Hablemos de la Paz

Opina - Política

2016-06-25

Hablemos de la Paz

El día jueves fuimos testigos de un hecho histórico: El cese definitivo al fuego entre el gobierno y la guerrilla de las FARC.

Un hecho sin precedentes, que debería conmovernos a todos, puesto que después de más de 50 AÑOS de guerra y más de 8 MILLONES de víctimas, por primera vez, después de numerosos intentos malogrados de paz, han cesado definitivamente las balas.

Como ninguna dicha es completa, y como es normal, no faltaron las críticas de los detractores del proceso de paz, que son de reconocer cuando se sustentan en posturas desde el conocimiento del proceso y desde la argumentación, pero alarmantes cuando se posan sobre la ignorancia y el analfabetismo gratuito sobre los acuerdos, que es lastimosamente lo que acecha a muchos de los que están en contra de lo que se ha avanzado sin saber siquiera de qué se está hablando.

Piensan que estamos celebrando una paz perfecta, una utopía; piensan que quienes celebramos no somos conscientes de lo mucho que falta por solucionar y no es así.

Lo que se firmó en La Habana no es la promesa de que viviremos en miel sobre hojuelas, sin embargo es sin duda un gesto de voluntad significativo de ambas partes para mitigar el dolor y la violencia que durante años se han posado sobre el país

No creemos que sea un truco de magia donde le solucionamos todas las problemáticas al país, pero si la forma en la que encontramos el camino al desarrollo y a la inclusión democrática de quienes no están de acuerdo con el modelo de gobierno ni de economía en el país. Es la integración del campo que hemos ignorado por años, es darle vía a la inversión y a todo lo que se pueda asociar a ella, que si bien pueden ser factores que afecten positivamente nuestra economía y permitan aumentar el gasto social, debo decir de igual manera que quienes hemos estado al tanto de los acuerdos nos preocupamos por los efectos adversos que la inversión nos pueda traer.

No es firmar un acuerdo donde se va a negociar el modelo democrático o económico, eso –lastimosamente- en nada va a cambiar. Ni se le está entregando el país a nadie como muchos afirman y quieren desinformar. Tampoco habrá impunidad, pero es necesario entender que sólo con herramientas como la justicia transicional es posible contemplar salidas no armadas al conflicto. Esto para todo el mundo debería ser una obviedad, nadie se sienta a negociar si no ve bondades en hacerlo.

Sabemos que queda mucho por hacer, y como lo expresé en otra de mis columnas considero que firmar la paz es un gran logro, pero que nuestro mayor reto nace tras la firma de los acuerdos, es ahí donde todos debemos comprometernos con la reinserción de los ex combatientes y con la lucha contra los grandes males que siguen como la corrupción, la delincuencia y los otros tantos que caben en la lista.

De igual forma es importante tener en cuenta las arandelas de lo firmado ayer en La Habana y su trascendencia, pues se constituye un hecho que no debe defraudar con los ojos del mundo encima: con la ONU como avalista del desarme como un proceso técnico fundamental para la paz en el que no puede permitirse repetir los errores que se dieron en el “desarme” de los paramilitares y con un cronograma que no habíamos visto en ninguno de los otros intentos de acuerdo (organizado, planeado de forma estratégica, que abarca de manera amplia al país).

000337723WPor otro lado, es fundamental que se hayan articulado al cese del fuego las garantías de seguridad; es deber del gobierno y de la ciudadanía disponer para los ex integrantes de las FARC las condiciones que les permita acceder a la oportunidad de participar en política y a una reintegración exitosa a la vida civil. Como ya lo he mencionado, esto a mi juicio es fundamental pues sólo de esta manera se logra romper para siempre el vínculo entre la entre política y armas que nos situó en este lugar, sólo así hemos de evitar que la historia se repita: debemos apropiarnos de la paz.

Entender que como dijo el presidente refiriéndose a las FARC y al gobierno: «No estamos de acuerdo –y seguramente jamás lo estaremos– en la visión política o económica para el país, pero lo que se reconoce hoy es la posibilidad de disentir y de tener posiciones opuestas sin necesidad de enfrentarse por medios violentos». De la misma manera es necesario que quienes están en contra del proceso y quienes estamos a favor seamos capaces de debatirlo sin descalificarnos, que la réplica no vaya acompañada del insulto, que entendamos que al estar presenciando este momento nosotros tenemos una responsabilidad con el proceso la cual no implica no reconocer sus fallas, pero hacerlo sin dejar nunca de lado sus bondades.

En lo personal tengo muchos recelos, especialmente en el primer punto que trata la Reforma Rural Integral, puesto que no estoy de acuerdo con algunas de las disposiciones, y una de mis mayores críticas al proceso está relacionada con la economía del país tras la firma de los acuerdos, y siempre lo manifestaré, son críticas relevantes que cada uno debe tener frente al proceso, críticas realistas y eso no cambia en nada mi anhelo por ver la paz firmada y refrendada.

No soy utópica con el proceso de paz, dudo que quienes lo apoyamos lo sean, y eso deben entenderlo quienes están en contra: no somos idealistas, somos partidarios de que sólo desde los acuerdos podemos cambiar por fin la historia del país; lo cual no implica soñar con un país perfecto, sino con uno mejor.

A quienes se han enterado de los acuerdos y apoyan el proceso de paz, a quienes saben de la agenda, de los puntos, de los integrantes de las mesas, a quienes conocen la aplicación móvil, los comunicados conjuntos, la participación de las organizaciones internacionales, o simplemente a quienes desde la lógica saben y sienten que apoyar el proceso es el camino correcto para acabar definitivamente con esta guerra, los invito a que sean garantes del proceso, que dialoguen en sus casas, en sus oficinas, que rieguen la voz, que se tomen en serio el hecho de que esta paz es de todos, que nos conviene a todos. Que se ofrezcan a resolver dudas y a compartir posturas con otras personas que tenga mitos alrededor de proceso.

A quienes no lo apoyan, perfecto, no hay problema, sólo les pido entender que tienen una responsabilidad tan grande como la oportunidad que tenemos de hacer historia, y que si se van a “bajar del tren” que lo hagan por lo menos desde la lógica y el argumento; no desde la oscuridad y la pereza.

Adenda: Como leí por ahí: “Le enseñaremos a las futuras generaciones sobre cómo terminó la guerra, y no de cómo continuó durante medio siglo más”.

Publicada el: 25 Jun de 2016

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Andrea Olaya
Escribo por convicción y por placer. Feminista. Politóloga en formación.