Este es un día histórico, un día que pone fin a un enfrentamiento armado con las Farc, es un día de llamado al perdón y la reconciliación, es un día que para muchas zonas del país representa un descanso de seis décadas de violencia y es un día que representa un triunfo para quienes han participado en la mesa de conversaciones entre el Gobierno y las Farc desde su instalación en Oslo, Noruega; pero este no es el último día de la guerra en Colombia y esa es la realidad que debemos afrontar tras un anuncio tan importante.
Es irresponsable que los medios de comunicación y algunos colombianos utilicen la expresión en redes sociales y publicaciones para referirse al acuerdo de Cese Bilateral, y es irresponsable porque es crear desinformación y falsas esperanzas en una sociedad que clama por poder vivir en un país en paz.
Decir que este es el último día de la guerra es desconocer que aún el país afronta situaciones de violencia con otros actores armados como el ELN, las Autodefensas y las Bacrim. Organizaciones que se han fortalecido y que controlan gran parte del negocio del narcotráfico del país, uno de los principales problemas que afronta el país en el orden público.
Porque, mientras en La Habana todo parece ir sobre la marcha, la expansión de grupos armados en el territorio sigue en aumento, llegando a más 250 municipios y consolidando a organizaciones narcoparamilitares como el “Clan de los Úsuga”, Libertadores del Vichada, Los Rastrojos, las Águilas Negras, Oficina de Envigado, el Bloque Meta, el grupo Cordillera y otros menores. (Ver informe Indepaz).
La guerra que nos ha marcado desde que nacimos puede continuar persiguiéndonos, porque nos falta luchar contra los conflictos sociales, políticos y económicos que nos siguen saqueando.
Porque todavía nos matamos unos a otros por simple intolerancia, porque aún en algunos barrios a los niños se les enseña el valor de un arma y no el de un libro; porque la desigualdad y la pobreza azotan regiones del país como La Guajira y el Chocó, y porque la corrupción hace de nuestra política un circo, donde importa más el bando al que se pertenece y no la implementación de políticas que vayan acorde a la garantía de los Derechos Humanos.
No se puede desconocer que llegar a este punto de acuerdo con las Farc es algo histórico y que obviamente marcará la forma que tenemos de ver y pensar el conflicto armado en el país. Y habrá que reconocer el esfuerzo de los integrantes de las comisiones para poder llegar a acuerdos que pongan fin al conflicto con la guerrilla y den paso para la reinserción a la vida civil. Pero hay que tener mesura con las palabras, porque no podemos hacerle creer a la gente que hasta aquí llega la guerra cuando por debajo se viene cultivando el ambiente perfecto para otras seis décadas de violencia.
Hay que tener tacto. Celebrar, alegranos, abrazarnos por demostrar que sí se puede llegar a un acuerdo a partir del diálogo, pero hay que tener tacto. No podemos enloquecernos y adornar la casa mientras guardamos el desorden en el clóset.
No podemos permitir que dentro de unos años, esos mismos que dejan las armas hoy, empuñen otras bajo nuevas banderas como lo estamos viviendo con las AUC, o que los líderes de las Farc que quieran participar en la vida pública sean asesinados por el Estado como sucedió con la UP.
No podemos repetir los errores del pasado. El gobierno no puede seguir siendo indiferente a las necesidades del pueblo. No se pueden seguir negando los derechos de los campesinos, de las mujeres, de los indígenas, afro y comunidad LGBTI. No se puede dejar de escuchar al estudiantado ni a la academia, no se pueden entregar los recursos del país a extranjeros ni seguir explotando la riqueza en beneficio de unos pocos. Este es el momento para los cambios, para que despertemos y exijamos nuestros derechos, no solo al gobierno sino a aquellos que por años han creído que la violencia es el camino.
La guerra es y seguirá porque la violencia y el conflicto son una adherencia a la naturaleza humana. Así que hoy no es el último día de la guerra en Colombia, porque todavía nos faltan muchas batallas por librar. Pero hoy si el el día en que comienza un nuevo capítulo de nuestra historia, como país y como sociedad, y dependerá solo de nosotros, como ciudadanos, como colombianos y como seres humanos, el dar paso al perdón y la reconciliación y a la reconstrucción de nueva sociedad que esté llena de oportunidades para todos.
Publicada el: 22 Jun de 2016
Las palabras correctas, gran reflexión. La PAZ la construimos como sociedad, apoyándonos unos a otros, siendo menos individualistas y pensando más en sociedad, donde las clases sociales poco importen o si trabajaste para una campaña política. Donde el mérito y la academia se mucho más importante. Donde un libro sea la mejor arma para la transformación, donde todos podamos ir a la escuela y luego acceder a una universidad y recibir, educación de calidad. Hoy se da un gran paso, pero debemos seguir caminando y construir la SOCIEDAD COLOMBIANA que siempre hemos buscado.