Columnista:
Cristian Álvarez
Ha pasado casi semana desde la emisión del segundo capítulo de la serie ‘Matarife, que hasta el día de hoy lo han visto más de 1 570 000 veces.
Y aunque el “protagonista” principal de la serie es Álvaro Uribe Vélez, también van surgiendo otros secundarios de “remarcable” carrera en lo que es el sainete de la política non sancta de este remedo de país llamado por su jefe de Estado como “Locombia”.
Esta vez, el turno para brillar le tocó a nada más y nada menos que al “prominente”, y camaleónico “político” Fabio Valencia Cossio, quien logró dejarnos a los espectadores de la serie helados tras verlo en un sospechoso suceso.
En el nuevo capítulo de ‘Matarife’ se muestra el extracto de una entrevista de 1999 entre el humorista Jaime Garzón, interpretando su papel del embolador Heriberto de la Calle, y el en ese entonces senador Fabio Valencia Cossio.
En el video, Valencia Cossio le dice con evidente seriedad, convencimiento y frialdad a Garzón que “He oído rumores de que lo van a sacar a usted… porque usted jode mucho y entonces… eso no le gusta a la gente”.
Garzón le contrapuntea afirmándole que él no jode a nadie y que él solo dice lo que oye en el barrio. “Por ejemplo dicen, los mayores electores del país son el ‘Mono Jojoy’ (jefe guerrillero) y Fabio Valencia Cossio”.
Valencia trató de capotear el asunto con una risa fingida, sin embargo, 22 años después, quedan algunas dudas: ¿Qué quiso decir con esas palabras del año 99? ¿De dónde iban a sacar a Garzón? ¿Quién le dijo eso a él?
Pese a que desde La Oreja Roja tratamos de contactarlo para que nos diera su versión de los hechos, incluso a través de su hermano Ramiro, obtener sus respuestas no fue posible.
Pero lo que sí tenemos la capacidad de responder es: a todas estas, ¿Quién es Fabio Valencia Cossio?
Todo por conveniencia
De acuerdo con el Diccionario biográfico de antioqueños, escrito por Luis Álvaro Gallo Martínez, el gamonal Fabio Valencia Cossio nació en Medellín, el 24 de mayo de 1948. Es el hijo de Luis Eduardo Valencia García y de Rosa Elvira Cossio Cuartas.
El portal Congreso Visible señala que Valencia Cossio fue criado en el barrio Aranjuez, uno de los más populosos sectores de Medellín. Su familia era modesta; tenía 11 hermanos, varios de ellos también políticos.
Estudió bachillerato en el Liceo de la Universidad de Antioquia. Ingresó al directorio departamental del Partido Conservador en 1968 y, según La Silla Vacía, a sus 22 años se inició en la política colaborando en la campaña presidencial de Misael Pastrana Borrero en 1970.
En 1973 se tituló de abogado de la alma mater antioqueña, tres años antes que lo hiciera Uribe Vélez de la misma institución.
Congreso Visible reseña que, en 1974, Valencia comenzó a hacer parte de la torta burocrática nacional, ya que con el triunfo del papá de Andrés Pastrana, entró a laborar en el Instituto de Crédito Territorial, directamente en las oficinas de Bogotá.
Allí estuvo hasta 1981, cuando llegó a la Secretaría General del conservatismo y fue elegido representante a la Cámara por el departamento de Antioquia el año siguiente. Para 1984 ya era vicepresidente del partido, y en 1986 fue reelegido al Congreso.
Entre 1988 y 1993 ocupó la presidencia de su partido. Congreso Visible también explica que, en las elecciones de 1991, luego de dos periodos como representante a la Cámara, Valencia Cossio llegó al Senado. Allí fue uno de los ponentes de proyectos como la Ley 100 de Salud y Seguridad Social, y la reforma de la Policía.
A principios de los 90, una especie de cisma se fraguó en el Partido Conservador Colombiano (una hipótesis que se manejó fue la de la poca maniobra en la repartija burocrática que tenía dicho partido ante la hegemonía liberal de aquel entonces).
