En los últimos años a nivel nacional e internacional se han presentado situaciones que han afectado la sociedad en el orden político, social, religioso y económico, donde el cuarto poder, los medios de comunicación, y para el caso colombiano: RCN, NTN 24, Caracol Televisión, entre otros, han tenido gran auge por toda labor e información que han desarrollado en estos eventos.
Pero simultáneamente han masificado un modelo a seguir en los televidentes, en su toma de decisiones y juicios de valor muy parcial en torno al tema de “violencia y sucesos negativos” que ellos han transmitido e informado, en relación con estos hechos como: el proceso de paz, escándalos de corrupción, la crisis de Venezuela, los atentados en Europa por grupos musulmanes y otros en el orden internacional.
Estas problemáticas han sido mal informadas o parcializadas – de buena o mala fe no lo sabemos- por estos medios de comunicación, tanto que las personas juzgan parcialmente estos sucesos, sin conocer a fondo la problemática generada en estos países, pues en dichas noticias no se preocupan por conocer el contexto de cada realidad regional, nacional o internacional.
En ese sentido, como lo expresa el columnista de Conlaorejaroja, hablando de Álvaro Uribe expresa que NO es El Gran Colombiano: “En el caso de los países subdesarrollados como el nuestro, éste cuarto poder es sumamente conveniente para los sectores poderosos económica y políticamente hablando, pero sumamente peligroso para la gran mayoría de sus pobladores, o sea el pueblo. Cuando no existen políticas gubernamentales encaminadas a mejorar la calidad de la educación, la población está condenada al engaño. Cree ingenuamente que ‘se informa’ con los medios de comunicación hegemónicos como lo son los noticieros privados, pero lo que realmente hace es clavarse su propia puñalada porque las líneas editoriales y las matrices de opinión generadas por estos grandes medios están diseñadas para que el pueblo odie y juzgue parcialmente sin conocer a fondo las problemáticas que se están viviendo«.
Es evidente la ignorancia y el desconocimiento de los hechos reales que informan estos medios de comunicación y por ello, gran parte de los colombianos justifican decisiones o juicios de valor en lo político, económico, religioso o social, que se toman y ejecutan, referente a estos eventos socioeconómicos que se están generando y que finalmente sólo favorecen a las esferas de poder.
Un ejemplo, es el caso de Venezuela, en el cual mayoría de ciudadanos desprevenidos hacen expresiones negativas, sin conocimiento del tema a “la crisis venezolana o la dictadura de Nicolás maduro”; y para el caso colombiano, lo acaecido con el plebiscito, el proceso de paz y otros temas de gran interés a nivel nacional, donde se polarizó al país en torno a crear amigos y enemigos de la paz; y si miramos en el orden internacional, no es menos cierto que tales ejemplos abundan, y para la muestra solo enunciemos el caso del presidente Trump en Estados Unidos, el cual polarizó a la comunidad Norteamericana.
Lo anterior nos permite dilucidar que el mundo de la desinformación es generada por estos medios televisivos, ocasionando la desvalorización del progreso educativo y cultural en el pueblo colombiano y la sociedad internacional, que se viene perjudicado día a día, por todo el sesgo informativo que han transmitido durante más de una década, esta prensa tradicional en el orden nacional e internacional.
En el mundo de la desinformación siempre las personas recurren a desvalorizar todo lo que sucede e impacta en la sociedad debido a que provienen de informaciones que están transmitiendo estos medios de comunicación, y lo lamentable es que se ha convertido en una pandemia social, que estamos viviendo cada día.
Sin embargo, para revertir este determinado aspecto nocivo en la sociedad se requiere informarse con fuentes confiables, investigar sobre lo que se lee y dejar esa noción de vivir influenciado por estos medios de comunicación.