Columnista:
Ancízar Villada Vergara
La vicepresidenta y canciller Marta Lucía Ramírez, en los últimos días ha sido noticia a nivel nacional e internacional por su deshonrosa participación en la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, la cual buscaba discutir la penosa situación del magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse. Un caso emblemático del histórico entrenamiento de mercenarios en Colombia por parte de potencias bélicas como los Estados Unidos e Israel.
Entre otras cosas, la participación de la vicecanciller resultó deshonrosa para todos los colombianos que la vimos allí, porque observamos que de manera hipócrita la vicepresidenta de Iván Duque se muestra ante el mundo como una defensora de los Acuerdos de Paz en La Habana. Además, manifestó que las muertes violentas durante las manifestaciones en Colombia eran causadas entre los mismos «vándalos».
Según la vicefantasmagórica, el Gobierno que ella representa y las instituciones que han cometido abuso de poder de manera sistemática durante este período de gobierno no han hecho absolutamente nada. Estos hechos demuestran que la «estrategia» de política exterior de Colombia es lavarse las manos con los gringos manifestándose en contra de Cuba y Venezuela, diciendo falazmente que ellos son la razón de las protestas y están conspirando en contra del Gobierno y de los colombianos.
Del mismo modo, la fantasmagórica vicecanciller salió a ofrecer una rueda de prensa luego de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, allí le cuestionaron sobre la foto de Iván Duque con uno de los presuntos reclutadores de los mercenarios involucrados en el magnicidio del presidente haitiano.
Utilizando la misma estrategia que usaron con el escándalo del Ñeñe Hernández, ‘Martuchis’, dijo que se trataba de simplemente una foto de un ciudadano con un candidato y, que, por lo tanto, Duque no tiene nada que ver con este escándalo. Lamentablemente, para Marta Lucía Ramírez, ni ella ni Uribe ni Duque ni ninguno de los personajes del gabinete del presidente cuenta con credibilidad alguna por parte de los colombianos; mucho menos para el resto del mundo.
No olvidemos que la vicefantasmagórica se encuentra junto a Iván Duque en su peor momento de popularidad durante todo el Gobierno, no solo por las reformas antipopulares y neoliberales del Gobierno tecnocrático y déspota del títere y subpresidente, sino por el famoso caso del ‘Memo Fantasma’, el cual fue capturado por la Fiscalía.
Ahora bien, es oportuno señalar que la fantasmagórica vicepresidenta también fue exministra de Defensa entre el periodo 2002 y 2003, mismo tiempo en el cual se llevó a cabo la macabra Operación Orión, que dejó, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, más de 600 víctimas en la Comuna 13 de la ciudad de Medellín.
Pero la hipocresía de la fantasmagórica vicepresidenta no termina allí, porque aún con los antecedentes que le pesan, ‘Martuchis’ se atreve a dar cátedra de derechos humanos pidiendo el fin de la dictadura y anhelando por la libertad de Cuba. Mientras en Colombia con la perversa fórmula del monopolio de la violencia «legítima» del Estado más de ochenta civiles perdieron la vida en dos meses de paro, en el país que gobierna.
Claramente a la fantasmagórica vicecanciller hay que argumentarle lo siguiente:
La «legitimidad» del monopolio de la violencia estatal se pierde en cuanto las armas pagadas con el dinero de los impuestos de los ciudadanos son accionadas contra los mismos civiles, mientras a los narcotraficantes y verdaderos delincuentes los dejan libres.
Finalmente, hay que señalar la doble moral tanto de Marta Lucía Ramírez como de Iván Duque, quienes buscan treparse en el barco de la «libertad y la democracia» interviniendo en las políticas de Venezuela, Cuba y Haití, mientras que en Colombia el lema del escudo nacional «libertad y orden» ahora debería denominarse «esclavitud y desorden».