Me han llamado mucho la atención las decisiones que algunos dirigentes y militantes de base han asumido después de la primera vuelta electoral.
Unos, la gran mayoría, han optado por venderle su alma al diablo: César Gaviria Trujillo, el papá del neoliberalismo gobernante, el mismo de “bienvenidos al futuro”, el que está posicionando a su vástago para que llegue lejos (respetable en cualquier padre, siempre que no estén de por medio los intereses del público), el as que durante la campaña que llevó a la reelección del presidente Santos acusó de mentiroso al mentiroso mayor, ha optado por subirse al carro de la victoria. Respetable decisión. La historia le pasará en su momento la cuenta de cobro.
El sector “enmermelado” del partido conservador, obviamente, con su sensible olfato para determinar “quienes vamos ganando”, corrió a adherir también su nombre al carro de la victoria. Atrás quedaron las acusaciones y las discriminaciones que el sector “doctrinario” les había hecho por haberse vendido al gobierno Santos. Hoy están, como en el tango Cambalache:
“… revolcaos en un merengue
Y en el mismo lodo
Todos manoseaos”.
Los de la U siempre han constituido un vómito de perro, en el cual hay de todo: desde parapolíticos hasta gente decente. Sin embargo, corrieron a darse codazos, unos con los otros, para buscar un puestecito en la foto con el ganador del certamen.
De los Vargaslleristas no hay que hablar. Su líder mantiene un silencio prudente, pero todo el mundo sabe qué es lo que le dicta su corazón torcido, ese mismo corazón que, habiendo nacido liberal, siempre ha encontrado la puerta para trabajar en contra de la colectividad de sus antepasados, como cuando apoyó a Pastrana contra Serpa y a Uribe contra Serpa y se alió con el que dijo Uribe en 2010, para cogobernar pensando en 2018. De ahí solo algunas personas decentes, que a pesar de todo las hay, han expresado su inconformidad con la decisión de adherir al triunfador de turno.
Los militantes del grupo ganador, que ayer se desgañitaban acusando de mamertos, de enmermelados, de vendidos, a los miembros de los otros partidos que no compartían su veneración por la imagen del sacrosanto líder de poncho y sombrerito aguadeño, han abierto sus brazos acogedores y hoy día, con ellos, como en la canción de Joan Manuel Serrat “bailan y se dan la mano, sin importarles la facha”.
Sin embargo, los más sorprendentes de todos han sido los promotores de un púdico e inútil voto en blanco: Humberto de la Calle que se hizo moler en la primera vuelta defendiendo el proceso de paz, ahora se niega a apoyar la única opción que no pretende “volver trizas ese maldito papel”. También a él la Historia le pasará cuenta de cobro.
Jorge Robledo, arrogante y ególatra, que, olvidando las enseñanzas de Mao sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, ha antepuesto sus odios personales al interés general. Con qué cara habrá de seguir predicando anatemas contra la corrupción habiendo apoyado con su aséptica neutralidad, al cartel de los corruptos.
Juan Fernando Cristo, haciendo caso omiso del ideario de López Pumarejo y Lleras Restrepo, eludiendo su confrontación con César Gaviria, asume una posición igualmente neutral en presencia de la encrucijada que se cierne sobre el país entre aquellos que él combatió por corruptos y quienes sostienen el ideario liberal.
No hay que hablar de Sergio Fajardo. Ese personaje viscoso y nauseabudamente tibio, toda la vida ha estado del lado de los poderosos. No en vano ha sido el alfil de Grupo Empresarial Antioqueño. Su predicada limpieza siempre ha dejado pirámides de dudas en relación con la honestidad con que gestionó los recursos de la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de su departamento. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”, apunta el refranero castellano.
Porque en situaciones de disyuntiva, en que la escogencia tiene que hacerse entre una posibilidad de aclimatar la justicia o una que mantenga el predominio de la injusticia, optar por las posiciones neutrales es favorecer esta última.
El libro del Apocalipsis los desnuda: “porque no eres, ni frío, ni caliente, estoy por vomitarte de mi boca”.
Pero, lo cierto es que nunca antes el pueblo colombiano había tenido una oportunidad más preciosa de pronunciarse en contra de la desigualdad, la corrupción, las triquiñuelas, las maquinarias, como la actual.
