La academia hecha trizas

Opina - Sociedad

2017-08-15

La academia hecha trizas

 

O cómo algunos académicos no solo denigran de su quehacer, aparentando engrandecerlo, para defender al líder de una ideología, sino que además buscan disimular esa su intención última, pero sin lograrlo.

 

Parece ser que los sectores de la extrema derecha colombiana aún no logran desarrollar su estrategia política de fortalecerse desde el ámbito académico, teniendo como presunto propósito consolidar su pensamiento mediante el compromiso y la participación de figuras de corte intelectual, quienes, asumiendo supuestas posiciones de analistas, terminan elevando el nivel de “reflexión y de rigor analítico” del llamado “uribismo”.

Esa intención que creemos haber adivinado, evidencia dos situaciones: Por una parte, que el “cerebro gris” del autodenominado Centro Democrático –en adelante CD.-, el senador José Obdulio Gaviria, ese de quien siempre se espera aporte luces esclarecedoras y de orientación para la extrema derecha, parece que se le agotaron sus tanques de pensamiento y se encuentra rebasado por la dinámica de los acontecimientos de la vertiginosa velocidad propia de la realidad colombiana. No sería extraño pensar que su embeleco de ahora convertirse en “youtuber” – “Yo José Obdulio” (sic)-, lo esté disfrutando tanto para sí, que se le olvidaron las tareas que le ordenó cumplir su jefe.

Y por otro lado, al evaluar los resultados de la nueva estrategia de reclutar cuadros en el ámbito académico, el balance no parece ser el mejor porque aquellos que han asomado la cabeza para hacer la apología del CD., revestidos con los ornamentos del ejercicio intelectual, han mostrado, con exceso de ingenuidad, su papel de “sector pensante” del conservadurismo a ultranza, sobre todo en el contexto de Medellín, y han quedado reducidos a ser, aquí sí, simples “agitadores profesionales” al servicio del ex presidente y senador Álvaro Uribe Vélez.

No sabemos si por infeliz coincidencia, o porque con sus intervenciones pusieron en evidencia la endeble estrategia a la que han pretendido servir, ocurrió que dos profesores de una prestigiosa universidad privada de la capital antioqueña, la misma que surgió en su momento con el fin exclusivo de formar profesionales en el campo empresarial, vienen protagonizando salidas desafortunadas desde los medios de comunicación. Veamos uno y otro caso:  

El profesor Luis Guillermo Vélez Álvarez, en su artículo “reflexivo” del 24 de julio, inspirado en la columna “San Antoñito”, escrita por Antonio Caballero y publicada en la revista Semana, asume una defensa por principio del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, comenzando por el propio título –“Por qué apoyo a Uribe”-, y terminando hasta en su última frase.

Sin embargo, una cosa es opinar como ciudadano –un derecho reconocido por la ley-, pero otra cosa es ANALIZAR como académico, condición desde la cual escribe el profesor Vélez Álvarez, anunciando con toda pompa sus diversas especialidades profesionales, y denotando su “modestia” cuando, al final de sus títulos, agrega la expresión “y otras cosillas” –como para que no haya duda sobre el peso específico del personaje que se dispone a defender a su ex presidente – o a lo mejor “presidente”-, Uribe Vélez. 

Si nos remitimos al ABC de lo que comporta el ejercicio académico, es claro precisar que en un ejercicio serio de reflexión y pensamiento, la opinión de dicho analista debe quedar en un segundo plano, y, al mismo tiempo, su enfoque del asunto en cuestión, en aras del rigor científico, debe ser integral, evaluando con independencia y distancia a cada uno de los actores del asunto que se investiga.

Ahora entendemos por qué el ex presidente Uribe Vélez –llamado por unos “El innombrable”, “El indigno”, o “Yo, El Supremo”-, le concedió al profesor Vélez Álvarez el privilegio de incluir su texto apologético en su muy leída cuenta de Twitter. Bien dice el filósofo francés Gastón Bachelard que la opinión es el estado mental, ideológico y anímico que mayor seguridad y tranquilidad le brinda al ser humano. (1) 

Tal condición de comodidad cuando se opina, guarda total diferencia con los dilemas teóricos y éticos que afronta el verdadero académico, abocado muchas veces a tener que llegar, producto de su análisis, a conclusiones que riñen de plano con sus propios prejuicios y, en general, con su ideología, esa que permite reafirmarnos, sin lugar a dudas, en nuestras convicciones.

