Columnista:
Ana Prada-Páez
Cómo mujeres nos resulta profundamente doloroso conocer la actual realidad de Afganistán, en los mismos días en los que conquistamos significativos logros como estudiar lo que queremos, disfrutar de nuestra corporalidad, independencia económica, una muy relativa libertad de expresión, a la vez que sistemáticamente inicia una guerra contra las mujeres en el país del Medio Oriente.
Así era antes, así es ahora
La intolerancia parece ser una característica del monoteísmo, según la historiadora inglesa Karen Armstrong, experta en estudios sobre religiones. La hostilidad hacia los otros dioses nace con el monoteísmo, pues las religiones paganas tienden a ser tolerantes frente a la fe a dioses distintos. No obstante, cuando nació el islam existía una percepción de crisis humana, La Meca se había convertido en un centro internacional del comercio y las finanzas, los comerciantes pensaban que se habían convertido en amos y señores de su propio destino, pensando que la riqueza les podía otorgar inmoralidad, argumenta Armstrong en su libro La historia de Dios.
Mahoma consideró que el culto a la autosuficiencia provocaría la desintegración de la tribu, por lo que guio a su pueblo hacia lo comunitario y la defensa de los pobres y débiles por encima de todo. El islam nació como una solución política y espiritualidad para un pueblo que se sentía inferior espiritualmente, en esencia los musulmanes se han constituido en el compromiso con la construcción de sociedades justas de acuerdo con la voluntad de Dios, concluye Armstrong.
Durante la vida de Mahoma se abogó por la igualdad de los sexos, en sus inicios el islam fue una religión positiva para las mujeres, pues, las mujeres de la élite gozaban de poder y prestigio. Jadicha, la primera esposa de Mahoma, tuvo éxito en sus actividades comerciales, durante el periodo previo a la consolidación del islam con Mahoma en vida la mayoría de las mujeres vivían en las mismas condiciones de los esclavos, el islam nació como un proyecto emancipatorio, el Corán prohibía matar a niñas, reprendía a los árabes por sentir desagrado cuándo nacía una niña y reconoció a las mujeres los derechos legales de la herencia y el divorcio.
Fundamentalismo y distanciamiento de la palabra del profeta
Tras la muerte de Mahoma y con el paso del tiempo se desprendieron múltiples visiones de cómo practicar el islam, en dos grandes vertientes la sunni y la chiita. La división entre estos dos grupos fue más política que doctrinal, tras el fin del periodo «rashidun» de los cuatro primeros califas correctamente guiados el islam había dejado de ser una religión de tribus para convertirse en un imperio, sus líderes comenzaron a vislumbrar codicia e intereses mundanos, con una vida corrupta y lujosa, distinta a la vida austera de Mahoma y sus compañeros.
En contraposición a estas formas de practicar el islam por fuera de los planteamientos del profeta nace el sufismo a inicios del siglo IX, desde sus inicios se mantuvo fiel a la visión coránica de unidad de todas las religiones correctamente guiadas, rompiendo con el egoísmo para conocer el mundo a través de los ojos del amor, una cosmovisión que nada tiene que ver con el extremismo talibán.
Más adelante, con el progreso de la ciencia y el racionalismo de Occidente el mundo comenzó a vivir una ambivalencia, después de la época conocida como «modernidad», en palabras del sociólogo alemán Karl Polanyi, cada movimiento tiene su contramovimiento, el ascenso del pensamiento moderno y liberal que llegó de manera violenta a lo que hoy conocemos como el tercer mundo. En 1920 los franceses e ingleses se repartieron el Medio Oriente por medio de protectorados y mandatos, consolidando su proyecto colonial en nombre de la modernización, en un modelo político y económico en el que los países colonizados jamás alcanzarían el nivel de sus colonizadores y estaban subyugados a una cultura que aparentemente era superior.
Para Armstrong, la violenta colonización trajo consigo un «contramovimiento» de pensamiento y acción en oposición al proyecto moderno y en defensa de los valores conservadores. Durante el periodo colonial se veía al islam como una religión fatalista y que se oponía al progreso, la modernización de Turquía liderada por Kemaal Ataturk fue un proceso significativamente violento, con el genocidio Armenio. En Irak, el Sha Reza Khan occidentalizó al país a la fuerza prohibiendo el velo, obligando a los mullahs (personas versadas en el Corán) a afeitarse y ponerse quepis en lugar del turbante tradicional. A lo largo de la historia hemos visto como la represión de la religión puede engendrar el fundamentalismo, igual que las formas inadecuadas de teísmo pueden provocar el rechazo de Dios.
Los talibanes son un grupo armado que nació a finales de los años 90 en el norte de Pakistán, después de la retirada de las tropas de la Unión Soviética de Afganistán. Tuvieron apoyo por parte de EE. UU., Arabia Saudí, Pakistán, entre otros. A mediados de los 90 empezaron su influencia en el suroeste del país y en 1995 controlaron Herat. Entre 1996 y 2001 Afganistán vivió la ocupación Taliban, que aplicó la ‘sharía’ o ley islámica, obligando a los hombres a llevar la barba larga, se prohibió la televisión, el cine, la música, la escolarización de las niñas a partir de los 10 años, así como obligar a las mujeres a llevar burka, según el diario español ABC.
Qué está pasando hoy
Con los atentados del 11 de septiembre de 2001, tropas estadounidenses intervinieron Afganistán y lucharon contra los talibanes, lograron derrotarlos en la capital, marchándose a otras zonas del país. Pese a que el conflicto ha durado 20 años, los estadounidenses no han podido derrotarlos definitivamente, declara el diario español ABC. En julio de 2021 el presidente estadounidense Joe Biden anunció desde la Casa Blanca el pasado 7 de julio retiro paulatino de sus tropas que finalizaría el 31 de agosto bajo el siguiente argumento: «Ninguna nación ha unificado nunca Afganistán. Ninguna nación. Hay imperios que han ido allí y no lo han conseguido, dejando un mayor margen de acción para los talibanes».
