Ya hace varios años que el actual alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez saltó a la palestra pública para adentrarse en los escenarios de la política, iniciando su camino en las corporaciones de elección popular como el Consejo Municipal de la Juventud, Consejo Municipal de Planeación y el Concejo Municipal de Medellín durante dos periodos, primero por el Nuevo Partido y después por el Partido de la U, ambos de tendencia uribista.
En su primera campaña a la Alcaldía de Medellín, Federico gozó del total respaldo de Álvaro Uribe Vélez, pero no pudo desligarse de la imagen que tenía como corporado, este aspecto entre otros, jugó en su contra para poder ser electo como el primer mandatario de esta ciudad, pero la experiencia y los aprendizajes de sus campañas anteriores le permitieron dar un vuelco total a su imagen para posesionarse como un administrador y gerente, no como un controlador político, es a raíz de ello que desde su campaña explotaron su figura como asesor y consultor experto en temas de seguridad y otros más.
Pero fuera de esa imagen, también desde su campaña se dieron a la tarea de darle una condición más humana, de mayor cercanía con la gente, el despertar mayor emotividad en el ciudadano fue la estrategia que dio sus frutos y que ya había tenido réditos ganadores en campañas pasadas con la figura de Sergio Fajardo Valderrama, pues la imagen juvenil, fresca, con el cabello un poco largo, los jeans y blazers, así como el lenguaje coloquial y cercano, el caminar la ciudad y tocar al ciudadano representaron la versión 2.0 de la campaña ganadora de Fajardo, quien para aquel entonces retiraba su apoyo a Alonso Salazar y movía sus fichas a la campaña de ‘Fico’ y, con este, el total apoyo que ya hace rato se había dado por parte del GEA.
Esta imagen híbrida le ha valido para ser considerado como uno de los nuevos ungidos del senador Uribe para enarbolar las ideas de seguridad que este representaba, pero sabe ‘Fico’ que hoy el discurso de la seguridad democrática se hace insuficiente ante la desmovilización de las FARC, sino que reencaucha este discurso y lo dirige a la seguridad ciudadana, pues la primera magistratura de la capital antioqueña le ha permitido retomar este significante vacío y hacerlo vistoso mediáticamente; con sus persecuciones, la captura de ladrones, el «ficóptero», además del manejo de las redes sociales en las cuales se convierte en el primer comunicador, rol que ya hemos visto en su cuenta de Twitter, que por demás mandó a enlazar las cuentas oficiales de la administración municipal para que su perfil creciera estrepitosamente y así ganar seguidores y futuros electores que ven a un hombre que está “trabajando por la ciudad”.
Es de abonarle al alcalde Gutiérrez la forma que ha interpretado y visualizado el futuro, ya que sin el enemigo de la guerrilla, de la guerra que se daba en las veredas, poblaciones lejanas y en el campo; y con la reciente ruptura de la negociación con el ELN y la manifestación de este grupo armado ilegal de cometer acciones terroristas en las zonas urbanas, el discurso a entregar es el de la seguridad de policía con matices de seguridad ciudadana, ese discurso que los citadinos sienten y viven más cercano y es allí donde la figura de persona frentera que persigue al delincuente, así como Uribe era el único que confrontaba la guerrilla, es como él se puede erigir ante los ojos de los electores colombianos como la única opción de combatir la inseguridad en las ciudades, así sea a punta de percepción y mediáticamente como lo ha hecho en Medellín, aunque las cifras muestren lo contrario.
Pero también lo es el entender que se puede quedar con la tibieza de Fajardo al decir que la seguridad no era de derecha ni de izquierda, así como Fajardo cuando mencionaba que no era uribista ni antiuribista, al igual que el manejo del carisma y la creación de su propio movimiento político que no represente los partidos tradicionales y, por supuesto, el hacerse sentir cercano al elector y como un outsider de la política que hace parte del jet set criollo.
Este manejo ha significado para la ciudad de Medellín tener un alcalde mediático, vigente y con unos altos índices de popularidad, que se muestra como el adalid de la seguridad; aunque faltando un año para terminar su mandato la ejecución de su plan de desarrollo pueda estar en un 60% y la mayoría de obras que ha logrado inaugurar han sido iniciadas en la administración pasada y él las haya hecho ver como si fueran iniciativa suya, tal es el caso del Metro Cable al Picacho, la ciudadela universitaria en la comuna 13 y la renovación del centro de la ciudad, y proyectos impopulares como la segunda etapa de Parques del Río le resulta espurios recordándole a la ciudadanía que no fue una obra iniciada en su administración; pero también ha significado para la ciudad un cuantioso gasto para mantener vigente la imagen del Alcalde Federico, cifras que según una investigación están alrededor de los 130.000 millones de pesos y ni que hablar de la escandalosa investigación sobre la Bodega de ‘Fico’. Pero a pesar de esto, la estrategia de marketing político y de manejo de imagen han posibilitado que en lo que lleva como mandatario de la ciudad mantenga una imagen positiva, una popularidad y una aprobación que no ha bajado del 80%.
Pero para poder ser presidente, primero debe culminar el año que le queda como mandatario, diseñar y planear su estrategia para ser el próximo ungido por el senador Uribe y, muy seguramente, tener la paciencia de esperar 8 años para poder convertirse en el primer mandatario del país, cosa en la que ya tiene experiencia, pues Federico tuvo una campaña a la alcaldía de varios años, lo que le permitió encontrar esa imagen híbrida entre Uribe y Fajardo, del primero recogió las banderas de la seguridad y, del segundo, el carisma para llegar al electorado, un perfecto híbrido que quiere entrar a jugar como una carta fuerte para una lejana contienda electoral que sin querer hacer futurología podría representar para el país tener un mandatario con una deficiente ejecución, pero una altísima percepción en la opinión pública.