Autor: Miguel Silvera Padilla
Este 8 de octubre se llevará a cabo la indagatoria al senador Álvaro Uribe Vélez ante la Corte Suprema de Justicia, después de todo un año de tropiezos que ha servido para que la extrema derecha gane tiempo y distraiga a la opinión pública de un caso tan relevante para el país.
En esta diligencia, el exmandatario deberá dar su versión en el marco de una investigación formal que pesa en su contra por los delitos de fraude procesal y soborno, relacionados con una supuesta intención de manipular a los testigos que lo han señalado de tener nexos con paramilitares.
Estos hechos, se dan luego de que se le volteara un proceso al expresidente Uribe quien denunció al senador Iván Cepeda, por falso testimonio, pero el alto tribunal no encontró responsabilidad alguna en el caso que involucrará al parlamentario Cepeda.
Contrario a ello, la Corte abrió una investigación contra Uribe por el mismo caso. Desde ese entonces, cuando la corporación decidió indagar, ha pasado un poco más de un año.
Como se recordará, en el marco de su labor como integrante de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes, Cepeda acudió a varias prisiones y realizó entrevistas a distintos reclusos.
Por ejemplo: a Pablo Hernán Sierra lo entrevistó el 19 de agosto de 2011. En la entrevista, Pablo Hernán Sierra relató supuestos vínculos de los hermanos Álvaro y Santiago Uribe, así como de Alberto y Juan Guillermo Villegas y de Santiago Gallón Henao, con las Autodefensas; y mencionó, entre otros, a Juan Guillermo Monsalve como testigo de algunos de estos hechos.
Pero, esta indagatoria ha despertado el fanatismo de muchos de sus seguidores, quienes en busca de brindar apoyo a su majestad Uribe, han convocado una marcha para el mismo 8 de octubre en la que pretenden rechazar, lo que ellos catalogan como una persecución política al mejor presidente que ha tenido Colombia.
Ahora sí, salimos a deberle a este señor que no ha hecho más que dividir al país con su centenar de mentiras, artimañas, calanchinadas, jugaditas y su discurso guerrerista, que sólo busca exacerbar el nacionalismo con el fin de atacar a quienes le hacemos oposición con argumentos contundentes que lo dejan mal parado y que, tarde o temprano, lo pondrán tras las rejas o por lo menos le pasarán factura.
Es que, ¿acaso el líder del Centro Democrático cree que se nos olvidan todas las licencias concedidas al cartel del Medellín en su paso por la Aeronáutica Civil; la masacre de La Granja y el Aro en Antioquia, cuando se desempeñaba como gobernador de ese departamento?.
¿Cree que se nos olvidan los miles de casos de falsos positivos durante su gobierno, y sin contar los exministros presos o investigados por la justicia colombiana?
A estos antecedentes hay que sumarle la guerra mediática en el plebiscito y su campaña por el No, en la que el gerente Juan Carlos Vélez, confesó que se habían coordinado estrategias para deslegitimar el proceso de paz y los puntos negociados en Cuba con el propósito de derrotar el Sí. Objetivo que cumplieron.
No se me puede escapar todo el aparato propagandístico que ejecutó el uribismo en cabeza de su mentor en las últimas elecciones presidenciales, con la consigna de que nos convertiríamos en una Venezuela si Gustavo Petro llegara a ganar la contienda electoral.
Finalmente, les funcionó y siempre les ha salido bien sus distracciones, como en la actualidad lo lleva a cabo el presidente Duque con la novedosa idea del ‘cerco diplomático’ a Nicolás Maduro.
‘Cerco’ que busca derrocarlo y colocar en el palacio de Miraflores a cualquiera que se venda al imperio Norteamericano.
Será entonces, la justicia quien decida si continuamos con el mismo ‘presidente’, o le cortamos el ‘chorro’ del poder con el que hace y deshace cada vez que quiere.