El 60 % de la población de Afganistán tiene menos de 20 años, nacieron y crecieron sin conocer la guerra, respirando un relativo aire de tranquilidad y esperanza que hoy se ve un poco extinta. Sahraa Karimi, directora de cine afgana, asegura que una de sus mayores preocupaciones es la censura y la restricción de la libertad, especialmente de las mujeres.
Las mujeres completamente invisibilizadas
Con la llegada de los talibanes al poder en Afganistán se invisibiliza a la mujer sin motivo, se le obliga a callar sus sueños, opiniones y emociones, se le obliga a morir en vida. Mientras la mayoría de los que logran migrar del país son hombres, el 80 % de las que intentan dejar el país son mujeres, niñas y niños. BluRadio ha publicado la recopilación elaborada por la jurista Elsa Alcalá de 29 restricciones para las mujeres afganas con la llegada de los talibanes al poder:
- Completa prohibición del trabajo femenino fuera de sus hogares. Solo unas pocas doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en algunos hospitales en Kabul.
- Completa prohibición de cualquier tipo de actividad de las mujeres fuera de casa a no ser que sea acompañadas de su mahram (parentesco cercano masculino como padre, hermano o marido).
- Prohibición a las mujeres de cerrar tratos con comerciantes masculinos.
- Prohibición a las mujeres de ser tratadas por doctores masculinos.
- Prohibición a las mujeres de estudiar en escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa (los talibanes han convertido las escuelas para chicas en seminarios religiosos).
- Requerimiento para las mujeres para llevar un largo velo (burka), que las cubre de la cabeza a los pies.
- Azotes, palizas y abusos verbales contra las mujeres que no vistan acorde con las reglas talibán o contra las mujeres que no vayan acompañadas de su mahram (su marido y guardián).
- Azotes en público contra aquellas mujeres que no oculten sus tobillos.
- Lapidación pública contra las mujeres acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio (un gran número de amantes son lapidados hasta la muerte bajo esta regla).
- Prohibición del uso de cosméticos (a muchas mujeres con las uñas pintadas les han sido amputados los dedos).
- Prohibición de hablar o estrechar las manos a varones que no sean mahram.
- Prohibición de reír en voz alta (ningún extraño debe oír la voz de una mujer).
- Se prohíbe a las mujeres llevar zapatos con tacones, que pueden producir sonido al caminar (un varón no puede oír los pasos de una mujer).
- Prohibición de montar en taxi sin su mahram.
- Prohibición a las mujeres de tener presencia en la radio, la televisión o reuniones públicas de cualquier tipo.
- Prohibición de practicar deportes o entrar en cualquier centro o club deportivo.
- Prohibición a las mujeres de montar en bicicleta o motocicletas.
- Prohibición a las mujeres de llevar indumentarias de colores vistosos. En términos de los talibanes, se trata de «colores sexualmente atractivos».
- Prohibición a las mujeres de reunirse con motivo de festividades como el «Eids», con propósitos recreativos.
- Prohibición a las mujeres de lavar ropa en los ríos o plazas públicas.
- Modificación de toda la nomenclatura de calles y plazas que incluyan la palabra «mujer». Por ejemplo, el «Jardín de las Mujeres» se llama ahora «Jardín de la Primavera».
- Prohibición de asomarse a los balcones de sus pisos o casas.
- Opacidad obligatoria de todas las ventanas, para que las mujeres no puedan ser vistas desde fuera de sus hogares.
- Prohibición a los sastres de tomar medidas a las mujeres y coser ropa femenina.
- Se les prohíbe a las mujeres el acceso a los baños públicos.
- Prohibición a las mujeres de viajar en el mismo autobús que los hombres. Los autobuses se dividen son «solo para hombres» o «solo para mujeres».
- Prohibición de usar pantalones acampanados, aunque se lleven bajo el burka.
- Prohibición de fotografiar o filmar a mujeres. No pueden aparecer en fotografías y vídeos. No existen.
- Prohibición de publicar imágenes de mujeres impresas en revistas y libros, o colgadas en los muros de casas y tiendas.
Qué podemos hacer para ayudar
Presionar a los gobiernos nacionales para dar refugio y acompañar a la sociedad civil, la Red Unida de jóvenes Constructores de Paz (UNOY, por sus siglas en inglés) ha instado a la comunidad internacional a no escatimar esfuerzos para tener presencia en Afganistán por medio de una intervención no violenta que garantice:
- La construcción de vías para resolver conflictos por medios no violentos mediante la creación de un entorno propicio y propicio para un diálogo significativo, inclusivo, constructivo y pacífico.
- El fortalecimiento de la cooperación y el intercambio mutuo con las organizaciones de la sociedad civil para brindar a los perjudicados, en particular los jóvenes, las mujeres y los niños, el apoyo humanitario, psicoemocional y social, y ser un aliado en la amplificación de sus voces.
- La participación en la no agresión mutua mediante el desarrollo de mecanismos de reducción de riesgos en la promoción de otorgar legitimidad a las acciones pacíficas.
- El llamado a todas las partes del conflicto a que tomen las medidas necesarias para proteger a los civiles, incluidos los jóvenes, garantizando la protección de los derechos humanos y el cumplimiento del derecho internacional.
Puedes sumarte a este llamado de UNOY en este enlace.
También, puedes donar dinero para refugio y recursos, así como el fomento de la creación de espacios seguros y donar dinero para visas humanitarias, evacuación de emergencia y casas seguras: