pero los conflictos colombianos, particularmente y generalmente, le son ajenos al colombiano/a común;  preferiblemente se apropian de otro tipo de pensamientos y, en este orden de ideas, le es más familiar otro tipo de identidad, la extranjera.

Se aspira por parte de muchos colombianos/as a un “blanqueamiento” o “blancura” de su identidad y es en esta lógica que me doy cuenta al dejarme crecer el cabello que yo no era rubio, ni mucho menos tenía el cabello liso, resulté tener un cabello que no pertenecía a la identidad con la que me habían formado desde la escuela; me di cuenta que no hacía parte de la casta de blancos “conquistadores” —he ahí el trasfondo, del usted no sabe quién soy yo— del arribismo que nos consume y, que mucho menos, hacía parte de la casta de blancos criollos que sacaron a unos conquistadores de América para quedarse con el botín de las tierras y la vida. Son los mismos criollos que nos gobiernan desde la “independencia” bajo la libertad de la esclavitud.

Cuento esta anécdota y pensamientos para preguntar y preguntarme: ¿quién de los candidatos a la Presidencia tiene una identidad humana como yo? ¿quién conoce y habrá vivido alguna vez en un barrio popular donde tus amigos de toda la vida, por razones ajenas —la de las mafias— resultaron siendo enemigos a muerte? ¿será que a alguno de los candidatos le habrá tocado abrazar en un mismo día a dos personas de distintos combos? ¿quién de todos estos candidatos —no por conveniencia— podrá entender que soy cristiano, porque soy colombiano y que por lo tanto se me debe respetar en mi diferencia de pensamiento? ¿quién de los candidatos —porque todos son hombres—entenderá qué vive un mestizo de condiciones económicas que depende de la informalidad laboral como muchos otros colombianos/as?

Me pregunto ¿quién de estos candidatos a la Presidencia se reconocerá como colombiano y no como un blanco y mono y pelo liso como yo creía que era en mi subjetividad? ¿quién podrá tener una identidad humana que pueda entender las necesidades de un estudiante de universidad pública?

¿Será que algún día, mi hijo, que no ha nacido aún, podrá vivir en una Colombia humana? ¿será que puedo tener una identidad humana en Colombia? ¿será que los campesinos/as podrán vivir en una Colombia humana? ¿será que las personas con orientación sexual diversa podrán tener algún día una Colombia humana? ¿será que los afrocolombianos/as y los indígenas podrán vivir en una Colombia humana? ¿será que las víctimas del conflicto armado —más largo del mundo— tendrán algún día la oportunidad de vivir en una Colombia humana? ¿será que las mujeres vivirán algún día en una Colombia humana?

Estas serán preguntas necesarias antes de salir a votar el 27 de mayo.

 

 

Adenda: “La identidad totalmente unificada, completa, segura y coherente es una fantasía. Más bien, mientras se multiplican todos los sistemas de significación y representación cultural, somos confrontados por una multiplicidad desconcertante y efímera de posibles identidades, con cualquiera de las cuales nos podríamos identificar, al menos temporalmente” (Hall, Stuart; 2010).

 

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Julián Stiven Velásquez