Por incumplir con sus promesas, por faltarle al respeto a los docentes, por no brindarle estudio a todos los niños y jóvenes y por responder con tanquetas en lugar de libros al sector educativo es que Santos ha llenado su observador y ha llegado al punto de tener matrícula condicional en este aspecto.
Salarios que no pasan los 2 millones de pesos para jornadas de 8 a 10 horas donde se dictan clases a un promedio de 30 o 40 estudiantes, resultan indignantes para cualquiera que trabaje y sea consciente del tacto y el amor que hay que tener para mantener la concentración de decenas de mentes que se distraen con el celular o con el compañero del lado; colegios que no se han terminado de construir, otros que tienen fallas en tuberías o fachadas y universidades que recortan personal y descuidan sus instalaciones porque el presupuesto brindado por el gobierno no es suficiente; y profesores que, como muchos otros colombianos, padecen de un sistema de salud que no los acoge a tiempo son algunas de las razones por las que nuestros maestros y guías de entendimiento están marchando por estos días en todo el país.
Querido desconocido, póngase en la bata del profesor o recuerde a aquel que le inculcó amor sobre su carrera y dígame si no tenemos que apoyarlos en sus protestas. ¿Cómo pretendemos cambiar imaginarios de guerra si en épocas de paz le responden a los maestros con tanquetas? ¿Considera usted que la solución a la terminación de las protestas es generar represión en vez de promover nuevos acuerdos?
Sí, hay que aceptar que después de muchos años se invirtió más en educación que en armas, y por ello hay que decir también que parte de la crisis actual en el magisterio de educación viene de “la efectiva y admirable” Seguridad Democrática de Álvaro Uribe.
No obstante, esos acuerdos firmados en 2015 para mejorar el salario de los maestros y lograr una “Colombia educada” en el 2020 parece que se quedaron en el pasado porque en el presente los maestros siguen sin incentivos y en el futuro quien sabe si quedarán con algo aparte del recuerdo de las aulas donde impartieron conocimiento.
Aunque suena utópico sí me gustaría que el Presidente Santos abandonara su bandera neoliberalista y la ministra Yaneth Giha humanice sus estudios de economía para entender que la educación es la base del desarrollo transparente de una nación.
Usted a una persona de 40 años ya no la va a corregir. Por eso a los más chicos, sin importar su estrato, color, sexo, religión o lugar de residencia se les debe brindar el derecho a la educación. Si usted educa con calidad ya no se tratará de corregir a una persona a los 40 años. Si ustedes, altos funcionarios, entienden que la educación libera esa tendencia a la corrupción y a la violencia, probablemente el asunto ahorita sería diferente.
Santos y Giha deberían no solamente sentarse a replantear las negociaciones con los profes, deberían sentarse en un salón de clases a ver si les parece sencillo dictar clase a las 7:00 a.m. o a las 5:00 p.m. ante varios niños inquietos o ante varios adolescentes con ganas de dormir. Porque hay que decir la verdad, infortunadamente son pocos los que en verdad se sientan derechos y prestan atención a clase.
Sería bonito verlos en un aula nuevamente, presidente y ministra. Quizá así entienden que los de bata y no los de capa son unos héroes. A ver si entienden que con menos de 2 millones al mes y con defectos en las fachadas no se logra una Colombia educada.
No más déficit para las universidades públicas, no más sueldos paupérrimos y no más desatenciones a las mentes que educan el futuro del país.
No recurramos al ESMAD. La represión y el abuso de autoridad es el mensaje opuesto al que buscan los maestros.
Dejémonos de vainas y enseñemos que el agua es un derecho de vida y no una manera de ahuyentar a quienes protestan por lo que merecen. Metamos un poquito más de plata en bibliotecas públicas y menos en gases lacrimógenos. El ESMAD no cambiará el pensamiento de la gente; la educación y los profes seguramente sí.
Arreglemos la educación, Gobierno Santos. Hagamos que la educación nos haga libres y pacíficos. Incentivemos a los maestros que a veces el amor no basta para dictar una buena clase. Entendamos que los maestros son los que generan mentes críticas. No hagamos que repitan discursos y prohíban pensar diferente. Hagamos que los maestros se esfuercen pero hagamos que ellos también se sientan bien. Sin maestros muchos niños irían otra vez a empuñar las armas. Borremos el tablero y pongámonos serios, Presidente y Ministra Giha.
Nosotros los estudiantes queremos a nuestros profes. Inclusive a esos que nos rajaron en una materia también les guardamos aprecio en algún momento. Nosotros como estudiantes y como jóvenes hemos entendido que estudiar es nuestro derecho y nuestro mayor motivo de orgullo. Pues no es el cartón de graduado sino las historias y los conocimientos que nos quedan lo que nos lleva a grandes caminos.
Nosotros los estudiantes estamos con ustedes, profes. Luchen con la bata y con la tiza; lleven sus ideas porque como dice la película V for Vendetta: “las ideas son a prueba de balas.”