Columnista:
Javier Enrique Pérez
Las movilizaciones que se han venido realizado en el país, nunca antes habían estado rodeadas de un ambiente de tanta tensión social, de temor por lo que pueda pasar, y de mucha indecisión por la suerte con la que está corriendo Colombia por estos días.
La realidad, es que nuestro país se encuentra sumergido en diez mil problemas, pero lo peor del asunto, es que el presidente Duque no hace nada para contrarrestarlos. Existen varias circunstancias que agravan día tras día el panorama en Colombia: La imagen de desaprobación del presidente, está en un 63,2 %, su ingobernabilidad es manifiesta, los asesinatos a líderes sociales que no paran, la mala educación, el bajo salario mínimo, un proceso de paz echado a la borda y lo más grave de todo, una reforma tributaria que aunque el Gobierno retiró, otras se comienzan a gestar contra viento y marea, pero que al final de cuentas el Gobierno Duque sancionará.
En este «buen gobierno» existen aliados políticos que en vez de sumarle una popularidad con el pueblo, ha hecho que este lo desconozca aún más, y sí, estamos hablando de su exministro Carrasquilla. Un hombre controversial por sus bonos de agua y por ser el iniciante de todas las marchas por las cuales el pueblo ha despertado de tanta incertidumbre tributaria. Es el momento de darnos cuenta de que no solamente se nos está precarizando las condiciones laborales, sino también, la educación, la salud, un empelo ilusorio y demás.
Hoy, a pesar de que Iván Duque ha intentado tener unos acercamientos para lograr entender y solventar las demandas que muchos de los manifestantes aclaman en las calles por el paro nacional, vemos que sus respuestas a cada una de ellas han sido más que insuficientes, puesto que todo lo que ha hecho el Gobierno en tomas de decisiones hasta ahora ha sido bastante superficial y poco creíble.
Debemos tener en claro tres aspectos muy puntuales e importantes por los cuales nuestra sociedad se encuentra en las calles, quienes están marchando son esos estudiantes a los que se les ha dificultado tener una educación gratuita o una mejor formación, son nuestros desempleados, ellos no ven un futuro laboral cerca, o muchos, trabajadores informales son los que día a día los agentes del Estado reprimen en sus puestos por no contar con permisos; además, están en las calles esos microempresarios que piden a gritos una voz de auxilio en una sociedad que los está desmoronando poco a poco, pero ¿quién está al pendiente de ellos si también son Colombia?
No podemos conformarnos con poco en un país tan rico en muchos de los recursos, es hora de que nosotros como jóvenes y como sociedad podamos pedir las verdaderas ayudas y con todas las garantías posibles para que nos ayuden a salir de tanta crisis por la que estamos pasando. No podemos recibir migajas de un Gobierno que piensa que protestar pacíficamente es dañar a la sociedad. Es el momento de hablar, de ser asertivos con el pueblo, de tomar las mejores acciones donde sean todos los colombianos quienes se beneficien y no unos cuantos. Es el momento de sentarnos y hablar como una sociedad unida para frenar tantos actos de destrucción para nuestra gente, es el momento de avanzar antes de que hayan más tragedias que enluten a más compatriotas.
Pero al final de cuentas, ¿debería temer nuestro presidente? La verdad, sí, en Colombia hemos despertado de un sueño profundo, para darnos cuenta de que este país no va por el camino que debe ir, y para darnos cuenta de que nos visualizan como el país más corrupto del mundo cuyo «comentario» nos da igual, despertamos porque muchos de nuestros niños, niñas, jóvenes, mujeres sin recursos y ancianos mueren de hambre y necesitan una mejor enseñanza para un futuro, despertamos para darnos cuenta de que nuestros trabajadores, necesitan una excelente mensualidad para vivir dignamente, y que solo por dos u ocho horas nunca vamos a tener el futuro laboral que deseamos, despertamos para saber que a muchos de nuestros jóvenes los están asesinando indiscriminadamente solo por exigir sus derechos, por exigir una mejor sociedad, más incluyente, más compañera del pueblo y más agraciada, sí, hemos despertado.
Hoy, nuestro presidente demuestra su incapacidad para unir al país, todo esto es tan notorio en cada una de sus declaraciones. Su ego político no lo deja ver más allá de cada una de las situaciones por las que está pasando nuestro territorio. Su falta de visión para esta nación denotan sus pocas ganas de trabajar por los más pobres y vulnerables. Pero como resta un refrán: «preferiré siempre una verdad desnuda antes que una falsedad maquillada».
Fuentes:
https://pares.com.co/2018/09/27/linea-de-tiempo-del-caso-carrasquilla/