Humberto de la Calle, qué buen candidato

Es tan buena persona que temo que la lealtad a su partido nos ponga en aprietos.

Opina - Política

2018-04-17

Humberto de la Calle, qué buen candidato

En sus entrevistas es el mejor, en los debates no decae y respeta las reglas del juego, su historia reciente y programa de gobierno son deseables para la presidencia; pero, su mismo carácter leal y decente lo van a poner en una encrucijada cuando su partido lo quiera empujar a una decisión en contra de su buen juicio.

Estuve revisando los programas de gobierno y el que propone Humberto de la Calle es un buen programa, no es el que más le conviene a Colombia, pero no es directamente nocivo para la mayoría de la población. Tiene algunos deslices de lenguaje, que hacen pensar que no todas las personas que redactaron el documento piensan lo mismo acerca de la perspectiva de género y menciona mucho la educación con tintes técnicos, pero está soportable en general.

Uno ve a Humberto de la Calle en diferentes escenarios de entrevistas, donde en algunas oportunidades le cuestionan exactamente eso que me preocupa a mí: Su participación en los gobiernos de César Gaviria (hoy director del partido Liberal) y de Ernesto Samper. Explica con claridad su relación con esos gobiernos, y me parece que establece su participación como decorosa.

Al ver a De la Calle en los debates presidenciales deja una buena sensación general, interpela más sobre las propuestas, marca posiciones más distinguibles con compromisos claros, en especial con el pacífico colombiano, respeta las normas de participación establecidas en cada uno de los escenarios y se defiende cuando recibe comentarios, aunque no han sido muchos.

Creo que su comportamiento público en general, además, de su compromiso continuado y paciente en la mesa de negociación con la guerrilla, muestran rasgos de comportamiento deseables en cualquier persona que tenga un cargo de poder: Consistencia y lealtad. Se puede ver que De la Calle es consistente con los planes que se propone, excepto, por eso de no lanzarse a la presidencia como dijo cuando terminó las negociaciones en La Habana.

La lealtad sería deseable para cualquier candidato, que fuera parte de alguno de los partidos que representan la política tradicional en Colombia. Son los partidos políticos que traen los vicios del clientelismo y las cuotas políticas, las relaciones con los grandes capitales y los favores atados a ellas. Son partidos políticos que pretenden perpetuarse en el poder para exprimir el erario público en favor de ellos, sus familias y a quienes deben favores.

Es ahí donde no puedo votar por De la Calle, me temo que a pesar de sus mejores intenciones y un programa de gobierno conveniente, se verá forzado a elegir entre su compromiso con el pueblo colombiano y la lealtad que debe a su partido. Le quedarán dos caminos: La traición o la evasión. La traición ya sea a su partido o a sus electores, o la evasión de sus deberes para no cometer un acto en contra de su naturaleza por mano propia; ningún escenario deseable allí.

Queda un mundo utópico donde De la Calle le dé la espalda a su partido, que por su carácter leal no creo que suceda, pero eso lo pondrá en un escenario de ingobernabilidad y de una permanente retórica ad-hominen que ya sufrió el presidente saliente. Nada me gusta ahí.

 

 

Imagen cortesía de Zona Cero.

 

 

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Claudio Mera
Lector asiduo, estudioso de la administración y la gestión, consultor, docente universitario, cocinero y ejecutivo administrativo. Las opiniones pretenden mostrar una postura lógica.