Me gusta la gente que no se deja amilanar ante las adversidades. Que no le teme a intentarlo por miedo a fallar, nadie aprende a nadar sin lanzarse al agua. Me gusta la gente sincera, que es capaz de decir lo que siente y piensa, que no se guarda nada, suelen ser los más leales. Me gusta la gente humilde, aquella que a pesar de tenerlo todo, actúa como si no tuviera nada. Son ellos quienes nos enseñan que finalmente las personas valen mucho más por lo que son y no por lo que tienen.
Me gusta la gente comprometida, esa gente que entrega todo por el bienestar de sus causas, siempre están un paso adelante de los conformistas. Me gusta la gente que se arriesga, que toca puertas hasta que por fin alguna se abre. Ese tipo de gente suele alcanzar lo que se propone. Me gusta la gente pensante, que se toma el tiempo de analizar cada detalle de las situaciones que le presenta la vida, aunque a veces se compliquen en los detalles mínimos de la existencia.
Me gusta la gente que es capaz de reconocer sus errores, jamás tendrán problema para reconocer las virtudes ajenas, aunque algunas de ellas provengan de quienes no sean de su agrado. Me gusta la gente que es autocrítica, que examina cada palabra antes de decirle a otro que no está de acuerdo con su postura ante alguna discrepancia. Me gusta la gente cálida, amable y solidaria, tratarán al mesero tal como tratan al doctor.
Me gusta la gente inteligente, que planea sus pasos y agenda metas, siempre están visualizando su próximo objetivo. Me gusta la gente con problemas, porque la vida perfecta no existe y solamente tropezando aprendemos y adquirimos experiencia. Esa gente suele ser la más fuerte, la más guerrera.
Me gusta esa gente que tiene cicatrices en el alma, son heridas de guerra que demuestran que se han atrevido a pelear sin salir intactos.
Me gusta la gente que no tiene miedo de amar y ser amado, pues son conscientes de que la vida se encarga de poner y quitar personas del camino, y que de ellos mismos depende permanecer o irse. También me gusta la gente que no renuncia ante dos o tres tropezones, me gustan porque finalmente comprenden que era cuestión de intentarlo, de emprender sin prisa y con mucha calma.
Esa es la gente que me gusta, y me gustan porque aprendo de lo que tienen por ofrecer, porque dan sin esperar recibir y porque cuando reciben, valoran lo recibido. Me gusta esa gente porque en los momentos difíciles permanecen, aunque tengan motivos de sobra para irse.