Gracias a la decisión del Gobierno nacional de traer de nuevo la cátedra de historia al pensum de materias obligatorias en colegios del territorio colombiano, surge un debate que no puede ser llevado a la ligera ¿Será la catedra de historia la misma para todos los establecimientos educativos? Y sobre esa pregunta, ¿Qué papel cumplen los medios en esta nueva oportunidad que tienen los niños y jóvenes colombianos de aprender de su pasado?
Estos cuestionamientos se dan gracias a la posibilidad de usar los nuevos medios como parte del material de estudio de los temas de esta cátedra. Es importante que se ponga énfasis a la búsqueda de la imparcialidad y la diversidad. Puede ser motivo de preocupación, que las agendas ideológicas de los establecimientos educativos marquen pautas para los contenidos, así como la mala utilización de la idea de la “revisión histórica” para justificar lineamientos obtusos o limitados, negándose a acceder a la inmensa cantidad de puntos de vista que la propia historia nos da para su comprensión.
De allí que sea importante tratar, no solo el material escrito, sino también la cantidad de productos que la televisión o internet pueden brindar para hacer más enriquecedora esta nueva tendencia de recuperar nuestra memoria histórica como nación.
Desde las aulas de las facultades de historia se ha dado el debate de la importancia de clarificar ciertos hechos que han marcado nuestra sociedad y que han sido parte de productos audiovisuales, que han convertido hechos históricos en parodias de la realidad y su casi nula investigación han creado vacíos y tergiversaciones en los contenidos, los cuales han quedado como una “realidad” en las mentes de muchos jóvenes y adultos que no tienen como parte de su cotidianidad la lectura.
La absurda novela de “La Pola” o en casos más cercanos los ya conocidas “narco novelas” y más recientemente la infame representación del gran Jaime Garzón en manos de aquellos que más lo odiaron. Es hora de mirar hacia atrás en la propia historia de la televisión y rescatar las buenas maneras de hacer de los hechos históricos, relatos dignos de ser vistos y admirados por los colombianos.
En Colombia han existido valiosos intentos de hacer de nuestra historia, una verdadera materia prima para la creación de material audiovisual. Una parte de la época dorada de la televisión en Colombia está coronada por mini series y dramatizados basados en momentos trascendentales de nuestra historia. El mejor ejemplo de esto, fue llevado a cabo por los directores Jorge Alí Triana y Luis Alberto Restrepo, llevando a cabo un proyecto de nuestro Nobel Gabriel García Márquez (Que para aquellos que no lo sepan, fue uno de los más grandes investigadores y creadores de técnicas de escritura de guion en el mundo), Crónicas de una generación trágica (1993).
Una tira de increíble calidad artística en todo aspecto, que trajo a nuestras pantallas hechos tan trascendentales como la figura de José Antonio Galán y los comuneros, o Antonio Nariño y la lucha de los criollos por la instauración de los derechos del hombre y el ciudadano, así como el complot del florero de Llorente que dio origen al grito de independencia y los amargos acontecimientos que enmarcaron la llamada “patria boba”. Los grandes protagonistas de nuestra historia representados por los mejores actores de nuestra televisión. Y lo mejor de todo, está disponible gratis por YouTube.
En el mundo este no es un intento fallido. La mitad de las grandes súper producciones que podemos ver desde hace más de 10 años en los canales de televisión paga y el streaming, son excelentes series y películas que usan como base la “No-ficción”. En otras palabras, realizan ficciones basadas en hechos reales, con investigación exhaustiva, tanto en el tratamiento de las historias, los personajes, el contexto en que se desarrollan y los elementos que las hacen de altísima calidad visual y de contenido. Desde Vikingos, pasando por The Crown, Roma, Marco Polo. Una lista interminable de productos que vale la pena ver por cultura general o para entender un poco mejor el mundo en que vivimos.
Siempre existirá cierto recelo de parte de los historiadores hacia los productos audiovisuales de corte histórico. Pero como profesional en medios audiovisuales y estudiante de historia, puedo dar fe que vale la pena enganchar por medio de la ficción al público general y guiarlos por el emocionante mundo de la historia, siempre y cuando se hagan conjuntamente y con calidad.
Colombia tiene miles de historias del pasado que contar que merecen salir del olvido. Al final, es responsabilidad de los nuevos realizadores e historiadores trabajar juntos y demostrar que si podemos reconciliar el entretenimiento con la educación.