Columnista:
Mariana Londoño Ramírez
El sector de UniValle, durante la jornada del paro nacional ha sido reconocido por ser uno de los puntos más limpios comparados a otras zonas de bloqueo dentro de Santiago de Cali.
En las afueras de la Universidad del Valle, conocida como una de las dos únicas universidades públicas de Cali, patrimonio de la ciudad, con reconocimiento por su gran diversidad cultural entre los estudiantes, se puede presenciar que, durante el Paro Nacional, se ha construido entre las ruinas de lo que una vez fue la estación UniValle del MÍO, ahora conocido con el nombre Uniresistencia, «un jardín vertical».
Faruk Bedoya, un joven estudiante e integrante del comité de medio ambiente y de la fundación Ecología Humana, también conocido por ser un defensor de los animales nos comenta que el manejo ambiental de este punto «tiene que ver con un jardín vertical que hay en la estación con botellas recicladas y plantas, también se están haciendo talleres para enseñar a las personas cómo hacerlos en sus casas u en otros espacios».
Además, en los presentes días del paro nacional lo que queda de estas estaciones se está transformando en espacios que promueven pedagogías e incitan a una conciencia colectiva y ecológica.
En la fundación Ecología Humana, la cual está en alianza con el comité de medio ambiente de Uniresistencia, trabajan con una filosofía que resalta la importancia de conservar las relaciones de lo humano y la ecología.
Estos espacios se están prestando para promover la conciencia de los jóvenes y expresar su inconformidad con el estado colombiano. A pesar que en estas últimas estancias se han presentado amenazas contra la comunidad de Uniresistencia, los jóvenes están comprometidos y en lucha, con un pacto de que «lo destruyen 100 veces, 101 veces se volverá a construir».
Una de las integrantes de la primera línea de Uniresistencia, conocida como Vanessa que se encarga de la seguridad y vocería en las mesas de diálogo, menciona «solo me paré a la mitad de todos y les dije que comenzáramos a pintar, que cogieran pinceles y pinturas, señalando el piso y las paredes». Así fue cómo se dio la iniciativa mientras se pintaba, la fundación Ecología Humana fue realizando «el jardín vertical», en ese momento surgió la idea de pintar un oso de anteojos, una especie andina, originaria del continente, símbolo de la protección del bosque en la taquilla quemada de la estación, y entre otras pinturas en el lugar.
Por otra parte, Sonia, participante del comité cultural y encargada de la agenda de esta, es una de las que realiza las ollas comunitarias que se encuentran en los puntos como El Paso del Comercio y Uniresistencia. Ella, como otros adultos partícipes del paro nacional, hacen compañía a los jóvenes en este proceso de transformar y resignificar estos espacios en los que dice: «estamos aquí apoyando el proceso de los muchachos, estamos en una generación de jóvenes que tiene las herramientas, que han tenido la fortuna de tener unos profesores que les ha generado esa conciencia colectiva que todos nosotros necesitamos».
Y así como en otras partes de la ciudad, se han encargado de crear una voz con conciencia de lo que está sucediendo en el país. A pesar de que otros puntos de bloqueos han sido quitados en las últimas semanas que lleva del paro nacional, Uniresistencia, se ha convertido en símbolo del arte y la naturaleza, como un pie de lucha firme a resistir en tiempo de crisis, cuando lo que más se necesita es la unión.