Autor: Hernán Muriel Pérez
El martes 9 de julio se concretó el temor que tenían los seguidores del proceso de paz en Colombia: Jesús Santrich no asistió a la citación que le había hecho la Sala de Instrucción de la Corte Suprema para continuar con el proceso judicial que se le adelanta por narcotráfico.
La situación se complica cuando la misma Corte se ve obligada a emitir una orden de captura en su contra. Pero este panorama político-judicial se enmarca principalmente bajo dos factores que se van a esbozar a continuación.
Garantías de seguridad a reincorporados
Personas allegadas a Jesús Santrich afirmaron que él abandonó su paradero y su esquema de seguridad debido a amenazas que ponían en juego su vida. Fuentes gubernamentales dicen que Santrich nunca avisó al Gobierno sobre esas amenazas, cometiendo una evidente falta al saltarse el debido proceso y no notificar sobre su abandono del esquema asignado por la Unidad Nacional de Protección.
El contexto bajo el cual se producen las supuestas amenazas a Santrich y las acusaciones del Gobierno por su actitud evasiva, de alguna u otra forma le otorgan el beneficio de la duda al representante a la Cámara: hoy ya son alrededor de 140 exguerrilleros de las Farc que han sido asesinados.
El no avisarle al Gobierno sobre su salida y las amenazas en su contra, nace de la desconfianza, producto de las acusaciones que han realizado en diversas ocasiones, sobre el Estado como perpetrador de los asesinatos a esos exguerrilleros.
Baste como muestra uno de esos 140 escenarios, el de Dimar Torres, que demostró cómo integrantes de las Fuerzas Militares fueron quienes consumaron el asesinato en su contra. Si no hubiese sido por la comunidad de la vereda Campo Alegre, del municipio de Convención, Norte de Santander, de donde era además presidente de la junta de acción comunal: lo más probable es que aún no se conociera tampoco qué había pasado con el señor Torres.
Sobre el homicidio de Dimar, que tomó carácter viral, se creó una nube de mentiras y falsas versiones, nutrida incluso por declaraciones de minDefensa, que dejaron mal parado al Gobierno en torno a las garantías que se estaban dando a las personas que habían dejado las armas para reincorporarse a la vida civil.
Aun así, la ausencia de Santrich ante la indagatoria de la Corte constituye una falta a la ley, lo que de igual forma, lo deja mal parado frente al cumplimiento que se esperaba que hiciese sobre los acuerdos de paz.
Es un problema dicotómico entre: creer que Santrich ha desaparecido a causa de su seguridad y el cuidado de la vida misma: o en realidad tiene deudas con la ley y ha visto una oportunidad para escapar de ella. No obstante, los personajes que estaban detrás de su investigación —y de su libertad— dejan mucho qué desear, produciendo una nueva vertiente: la desconfianza.
Desconfianza colectiva
Desconfían los exguerrilleros, los soldados, el Gobierno, los ciudadanos, los medios; los unos desconfían de los otros. Aunque este era un aspecto de evidente preocupación desde antes de firmarse los acuerdos, la desconfianza no deja de ser un problema redundante, en especial con las acciones, declaraciones e integrantes del Gobierno Duque.
Cuando el exfiscal Martínez llevaba a cabo la investigación en contra de Santrich y pedían la extradición, la JEP negó la petición porque, entre otras cosas, no se pudo comprobar la legalidad de las acciones de investigación ejecutadas por agentes de la DEA sobre el exguerrillero.
Es decir que, probablemente, las operaciones investigativas incurridas en Colombia por parte de Estados Unidos, en supuesta alianza con la Fiscalía, eran inválidas.
Con base en esto, muchas personas argumentaron, con una versión diferente, la renuncia del para entonces fiscal general y advirtieron de un caso de corrupción alrededor del caso Santrich.
Con todo el ambiente de caos recreado por los medios de comunicación; las declaraciones incendiarias y con estigmas de enojo del presidente de la República; el incesante asesinato de líderes sociales y exguerrilleros; el constante amedrentamiento de disidencias de Farc y de la guerrilla ELN; la impunidad sobre los homicidios y atropellos a derechos humanos realizados por las Águilas Negras; y por demás un sinfín de problemas más, han terminado de crear en la gente el aire de desconfianza que hasta hoy existe, que se transforma en incertidumbre sobre lo que pasará con el proceso de paz y las jugadas políticas en general.
Por esta razón, el entramado de Santrich es más complicado que un simple caso particular: la falta de garantías y todos los escenarios que desembocan en una ineludible desconfianza colectiva, muestran dos caras de lo difícil que se ha vuelto la implementación del proceso de paz con Iván Duque al frente del Gobierno.
En todo caso, la fuga de Santrich y, en especial, su incumplimiento con la cita de la Corte, desarma los argumentos de quienes han velado por el debido proceso en las investigaciones en su contra e, incluso, personajes políticos como Iván Cepeda se han pronunciado con rechazo al respecto.
Inaceptable la conducta de Santrich. Debe ser excluido del proceso. Y ordenar su captura
— Humberto de la Calle (@DeLaCalleHum) 9 de julio de 2019
La inasistencia de Jesús Santrich a la indagatoria programada por la Corte Suprema de Justicia para hoy, no solo es un grave incumplimiento al Acuerdo de Paz, es también un incumplimiento a los miles de exguerrilleros que sí están comprometidos con la construcción de la paz.
— Iván Cepeda Castro (@IvanCepedaCast) 9 de julio de 2019
¿Cree usted en la inocencia de Jesús Santrich, o por el contrario concibe que él aprovechó esta situación para escaparse de la justicia? Deje sus comentarios.
Foto cortesía de: La FM
No hay credibilidad en las investigaciones que adelanta el gobierno, ni en las pruebas a aportar. Queda un marco de duda sobre la legalidad de las acciones emprendidas por la justicia Colombiana, las pasadas y las por venir. Santrick no tenía garantía alguna y además su caso está siendo usado para torpedear el proceso de paz. Alguna vez se hicieron públicas o se aportaron a la JEP o a cualquier institución judicial las pruebas que se afirmaba que existían?
Yo no creo que una persona invidente pueda eludir su sistemade seguridad y escapar, yo creo que, o fue desaparecido con complicidad de sus escoltas o con complicidad de sus escoltas apresado y extraditado. Yo no creo en las acusaciones del exfiscal, no creo en las palabras de ningun miembro del gobierno o las fuerzas armadas, no creo en la integridad y lealtad de los escoltas de Santrich, y tampoco creo en la inocencia de el. En un pais como Colombia no se puede creer en nada ni en nadie.