De acuerdo con La Silla Vacía, en la división entre el Partido Social Conservador, de Misael Pastrana, y el Movimiento de Salvación Nacional, de Álvaro Gómez H., Valencia Cossio optó por el primero. De hecho, Cossio decidió armar un “rancho aparte” al que denominó Fuerza Progresista Coraje.
De esa época data su alianza con el exalcalde y exgobernador de Antioquia Juan Gómez Martínez, uno de los dueños del diario El Colombiano y a quien Valencia apoyó en su aspiración a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.
Y ese fue el inicio de su época de volteretas políticas.
La pelea del año
En 1994, Valencia Cossio fue reelegido en el Senado. También fue presidente del conservatismo y primer vicepresidente del Senado de la República. Sin embargo, el 30 de octubre de ese mismo año marcaría el día en que se dio el episodio en que nuestros dos protagonistas coincidirían en un encuentro más que cercano.
Como lo señala el libro El señor de las sombras, de Joseph Contreras y Fernando Garavito, el 30 de octubre de ese año, El Colombiano reseñó que el resultado del conteo de votos para la Gobernación de Antioquia —disputada entre el conservador Alfonso Núñez Lapeira y el liberal Álvaro Uribe Vélez— fue incierto.
Según la información del libro, Valencia Cossio, afirmó que hubo un “súbito cambio de los resultados electorales en el departamento”, que hasta las ocho de la noche daban como ganador a su candidato, Núñez Lapeira.
“Un hecho sin precedentes en el departamento es la declaratoria de nulidad de 132.295 votos. En las elecciones de 1991, con siete candidatos, hubo 7.297 votos nulos, el 1.2 por ciento del total, mientras que el porcentaje de este año alcanzó a ser del 16.82 por ciento de la votación, con cuatro candidatos en el tarjetón”, le dijo Valencia a El Colombiano.
En su denuncia, Valencia afirmó que la recepción y procesamiento de datos tenía que estar confiada exclusivamente a funcionarios de la Registraduría Departamental y no en un emisario del también candidato Álvaro Uribe Vélez.
Pues resulta que el emisario del candidato Uribe Vélez era nada más y nada menos que su primo, el parapolítico Mario Uribe Escobar, quien desde las 8:00 p.m. del 30 de octubre estuvo recibiendo personalmente información electoral, en abierta violación de la ley.
A las 10 de la noche de ese domingo se apareció Valencia Cossio en el centro de cómputo de EPM —donde se realizaba el conteo de votos— pidiendo airadas explicaciones de la presencia del primo del candidato.
El asunto se caldeó tanto que Valencia y Uribe Vélez, quien también estaba cerca del lugar de conteo, sin importarles la presencia de los delegados de la Registraduría y del comandante de la Policía Metropolitana, pasaron de la discusión a los puños como si fueran (¿o son?) dos rufianes de la peor calaña.
Para el 9 de noviembre de ese mismo año, el registrador nacional manifestó a Colprensa que la trifulca se dio por “una pelea de grandes señores que no han debido hacer tan bochornoso espectáculo. En el centro de cómputo, donde se cumple una función técnica, hay auditores de los partidos, pero no puede entrar cualquier político gritón por muy importante que sea”.
Finalmente, con pelea y todo, Uribe Vélez le ganó a Núñez Lapeira por 894 votos. Tras eso, el camino de estos dos hombres se separó por rumbos diferentes.
El camaleón voraz
De acuerdo con los círculos políticos de Antioquia, Valencia Cossio tiene dos características que lo hacen un político de respeto. Una de ellas es su voraz apetito burocrático y, la segunda, es su habilidad para caer siempre bien parado. Según La Silla Vacía, tras el fracaso de los diálogos de paz con las FARC en la era Pastrana (en los que fue negociador), Valencia Cossio fue nombrado embajador en Italia en el 2002, en los estertores de ese Gobierno.
