Columnista:
Patty Suescún
El rótulo de vuelo humanitario le queda grande a la repatriación de connacionales colombianos. Muchos de ellos, en diferentes partes de un mundo paralizado, se han quedado sin dinero para subsistir y están apelando al Gobierno de Iván Duque para que se les asigne un cupo en estos vuelos; pero se encuentran con la sorpresa de que son cobrados.
Según la Cancillería, no es el Gobierno quien cobra por gestión o trámite alguno, sino que es un valor asignado por la aerolínea comercial encargada de la repatriación. Ahora bien, ¿por qué otros países no cobran a sus ciudadanos por regresar al país? ¿Y por qué una cifra tan alta por tiquete?
El cierre de los aeropuertos podría tener la clave, pues la economía se ha afectado en casi todo escenario, incluidas las aerolíneas. No obstante, ¿es ello motivo suficiente para que el Gobierno Nacional permita que miles de ciudadanos se queden esperando, por no tener 10, 12 o hasta 15 millones de pesos para pagar un tiquete, según el país donde estén? Por no contar el costo del alojamiento en Bogotá, de no tener residencia en la capital. El Hotel Tequendama pasa una factura por otros 3 millones por dos semanas de cuarentena. Y luego a mirar cómo logra volver a su ciudad de origen bajo la anormalidad en el transporte público.
Quizá muchos se pregunten por qué hay alguien que quiera volver a Colombia cuando acá ni siquiera hemos llegado a la cresta de la curva y la administración insiste en avanzar con la reactivación económica, misma que ha dejado un panorama mortuorio alrededor del mundo. Pues bien, si al estrés de estar confinado y posiblemente limitado en materia alimenticia, le agregamos el estar lejos de casa, los niveles de ansiedad van al alza.
Tampoco parece haber mucho interés por parte del Gobierno Duque en que regresen al país los miles de ciudadanos que ruegan por su auxilio y comprensión. Tal parece que estos vuelos para repatriar colombianos solo tienen de humanitario el título. Lejos de ser gratuitos, son de alto costo.
Es claro que hay ciudadanos que pueden pagar el tiquete, pero para aquellos que no es posible, la realidad se vuelve aún más turbia. ¿Qué sucederá ahora que el mundo se desconectó entre sí y ellos se quedaron lejos de casa?
Fotografía: cortesía de AP