Como texto de defensa per se del ex presidente Uribe Vélez, el escrito del profesor Vélez Álvarez refleja, de manera consecuente, y obsecuente, su incondicionalidad con quien viene empeñado, haciendo eco del anuncio hecho por su conmilitón, el conservador Fernando Londoño Hoyos, en “hacer trizas los acuerdos de paz con los narcoterroristas de las Farc”; pero, como texto de ejercicio analítico, propio de un verdadero académico,  me reservo el derecho a disentir de plano porque el mismo también “fue vuelto añicos”.

– LA UTILIDAD DEL SOFISMA SIMULANDO REFLEXIONAR

Por otro lado, el también docente de la misma universidad privada, Juan David Escobar Valencia, en su columna titulada “Los privilegios del exclusivo 0,02% de la población colombiana”, publicada en el diario El Colombiano el 7 de agosto del presente año”-, juega al conocimiento y al análisis al escudar su opinión tras el mecanismo del sofisma, expediente muy propio de quienes eluden el obligado discernimiento de la realidad, con todas sus implicaciones éticas y morales, para de esa manera privilegiar su prejuiciosa e interesada ideología.

El profesor Escobar Valencia, por ejemplo, califica de “falacia” el dato de Oxfam, entidad reconocida a nivel mundial por la seriedad de sus estudios, según el cual el 1% de la población colombiana concentra la riqueza del 99% restante, datos que corresponden a una realidad que, hasta representantes de sectores conservadores colombianos, no dudan en reconocer, incluso, como un factor desencadenante del conflicto armado que por décadas ha sufrido el país. (2)

El docente universitario se limita a calificar de “falacia” la afirmación de Oxfam, pero no opone los argumentos y las cifras que, según él, son los que reflejan la realidad real sobre la contundente desigualdad de Colombia.

Otro sofisma al que recurre el profesor Escobar Valencia, aprovechando a su manera las cifras que reflejan el profundo abismo social que vivimos, similar al de Haití, consiste en dar como un hecho, de nuevo sin demostración, la siguiente aseveración: “En Colombia existe una superexclusiva “clase social”, el 0,02% de la población, que tendrá los privilegios que el otro 99.98% no se hubiese imaginado nunca”. Por supuesto, el docente se refiere, implícitamente, a los siete mil integrantes de las FARC que se han desmovilizado a partir de unos acuerdos de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos.

El sofisma del profesor Escobar Valencia da por hecho que la guerrilla es el ORIGEN del conflicto armado, cuando en realidad es la consecuencia del mismo, conflicto que ha sido casi que inherente a nuestro devenir republicano, desde que liberales y conservadores comenzaron a enfrentarse en guerras eternas (3), una de cuyas causas fue, y sigue siendo, la lucha por el control de la tierra. Hasta la década de los 50 hubo guerrillas liberales, de las cuales surgieron luego organizaciones insurgentes revolucionarias, incluidas las FARC, algunas de las cuales aún hoy existen.  

Y a partir de tales sofismas, confiando en que ya planteó las bases “científicas” de su discurso, el profesor da rienda suelta a sus opiniones, las mismas que se reflejan en un lenguaje carente de precisión, dada la proliferación de adjetivos y de frases coloquiales –porque, se dirá, “eso le llega a la gente del común”:

Por culpa de un pésimamente diseñado, inoportuno, indigno y peligroso acuerdo de apaciguamiento, no de paz, al 0,02 % de la población que 50 años robó, mató, torturó, violó, extorsionó y secuestró al otro 99.98 %, se le premiará con los siguientes privilegios: No cumpla la ley, que eso es para los pendejos. No estudie ni se esfuerce, eso es para los ilusos que se creyeron el cuento de sus padres que ser decente es lo correcto. Robe, asesine, trafique drogas, secuestre y extorsione, que la dirigencia mediocre le dirá que, en “aras de la paz”, usted no cometió ningún delito, ficticiamente le “juzgará” una justicia diseñada a su medida y no pagará ninguna pena porque usted era un discriminado “actor político” y sus crímenes eran “actividades esenciales conexas con la política”.