Jamás una simple equis había tenido tanto poder como para cambiar, en favor, el porvenir de una nación.
En efecto, todo lo más granado de la infecta política tradicional, los congresistas del pastranismo, del conservatismo, del clientelismo liberal, de la “enmermelada” Mesa de Unidad Nacional, el vargasllerismo y, obviamente, el mil veces cuestionado senador de las mil investigaciones y otro tanto de impunidades, y sus secuaces, se han unido en un solo cartel de corrupción, de mentiras, de tergiversaciones de la realidad, para asustar al pueblo con un monstruo de papel que ellos mismos han inventado y que saben que es falso.
Esta es la ocasión dorada para que la gente que no vende su voto, que no vota por el que le digan, que analiza y estudia la realidad nacional, que no se traga entero el cuento de los fantasmas de papel, exprese su repudio y su rechazo generalizado a esas triquiñuelas.
Es la oportunidad de pegar un timonazo en la dirección del Estado, que nos saque de este marasmo de doscientos años de injusticia, de conculcación de derechos, de sistemático robo del erario, de componendas y exclusiones.
Es la hora del negro, del indígena, del desamparado, del diferente, del que no tiene voz, del ciudadano anónimo, del que no entrevistan los noticieros, ni consultan los encuestadores. Es la hora del hijo de vecino, de los sin nombre, de los excluidos y vilipendiados.
Es el momento de rescatar el ideario que inspiró la Revolución en Marcha de López Pumarejo, el ideario de Jorge Eliécer Gaitán, las propuestas de Rodrigo Lara Bonilla, el programa progresista de Luis Carlos Galán, el acuerdo sobre lo fundamental de Álvaro Gómez.
Como dijo el tribuno del pueblo José Acevedo y Gómez:
«Si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como insurgentes: ved los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan».
El pueblo colombiano tiene la palabra.
Yo me preguntaba cómo hacer para que la juventud de hoy entendiera el profundo agradecimiento que hay en el corazón del más del 50% de los colombianos por toda la gestión que hizo Uribe para preservar al país de la destrucción por causa de la guerrilla. Pero, ahora me sorprende es que cómo un «historiador, Abogado, Docente universitario y Maestro en Ciencia política» puede expresarse en una manera tan baja, infame y cruel. Creo que hay dos posibles respuestas:
1. Que todos esos títulos son falsos ( Como los de Petro).
2. Que pertenece a los que Uribe atacó (guerrila)
3. Todas las anteriores.
En todo caso, por favor aprenda a expresar sus ideas y mucho más si es que usted es un profesor.
Vergüenza de Usted señora, que al igual que Usted hay mucha gente ignorante, sin capacidad de ver como tienen al país estos delincuentes de gobernantes.
Señora Leonor Giraldo.:
Como dice el dicho: el centro democrático está conformado por: Ricos muy ricos y pobres muy brutos.
Adivine en qué grupo está Usted.
señora Leonor Giraldo, tambien es posible asumir, como respuesta, que ud. no capta la situacion del pais, y como buena defensora del eterno, se limita a degradar y no a debatir. poner en duda los titulos y llamar guerrillero al que no piensa como ud. solo pone en duda sus conocimientos. en todo caso, por favor, aprenda a expresar sus ideas y mucho mas si tenemos en cuenta que es posible que ud. sea un ser racional.
Excelente Artículo, felicitaciones, como siempre, mi admiración y respeto
Excelente postura, làstima que seamos pocos los que analisemos la situación desde está perspectiva ,pues vivimos en un país de titeres sin cabeza. Aún escucho de personas preparadas validar la barbarie del paramilitarismo como solución a está tórpida Nación.
Es la realidad de un País, que ha sido gobernado por un puñado de familias. Y desde hace casi veinte años gobernado por un miembro del Cartel de drogas mas daño le ha hecho a Colombia. Es verdad, tenemos el momento histórico en nuestras manos. Poder de decisión clave para enviarles a todos los corruptos, que ya nos cansamos de que esta tierra sea su botín, que ya nos cansamos de vivir en un país sin oportunidades ni futuro. Tenemos que darnos la oportunidad de mirar otro horizonte, de vivir otra realidad.AHORA ES EL MOMWNTO.