Pero su salida del país no hizo que perdiera poder, todo lo contrario: armó dos listas para Congreso y Senado de su propio movimiento, la Fuerza Progresista Coraje, que sumaron 95 mil votos.
De esta votación, aparte de Juan Gómez Martínez, logró ascender a senador de toda su confianza —aunque rival dentro del conservatismo paisa— al hoy investigado por parapolítica Luis Alfredo Ramos. Posteriormente, en el 2005, Cossio regresó al país.
No es descabellado pensar que, gracias a la influencia de Ramos y Gómez, Álvaro Uribe —antes su enemigo electoral en Antioquia— lo nombrara como alto consejero presidencial para la competitividad. Luego, en 2008, pasó a ser el ministro del Interior y de Justicia.
Según se puede inferir de lo escrito por la Unidad Investigativa de El Tiempo en 2008, el nombramiento de Valencia se habría dado gracias a las negociaciones que él tuvo con el magistrado Francisco Ricaurte (ad portas de ser condenado por el Cartel de la Toga) para limar asperezas entre Uribe y la Corte Suprema de Justicia por la injerencia del “presidente eterno” en el proceso contra su primo Mario por parapolítica.
Anteponiéndose a los cambios políticos venideros, Valencia Cossio comenzó a plegarse más al “uribato” y a desdeñar del Partido Conservador.
En 2008 marcó distancia de los conservadores más tradicionales y empezó a hacerle ojos a Andrés Felipe Arias “Uribito” (viéndolo como el heredero legítimo de Uribe), cuando este tuvo que defenderse en el Congreso por el escándalo de Agro Ingreso Seguro y en la consulta conservadora de 2009, que ganó Noemí Sanín.
La Silla Vacía también relata que, en Medellín, Valencia repitió esta jugada y para las elecciones de Alcaldía de 2011 apoyó al liberal Aníbal Gaviria, desobedeciendo la orden de los conservadores para apoyar al siempre polémico Luis Pérez Gutiérrez.
Esta “jugadita” dejó tan bien parado a Valencia Cossio, que hasta le terminó consiguiendo puesto a su hijo Santiago Valencia Gómez en la Alcaldía de Gaviria como director técnico de la Gerencia Social de la Ciudadela Nuevo Occidente y, posteriormente, subsecretario de Despacho de la Subsecretaría de Servicio a la Ciudadanía.
Finalmente, viendo que el conservatismo estaba de capa caída y que era muy poco lo que tenía para ofrecerle, Valencia participó de la formación del Centro Democrático en 2013, pero obvio, a cambio de excelentes prebendas.
Siguiendo el consejo del papá, su hijo Santiago (que trabajó para la campaña de Juan Manuel Santos) renunció a la Alcaldía, ya que Valencia Cossio le consiguió puesto preferencial en la lista del Centro Democrático a la Cámara en Antioquia, lo que finalmente llevó al retoño a ser elegido representante en 2014.
Reveses y el otoño del gamonal
Pese a que el 2008 fue el año en el que por fin Fabio Valencia Cossio se convirtió en uribista pura sangre con derechos plenos (¿cómo la impunidad?), también fue el año en que se comenzó a marcar su debacle político-burocrático.
El 22 de julio de 2008, casi un mes después de su nombramiento como ministro del Interior, su hermano Guillermo fue capturado e investigado por vínculos con la “Oficina de Envigado” cuando era exdirector de Fiscalías en Medellín, hechos que le valieron la condena a 15 años de prisión en 2011.
Ante semejante revés, los partidos de oposición pidieron la renuncia de Fabio, ya que podría influir en el proceso judicial de su hermano.
Sin embargo, ese mismo día, Valencia Cossio anunció que no interferiría en las actuaciones de la justicia, que no haría valer su influencia y que respetaría y acataría sus decisiones, según recogió El Tiempo.
