La agarradera

Opina - Política

2016-07-17

La agarradera

La vida deja de tener significado en el momento en que se pierde la ilusión de que es eterna.

Jean-Paul Sartre

 

Siempre le hemos buscado sentido a esta joda llamada vida. Existencialistas como Kierkegaard, Heidegger y Sartre han tratado de responder cuál es nuestro rol ante la sociedad y cuál nuestra verdadera esencia. Y como las preguntas de la vida nos rodean a todos, en cierta medida todos somos pequeños filósofos, por eso—y con el permiso de esos pensadores y toda la recua restante—, me atreveré a decir lo que he pensado, sin embargo, antes de calificar de equivocada la premisa  a la que llego, aclaro que lo que escribo acá es una conclusión de lo que particularmente he vivido y con lo que muchos se pueden identificar mientras que otros alegarán que es una falacia; bueno, todos están en su derecho de juzgar a partir de sus experiencias.

En fin, lo que creo haber descubierto es que el sentido de la vida es una agarradera. Sí, como lo leen: una agarradera, asa u oreja, como quieran llamar a esa protuberancia que ostentan las tazas donde tomamos café, o la jarra que contiene el jugo, pero, para vislumbrar esta agarradera sin forma de apéndice auricular humano que llamo sentido de la vida, hay que ir más allá de lo terrenal, de lo que conocemos. Debemos despegar los pies del suelo, mirar arriba de nuestras cabezas, en donde el mundo se vuelve abstracto.

Imagen cortesía de: theodysseyonline.com

Imagen cortesía de: theodysseyonline.com

Hay para quienes el sentido de la vida es por ejemplo el amor. Se aferran tanto a un sentimiento, a lo lindo o a lo bien que se pueden identificar con ciertas personas, que le atribuyen todo el sentido de sus vidas a eso, para mí eso es la agarradera; otros ven en el trabajo el sentido de sus vidas, el lograr superarse a sí mismos en su vida laboral —personalmente, no creo que nadie deba encontrarle sentido a eso, pero que los hay los hay—; algunos justifican el sentido en su vida familiar; otros al poder y el dinero sin importar que con ello se despoje el erario público. Así cada uno con su motivo. Todo eso tiene un solo nombre: «la agarradera».

Porque, paren el apéndice receptor y diríjanme su atención, cuando creíamos que el que era el sentido de nuestra vida se fija en otra y nos da la espalda, solo nos queda una pregunta: ahora, ¿de qué me agarro?

Vinimos solos al mundo, aunque nos enseñaron desde chicos a vivir en sociedad, en un núcleo familiar, en una escuela, en un trabajo. El instinto gregario nos lleva a estar unidos unos con otros de alguna manera, y cuando a lo que solíamos aferrarnos se desliga de nosotros, solamente podemos superarlo encontrando una agarradera nueva.

En el momento en el que nos quitan las rueditas de la bicicleta, tenemos que empezar a depender de otra para nuestro equilibrio —tal vez—; y si eso falla siempre habrá un poste del cual agarrarnos, y si no hay poste nos damos contra el mundo, caemos; abajo no hay mucho que hacer, entonces tenemos que levantarnos de alguna forma y casi siempre para despegar del piso necesitaremos de algo de dónde agarrarnos.

Por eso pienso que el sentido de la vida es buscar agarrarse fuertemente de algo, hasta que se descoyunte y desangre ese algo, hasta que se haga añicos, hasta que se deslía, hasta que se evapore, hasta que se esfume y tengamos que volver a buscar algo de dónde agarrarnos.

Siempre y cuando ese algo tenga su agarradera.

 

Nota: quiero aclarar algo, cuando hablo de la agarradera me refiero a cogerse de algo, a agarrarse como bien lo dice la palabra, nunca a recostarse. Esto porque al exponer mi idea a otro ser humano, este, se explayó en verborrea argumentando que las cargas terminan cayéndose por el mismo peso. No querido, tomarse de algo a veces simplemente sirve para impulsarse a ir hacia otro lado, o, para darle sentido a la vida, tal vez; otra cosa es hacer del sentido una hamaca y eso ya sería vivir de una forma distinta.

 

Publicada el: 17 Jul de 2016

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Yania Tenorio
Músico, de los que tocan y de los que enseñan. No sé escribir, pero estoy aprendiendo a componer.