La añorada presea: el grado negado a los jóvenes en medio de esta pandemia

Es hora de pensar en nuestros jóvenes, y no solo en la celebración, sino en todo cuanto les depara. Los padres piensan en su estrés producto del trabajo y quizá han minimizado los efectos de quienes han tenido ansiedad por la seguridad y vida de sus padres, y los que podrían tener contenidas emociones, producto del confinamiento.

Emociones - Educación

2021-08-06

La añorada presea: el grado negado a los jóvenes en medio de esta pandemia

Columnista:

Fernando Guerrero Maruri

 

¡Qué rápido ha pasado el tiempo!, no se puede creer que aquella niña en un abrir y cerrar de ojos concluye una fase importante en su vida, pero este texto si bien tiene mucho de nostalgia más tiene de reflexión en torno a la situación que viven esos jóvenes que celebran su graduación aún en medio de la pandemia.

Se estima que para 2021 en Colombia se graduarán 655 mil jóvenes bachilleres, en Ecuador aproximadamente 300 mil, en una situación muy diferente a la que enfrentamos quienes acabamos los estudios secundarios en el decenio de los años 90. De forma evidente, nunca hubiésemos podido imaginar una pandemia, en aquel tiempo, con dos años de anticipación se planificaba el paseo de fin de bachillerato, ahora, ningún viaje soñado, y muchas veces ninguna celebración, muchos son los caídos.

El viaje de fin de año en un colegio de hombres, en aquel entonces los colegios católicos —sobre todo— mantenían la tradición de no mezclar hombres con mujeres, de seguro era un grupo de rockeros alcoholizados en busca de aventuras. Luego de alcohol a borbotones y episodios de amoríos fugaces, no queda más que recordar esas postales, por suerte grabadas en la retina y la mente, ya que no se disponía de teléfono inteligente; una vez que el adolescente salía de casa era imposible saber de él hasta su próxima parada. Afortunada esa generación que no posteó todas sus estupideces como una hazaña.

En año y medio de pandemia he visto a mi hija frente a un computador, con intervalos en la pantalla de su teléfono, por este confinamiento no pudieron organizar una graduación como las de antes. He preferido no contar mis anécdotas para que mi nostalgia no sea convertida en rabia por la situación particular para estas promociones, pero ¡qué afortunados fuimos!

Estas preocupaciones burguesas no deben olvidar la realidad. En un estudio publicado en México por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el que al menos 5,2 millones de estudiantes de ese país no pudieron continuar su ciclo escolar. Luego de unos años esas diferencias de acceso a la educación y efectos sicológicos de seguro tendrán secuelas en todos los aspectos sociales e individuales.

En China investigaron el impacto psicológico del coronavirus en la población, el estudio fue publicado en la revista Psychiatry Research, en donde, el 0,9 % de los participantes experimentaron niveles graves de ansiedad, el 2,7 % niveles de ansiedad moderada, y el 21,3 % niveles de ansiedad leve. Por esas posibles afectaciones psicológicas es imprescindible celebrar la graduación, explotar esa válvula a presión que ha estado contenida todo este tiempo y hay que hacerlo de forma medida, dosificada como un medicamento que cure las tensiones.

Es hora de pensar en nuestros jóvenes, y no solo en la celebración, sino en todo cuanto les depara. Los padres piensan en su estrés producto del trabajo y quizá han minimizado los efectos de quienes han tenido ansiedad por la seguridad y vida de sus padres, y los que podrían tener contenidas emociones, producto del confinamiento. Se suma a esto la preocupación por estar aislado socialmente en una edad en la que las relaciones interpersonales son la razón de vida.

Por su parte, la Universidad Española de Educación a Distancia asegura que las experiencias positivas que dejan la Covid-19 son aprender a valorar más las actividades al aire libre, interesarse más por otras personas, valorar más la importancia de las relaciones interpersonales, apreciar el valor de dedicar más tiempo a la familia. En ese confluir de aspectos benévolos y adversos la reivindicación de la celebración es trascendental, la inventiva, el ingenio son elementos necesarios para acoger esa graduación en los términos que la realidad lo demanda.

Paul Ricouer dice: «la imaginación dispone de todo: crea la belleza, la justicia y la felicidad que es el todo del mundo». Aunque se haya aprendido a ser feliz en los 90 y se posean imágenes de la propia graduación, aun cuando hayan pasado unas cuantas décadas, es preciso la graduación de esos hijos que han aprendido lo bueno y lo malo de una pandemia y alcanzan un logro que no se puede autocelebrar, hay que mostrar el orgullo de esa presea que a muchos se les está negando por una injusta sociedad en la que las aspiraciones burguesas de una celebración no deben desconectar de esos millones que han tenido que dejar sus estudios.

Y si es cierto el producto del estudio, esos jóvenes se interesarán más por otras personas que estos momentos celebrarían poder retomar sus estudios en condiciones digitales extremadamente excluyentes.

Con un corazón partido por la alegría de felicitar a mi hija por su graduación, y dolido por quienes el sistema excluye aún más, celebro y reniego tener que celebrar, pero el mejor regalo que puedo entregar a mi hija es la lectura correcta de una sociedad en la que una celebración no puede ser completa mientras sucedan desigualdades tan impregnadas y la mayor de las veces ignoradas.

Hija, con todo orgullo lanza tu muceta por los aires, recógela y en tu futuro ponte a trabajar por esa desigualdad que no puede ser escondida.

 

Fuentes:

https://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-article-402490.html?_noredirect=1

https://www.semana.com/opinion/columnistas/articulo/nada-alentador-ser-bachiller-en-el-2020–por-angel-perez/303862/

http://ecuadorverifica.org/2021/03/21/300mil-bachilleres-y-90mil-cupos/

 

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Fernando Guerrero Maruri
Padre, docente, máster en Comunicación.