Columnista:
Germán Ayala Osorio
Durante la celebración de Halloween cientos de miles de adultos se disfrazan de sus personajes favoritos. Sobresalen superhéroes y asesinos seriales como Chucky y Jason (Viernes 13), entre otros tantos. Algunos, por el contrario, deciden retirarse las máscaras y dejar ver su real talante ético-político. Este es el caso del profesor Gilberto Tobón Sanín, quien decidió quitarse la máscara de progresista y liberal, para acercarse a las ideas conservadoras de Álvaro Uribe Vélez, a quien defendió, señalando que el 1087985 no pudo haber dado la orden a los militares de alto rango, para que asesinaran civiles para hacerlos pasar como «bajas» en combates.
Si bien no hay sentencia judicial contra Uribe por la ejecución de lo que fue una política de Estado, sí existe la responsabilidad política, por acción u omisión, frente a los execrables crímenes (‘falsos positivos’) cometidos por agentes estatales. Tanto el decreto Boina con el que se hicieron reconocimientos económicos por cabecillas «neutralizados», o la directiva 029 de 2005, con la que también se entregaban incentivos a los militares, hacen parte del marco normativo que generó patrones comportamentales en la comisión de esos crímenes.
Por ello, se puede pensar que asesinar civiles fue una política de Estado ejecutada por los militares entre 2002 y 2010, con la anuencia de las autoridades civiles.
Gilberto Tobón, de repente, desestimó los videos que circulan en los que se escucha con claridad al entonces presidente Uribe Vélez exigiendo a generales «más y mejores resultados operacionales… y los que no den resultados, que vayan pasando la renuncia».
Negar esa responsabilidad política instala a Tobón en las huestes del expresidente, de cara a las elecciones regionales, al tiempo que le echa sal a las heridas de los familiares de las víctimas de los ‘falsos positivos’ que no olvidan los señalamientos que Uribe hizo contra sus hijos cuando afirmó que «esos muchachos de Soacha no estaban cogiendo café», frase con la que les puso un manto de duda sobre su honorabilidad y buen nombre.
En las redes sociales no se hizo esperar el rechazo de la postura asumida por quien se dice aspirará a llegar a la Alcaldía de Medellín. Lo cierto es que Tobón Sanín ha demostrado ambivalencias en las maneras como interpreta los hechos políticos. Ya en una oportunidad se había referido a Gustavo Petro en términos negativos. Y durante la pasada campaña presidencial tomó distancia del uribismo y se presentó como candidato al Congreso, por el movimiento Fuerza Ciudadana. Obtuvo casi 140 mil votos, pero no alcanzó una curul. Es decir, se quemó. Lo cierto es que en su discurso se acercó a las propuestas del Pacto Histórico, lo que hacía suponer que tomaba distancia del llamado uribismo, que incluye a Álvaro Uribe, Sergio Fajardo, Federico Gutiérrez y al propio Rodolfo Hernández.
Horas después de la noche de Halloween, cientos de ciudadanos en Medellín y, otras ciudades del país, salieron espantados no tanto por los disfraces de brujas y asesinos seriales, sino por cuenta de lo dicho por Gilberto Tobón Sanín, quien calienta de manera temprana el ambiente preelectoral en Antioquia. Otros, por su parte, dicen que el profesor salió del «clóset», en el sentido en que realmente es un «uribista enclosetado». De confirmarse esto último, estaríamos ante un nuevo Fajardo o, quizás, un nuevo ‘Fico’ Gutiérrez. Que decida Antioquia, tierra en la que muchos aún creen en fantasmas, brujas y asesinos seriales como Jason y Chucky, entre otros.