No obstante, el fiscal general Mario Iguarán lo desmintió y reveló que Valencia lo había llamado para pedirle una “segunda oportunidad” para su hermano cuando ya estaba tramitado su traslado del departamento de Antioquia a Boyacá.
Pese a este comportamiento —que francamente es un delito de tráfico de influencias (y que obviamente ni siquiera fue investigado)— y al inconveniente de tener a semejante ministro en sus filas, el entonces presidente Uribe lo defendió y lo sostuvo en el cargo argumentando que Valencia no era el responsable de los delitos cometidos por su familia. Como bien sospechosa la cosa.
El segundo revés de Valencia fue más doloroso y, en síntesis, más peligroso.
Dada su importancia en el segundo Gobierno de Uribe y su rango de ministro, le fue conferido el proyecto más importante del “presidente eterno” y, por ende, el más nocivo para una democracia seria.
En las manos de Fabio Valencia Cossio, según El Espectador, estaba el trámite del referendo con el que Uribe buscaba la segunda reelección consecutiva, más conocida como la re-reelección. Sin embargo, como todos sabemos, afortunadamente la estratagema de Uribe para perpetuarse en el poder fue rechazada por la Corte Constitucional.
Pese a la tamaña derrota, la relación de Uribe y Valencia Cossio no se deterioró. Pero queda en el aire la pregunta del porqué, pues por cosas más banales otros uribistas “purasangre” habían caído al olvido de Uribe, el “muchacho bendito”.
Valencia Cossio, ¿parapolítico?
Finalmente, y para acabar de ajustar, un viejo fantasma del pasado volvió a atormentar a Fabio Valencia Cossio.
En marzo de 2016, El Colombiano reseñó que la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá compulsó copias a la Fiscalía General, para investigar a Valencia Cossio por presuntos nexos con el paramilitarismo.
La solicitud de investigación emana de la sentencia condenatoria del exjefe paramilitar Ramón Isaza, excomandante de las Autodefensas del Magdalena Medio.
El tribunal inquiere a la Fiscalía para que verifique si una carta en la que Ramón Isaza, alias ‘El Viejo’, le manifestó a Fabio Valencia Cossio su negativa sobre apoyar la contienda electoral para la convención nacional conservadora, para el año 1995, es verdadera o no.
Lo curioso es que la denuncia reposa en la Fiscalía desde el año 2008 —justo cuando Valencia Cossio comenzó a ser el ministro del Interior y de Justicia y, por ende, con injerencia en temas judiciales— gracias a la petición del senador Gustavo Petro al fiscal Mario Iguarán para investigar la presunta relación entre Valencia y los “paras” de la época.
Sobra decir que la investigación sigue aún sin arrojar resultados y, parece, que sin muchas ganas de moverse.
Sin embargo, algo debe estar pasando, pues en octubre de 2018, el recién posesionado Iván Duque, le propuso a Valencia Cossio ser embajador en Asia, cargo que el político antioqueño no aceptó, pero que muy orondo le endosó a su hijo Juan Camilo Valencia Gómez, quien es embajador plenipotenciario en Indonesia.
Que descaro, como manejan a nuestro pais, como una finca, los CORRUPTOS DESDE LA PRESIDENCIA CON SUS LUGARTENIENTES ELECTOREROS DE LS ÑEÑEMERLANOGERLEINCHARCOSCORRONRADICSLFUERZAQUEDECIDEGAVIRISMO-U-PASTORESMERCADERESDELAFERELIGIOSADESUSOVEJASMIRAETC., con la eleccion del “NUEVO PRESENTADOR DE TELEVISION” que nos cuestan $3000 millones de nuestros impuestos Que vulgares CORRUPTOS, pore los VVALENCIA COSSIO, no tuvieron triciclo, sino carro oficial. Y como se adueñaron, de las “especies bensles” de lss Secretarias de Transito del Pais. Enguyen calladitos. CORRUPTOS, descarados. Y se maman el presupuesto con burocracia y contratos, y trafico de influenciad