Fredy Chaverra
Columnista
Las cartas están sobre la mesa: Natalia Gaviria SÍ es la candidata del gobernador Andrés Julián Rendón (aunque en campaña solo le faltó negar ese apoyo jurando sobre la memoria de su “sagrado” padre); al rector-candidato, John Jairo Arboleda, SÍ le funcionó la estrategia de presionar la “tenaza burocrática” y sin problema refrendó el resultado de una cuestionada consulta interna, y John Mario Muñoz, SÍ mantuvo el respaldo del Gobierno nacional.
Al cementerio pasan (por el momento), las candidaturas de Carlos Fernando Arroyave, Elvia María Gonzáles, Luquegi Gil Neira, Ramón Mesa, Jaime Andrés Cano, Javier Darío Fernández y Lina María Muñoz.
De cara a una segunda vuelta en el proceso de designación rectoral, fijada para el 2 de abril, concibo tres escenarios posibles.
Los estamentos: ¿un terreno en disputa?
El rector-candidato revalidó los resultados de la consulta interna y sumó el voto de los profesores, egresados y directivos; sin embargo, resulta tan necesario como pertinente precisar que el 78% de la comunidad universitaria que participó en esa consulta no está de acuerdo con su continuidad, este no es un dato menor, resulta pertinente visibilizarlo. John Jairo Arboleda no “ganó” con un respaldo de opinión, para nada, porque ante la dispersión de los estamentos entre varias candidaturas, solo le bastó con movilizar su maquinaria burocrática para hacerse al primer lugar. No “ganó” en la opinión.
Ahora bien, en perspectiva de la segunda vuelta, esos respaldos, al menos, los de egresados y directivos, podrían convertirse en un terreno en disputa, ya sea favor de Gaviria (lo cual dudo) o de Muñoz, esto porque el acuerdo tácito de respetar a rajatabla los resultados de la consulta solo resulta vinculante en la definición dada por los profesores. Aunque seguro Arboleda apretará con firmeza la “tenaza burocrática” para evitar a toda costa ese desplazamiento.
Por el momento, parece que el rector-candidato no se ha hecho de buenas migas con el gobernador o con el presidente, así que valdría la pena que los estamentos reflexionaran (más allá de la maquinaria burocrática de Arboleda) sobre el futuro del Alma Mater, especialmente sobre los recursos que se necesitan para atender a una Universidad en crisis (y los recursos los tiene es el Gobierno nacional) y sobre el rol mismo de la Universidad en la discusión a la reforma a la Ley 30 (algo en que el actual rector ha pasado de agache entre todos los rectores del país).
¿La negociación entre los Johns?
En las contiendas políticas se fijan adversarios y desde el arranque de este convulsionado proceso de designación emergió un adversario de talla mayor: el gobernador Andrés Julián Rendón. El mismo que busca avanzar hacia una toma hostil de la Universidad y que solo la ve desde la óptica de la estigmatización -no hay que olvidar que afirmó en una entrevista en Revista Semana que como cabeza del Consejo Superior le respiraría en la yugular-, ya queda claro que la candidata Gaviria (que en campaña lo negó hasta el cansancio) es su ficha en esa pretensión, y en ese escenario, desde la perspectiva del Gobierno nacional, el rector-candidato podría figurar como un adversario menor.
Una eventual alianza entre John Jairo y John Mario podría propinarle una derrota certera a la toma hostil que quiere emprender el gobernador, pero ese escenario no pinta razonablemente viable; primero, porque como ya advertí el 78% de la comunidad académica que participó en la consulta no quiere la continuidad; segundo, porque un rector que figuró en el empalme de Federico Gutiérrez, quien, no dudó en presentarlo como “la representación de lo que queremos como gobierno” no podría generar más que suspicacia; y tercero, porque John Mario ha sido bastante crítico de esa administración.
Hasta no me resultaría extraño que Arboleda le sonsaque los respaldos a Natalia Gaviria, pues ya ha demostrado su pragmatismo y capacidad para adaptarse al poder de turno
¿Entonces podría John Jairo declinar a favor de John Mario?, no sé, lo dudo, el ego que lo llevó a buscar otro periodo, a sabiendas de su desgaste, los cuestionamientos por su “quietud” en medio de la crisis por Violencias Basadas en Género, y la forma como viene apretando la “tenaza burocrática” para asegurar apoyos internos, me llevan a dudarlo. Su lógica de campaña fue la del poder para poder.
La indecisión que mueve el cementerio
Si de la segunda vuelta del 2 de abril no sale humo blanco y las posiciones antes se radicalizan, llevando lo que inicialmente se concibió como un pulso entre dos: el presidente y el gobernador, a un pulso entre tres: el presidente, el gobernador y los estamentos, se podría caer en una indecisión que mueva el cementerio al cual cayeron las candidaturas que sucumbieron en primera vuelta.
Si la universidad cae en una interinidad peligrosa, y se paraliza en la incapacidad de llegar a un acuerdo entre los sectores en disputa, todavía habrá otros siete candidatos (si a ese momento no se ha bajado alguno de la carrera) ansiosos de sumar apoyos.
Personalmente, es un escenario que no me gusta, pero la universidad tampoco puede quedar acéfala ante la incapacidad de llegar a un acuerdo.
Solo basta anotar que las cartas mas no la estrategia están sobre la mesa, y sí, y lo vuelvo a repetir, Natalia Gaviria SÍ es la candidata del gobernador, y soy insistente en ello porque ella me lo negó, y sí así hace campaña…
Lo que sigue para el futuro del Alma Mater es una negociación pura y dura, y solo veo dos caminos: o se elige al candidato que garantice el presupuesto desde el Gobierno Nacional y la centralidad de la Universidad en la próxima discusión a la reforma a la Ley 30, es decir, John Mario Muñoz, o se elige a una candidata que en público negaba un apoyo que en privado sí aceptaba, es decir, Natalia Gaviria.
Y al rector John Jairo Arboleda Céspedes no lo veo como un camino, porque su continuidad en el cargo solo representaría más de lo mismo, más desgaste y más desidia.
Amanecerá y veremos.