El feminismo interseccional, es un movimiento que nació en la década de los 80 en los Estados Unidos y que tiene en cuenta el movimiento del Black feminism, creado a lo largo del decenio del 70. El Black feminism buscaba demostrar que el movimiento feminista tenía en cuenta únicamente a las mujeres blancas de la clase burgués o dominante.
Es decir, el feminismo « blanco » excluía las mujeres afro, las homosexuales y las pertenecientes a la clase obrera. El Black feminism permitió que ese grupo de mujeres estuviera representado en el debate colectivo de lucha por la liberación femenina.
Migración y feminismo deben ir totalmente ligados. No se puede hablar de conocer y de entrar a fondo en los estudios de género si tomamos el feminismo y no tenemos en cuenta otros factores de posicionamiento social, ligados al origen, la clase social y los trayectos/historias migratorias.
Asimismo, mirar la situación de mujeres migrantes desde el feminismo “blanco” nos da como resultado un análisis errado, ya que no tenemos en cuenta la cultura de las mujeres y las manifestaciones del racismo, los prejuicios y los procesos de exclusión o de dominación que tienen la tendencia a marginalizar las mujeres migrantes.
Hablo de este tema, debido a la columna de opinión de la periodista Claudia Palacios, titulada “Paren de parir”. Es increíble que una persona que se dice conocedora de los estudios de género, quiera pretender, a través de sus líneas, mencionar que las mujeres migrantes venezolanas (que se encuentran en Colombia actualmente) deberían evitar traer hijos a este mundo.
¿Acaso no le han enseñado que existe algo que se llama derechos sexuales y reproductivos? ¿Acaso en su maestría en género, no le han explicado que la discriminación racial y el sexismo son formas de opresión, las cuales afectan principalmente a las mujeres migrantes?
¿No sabe acaso que la mezcla de factores personales, sociales, familiares, culturales y del contexto migratorio tiende al aumento de muchas minoraciones en la vida de las mujeres, como para que ella venga también a querer violentar otro de los derechos de las venezolanas migrantes?
Finalmente, ¿no se da cuenta de que con esa columna de opinión, ella está cimentando una opresión, adicionando de esta manera otra más a las que son ya presentes en las vidas de las mujeres migrantes de origen venezolano?
No se puede hablar ni creernos expertas en estudios de género, si miramos a las mujeres que tienen múltiples sistemas opresores desde una supremacía blanca. No podemos pretender dar una cátedra en este sentido, si utilizamos ciertos procesos de marginalización como lo son el etnocentrismo, el racismo y la discriminación.
No podemos creernos conocedoras de la realidad de las mujeres migrantes, si no nos hemos topado de frente, con ellas, en el terreno; en su día a día, si no sabemos de sus sufrimientos, de sus angustias generadas por tener que buscar hacerse un lugar en otro lado.
Suficiente tienen ya las mujeres migrantes que provienen de Venezuela con haber dejado sus raíces, su historia, su vida; como para que venga otra congénere a decirles que no, que no se reproduzcan, solo porque a ella le parece.
A Claudia Palacios se le olvida que aquel que inmigra es porque, en el banco de las posibilidades, ese es muchas veces el único saldo que le queda para poder sobrevivir.
También se le olvida (al parecer) que a lo largo del tiempo la religión, el género masculino y la sociedad en general han querido decidir sobre nuestros úteros y nuestros cuerpos, traduciendo esto a una forma de violencia sistémica hacia nuestro género.
¿Quiere ella también hacer parte de un sistema opresor diciendo “Paren de parir”?
Nota 1: hablo de este tema con absoluta propiedad. Mi ensayo crítico de maestría tuvo como marco teórico el feminismo interseccional, gracias a un trabajo realizado con mujeres migrantes.
Nota 2: a título de feminista, hago un llamado a la empatía de género. Queda claro que la columna de Palacios es de todo, menos ese aspecto.
Fotos cortesía de: Alcaldía de Bogotá, Agencia Paco Urundo