Lo que sucedió en el Centro Comercial Santafé, en Bogotá, fue un caso aberrante, en el que la víctima había hecho denuncia de los actos cometidos en su contra, pero nadie le prestó la atención suficiente y terminó de la peor manera, con su muerte.
Estamos en un país donde la noticia es noticia siempre y cuando todos estén indignados, pocas son las personas que piensan; si esto pasó en un lugar lleno de personas, ¿qué sucede cuando están las puertas cerradas? Ella estaba haciendo su trabajo para mantenerse sin la ayuda de nadie, cuando llega alguien a dañar su vida y la de su familia, porque decidió terminar una relación, que, si no es de él, no será de nadie.
Pero claro, todo es una exageración, todos los días muere alguien ¿no? Es algo que he leído durante todo el día, las personas que tienen ese tipo de opiniones, prefieren ser torturados antes de aceptar que las mujeres tienen derechos, que no son algo que se puede manipular al gusto como algo que se compra en el supermercado o que desechas a la basura cuando ya no lo quieres más.
Somos más que objetos sexuales para el entretenimiento del hombre, somos seres vivos y no cosas que tienen de adorno dentro de su casa. En pleno siglo XXI es sorprendente la cantidad de lugares donde las autoridades y los habitantes aceptan este tipo de actos porque no importa cuántos meses, años o siglos siga creciendo la población mundial, las mujeres siempre van a tener la culpa por cualquiera que sea la razón a inventar.
Me enferma que las personas no hagan nada, que las autoridades pasen estas situaciones por alto y que los agresores no tengan una condena para que no puedan tocar a una mujer más nunca en su vida, porque siempre hay vencimiento de términos, porque se perdió un papel, porque “no son un peligro para la sociedad”.
Quiero caminar por la calle sin temor, con la cabeza en alto y orgullosa de ser mujer, con ganas de comerme al mundo por mi éxito y no por mi cuerpo. Quiero tener el derecho y la libertad de salir a caminar a cualquier hora sin pensar que un depravado me agreda, estoy cansada de que opriman mis derechos, que no me dejen expresar, que piensen que soy una “dramática” al ofenderme porque asesinaron a una mujer que tenía familia y una vida que no alcanzó a vivir, que deba adaptarme al gusto de los demás y que siempre existan personas que no saben lo que es la libertad y el derecho a ser uno mismo “porque así siempre han sido las cosas y nunca van a cambiar”.
Gracias por tu artículo. alguna vez en mi vida pase por una situación horrible, en donde demande a mi expareja por maltrato físico y verbal. lo indignate de ese día, es que me dijeron que yo no me podía acercar a él por ningún motivo (me hicieron sentir como si aquela situación la hubiera buscado). fue indignante