Con la promulgación de la Constitución del 91, nos trajo un nuevo organismo supuestamente independiente adscrito a la rama del Poder Judicial en Colombia que hizo su debut el 1 de julio de 1992.
Resalto el supuestamente independiente puesto que en los últimos acontecimientos de la coyuntura política y jurídica de nuestro pobre y estropeado país nos hemos dado cuenta que su tan gloriosa independencia no es sino un espejismo pues la voracidad de la corrupción después de 27 años de haber tenido todos nosotros los colombianos la esperanza puesta en dicho organismo…nos ha fallado.
Si, nos ha fallado a las personas de a pie, a las personas que hemos venido siendo golpeadas por la corrupción, por la inequidad, por la violencia, por la falta de garantías que hacen que nuestras esperanzas se vean difuminadas todos los días con cada escándalo en el que se ve envuelto su cabeza más importante, Néstor Humberto Martínez Neira.
Lo que más entristece es que tantos procesos como el mío, que está dentro de un mar de muchos los cuales aún se mantienen en la tenebrosa penumbra, no solo de los archivos empolvados de la oficina de algún fiscal, sino también en la oscuridad y la certeza que nadie va a saber la realidad de la violación de tantos derechos; aún hoy, mantienen la esperanza de ser defendidos.
La Fiscalía, el organismo supuestamente independiente, se volvió una dependencia servil a los intereses privados que sucumbieron a la corrupción, al despojo, al asesinato, y tantos otros delitos los cuales se han quedado huérfanos y han dejado huérfanas muchas comunidades de una justicia protectora del Estado Social de Derecho y la Constitución, su creadora.
Con la coyuntura actual, lo único que me ha puesto a pensar es ¿cuándo a la Fiscalía se le olvidó su verdadera vocación? O, ¿nunca le ha sido fiel a su vocación? Porque en la Fiscalía llevan años procesos reposando en el olvido esperando ser resueltos en derecho, en franca lid jurídica; pero los denunciados han quedado impunes muchos por ser parte del establecimiento, del amiguismo político, de la rosca y que en Colombia son a los únicos que si les funciona la justicia, los beneficiados de los vencimientos de términos, los que siguen delinquiendo porque su estatus les garantiza su impunidad; secretos a voces que se los lleva el viento.
Por último, otra perspectiva que ensombrece la situación, es que Colombia, si esa Colombia que es la de todos, la Colombia rural, la Colombia de las comunidades, la Colombia colectiva, la que pertenece a las mayorías; si, esa, la que no ha podido en toda su historia desde la independencia reivindicar los derechos de todos, reivindicar la justicia de todos, hasta el punto que han acallado el amor, el dolor de patria, la indignación, que se han vuelto igual de silenciosas a la falta de justicia; porque hasta la esperanza nos ha fallado a nuestros espíritus libertarios, añoro ese despertar del letargo al que nos han arrinconado en tantos años de traición a la patria nuestros próceres, líderes y jueces, aquellos que se han hecho coronar de laureles sin méritos de ética y dignidad.
Hoy, el panorama de nuestras comunidades es el de seguir sentados en el dintel de sus puertas a esperar ver pasar derrotados a los enemigos de su patria, porque hasta la vergüenza ha sido inoculada en nuestra dignidad hasta el punto que hay temor de juntos alzar nuestra voz exigiendo lo que es nuestro y ha sido arrebatado. Ojalá, que nuestra voz no espere más para exigir que sea escuchada.
Fotografía cortesía de La FM
Fuera Fiscal CORRUPTO!