La columna sofística del profesor Escobar Valencia, termina con la consigna típicamente uribista, solo que no necesita citar al ex presidente porque sus lectores captarán el trasfondo de la misma, incluyendo la decisiva realización de elecciones para Congreso y Presidencia el año próximo: “En 2018 hay que enderezar el rumbo de Colombia”. Dicho de otra manera, y sin decirlo abiertamente, el docente Escobar Valencia se identifica con el propósito del ex ministro y líder del CD., Fernando Londoño Hoyos, anunciado sin tapujos por este: “Hacer trizas los acuerdos de paz”.

Mientras el docente Luis Guillermo Álvarez Vélez finge abordar un ejercicio de reflexión académica, tratando de sustentar desde el pensamiento su adhesión incondicional al ex presidente Uribe Vélez, su colega y conmilitón, Juan David Escobar Valencia, coincide con él no solo en su endeble postura analítica, sino en la misma defensa del senador, aunque el último trata de ocultar su adscripción a las ideas del máximo líder del Centro Democrático.

Al segundo de los docentes me permito decirle: Si usted tuviera la valentía y transparencia de expresar abiertamente que está alineado con el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, le daría mayor credibilidad y seriedad a sus planteamientos, pero como intenta escribir, sin lograrlo, desde una pretendida «imparcialidad», termino aquí mi respuesta a su vergonzante comentario.

Por lo visto, al tanque de pensamiento de la extrema derecha colombiana, aún le faltan uno o varios hervores para poder cuajar y consolidarse con un campo discursivo propio. Pero mientras ello ocurre, las rabietas y señalamientos de AUV se constituyen en su única arma, respecto del propósito de “hacer trizas los acuerdos de paz”.

 

CODA: Lamento de verdad el trino que el colega de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, Darío Acevedo Carmona, le dirigió al periodista Félix De Bedout, en el cual lo emplaza a renunciar al periodismo, y a “renunciar a su tarjeta de periodista”, porque no ha sido coherente desde el punto de vista ético con sus opiniones sobre el proceso de paz y las circunstancias del mismo.

Me veo obligado a precisarle a Darío que la tarjeta de periodista y la licencia de locución desaparecieron hace cerca de 24 años cuando, en virtud del artículo de la Constitución Política que consagra como derecho fundamental la recepción y emisión de información, el entonces magistrado de la Corte Constitucional, Carlos Gaviria Díaz, concluyó mediante sentencia que el periodismo dejaba de ser una profesión y pasaba a ser un oficio, lo que a su vez significa que todo ciudadano tiene derecho a hablar, opinar, informar y, en general, escribir en cualquier medio de comunicación.  

 

  1. Nos referimos al libro “La formación del espíritu científico”, escrito por este pensador francés, autor además de “La intuición del instante” y de “Poética del espacio”, entre otros trabajos. Bachelard considera la opinión como un “obstáculo epistemológico” que el pensamiento científico debe destruir para poderse desarrollar.
  2. El entonces presidente de la Asociación Nacional De Industriales, ANDI, Fabio Echeverri Correa, sentó el precedente, hace cerca de tres décadas, sobre las profundas diferencias sociales en Colombia, cuando acuñó la frase “A la economía le va bien, pero al país le va mal”.
  3. Recomendamos para ilustrar esta afirmación, el libro del abogado constitucionalista Hernando Valencia Villa, “Cartas de batalla”, soportado sobre la hipótesis de cómo las numerosas constituciones que hemos tenidos, han sido causa y efecto de las diversas guerras ocurridas en Colombia, incluyendo el factor configurado por la irrupción de diferentes movimientos insurgentes, algunos de ellos de corte liberal.

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Gonzalo Medina Pérez
Periodista y magíster en ciencia política, vinculado desde 1990 a la Universidad de Antioquia. Es miembro fundador del Grupo de Investigación sobre Conflictos y Violencias, creado en 1998 en el Instituto de Estudios Regionales de la Alma Máter. Redactor de varios medios, corresponsal de guerra en Centroamérica y columnista de El Espectador y El Colombiano. Autor de distintos libros sobre deporte, cultura y política, al igual que sobre conflicto armado, opinión pública y comunicación política.