Columnista:
Ricardo Rodríguez
Marta Lucia Ramírez, vicepresidenta de Colombia, habla de la posibilidad de que las mujeres presten servicio militar obligatorio cuando cumplan su mayoría de edad, explícitamente, según ella, para reducir el tema de abusos sexuales; pero la realidad muestra que han sucedido varios abusos por parte de los héroes de la patria a mujeres vulnerables de lugares apartados de Colombia, donde ni Dios o el diablo se asoman a mirar.
¡Eso es como dejar cuidando a su hija con Luis Alfredo Garavito! Lo cual da a entender que el mundo en el que vive la Vicepresidenta es un sueño de tenores, sopranos, de teatros llenos con finales apoteósicos de rosas rojas en escenarios de madera del siglo XV y, por supuesto, panaderos que ganan 2 millones de pesos.
No me imagino a una mujer recién graduada, saliendo a las montañas cargando un fusil M16, mientras alrededor suyo 5 uniformados con una erección se apuran a quitarle el camuflado para satisfacer sus necesidades más básicas. Dirán que soy un exagerado o degenerado, pero es una realidad, algunos de nuestros militares han violado a niñas y mujeres inocentes.
En la propuesta de Marta Lucía Ramírez, las mujeres que van a ser carne de cañón no son las hijas, nietas, sobrinas, amigas, de una elite ultraconservadora, son las otras mujeres que no tienen este tipo de privilegios y que en algún momento van a estar caminando por la calle, cuando van a ser abordadas por un camión de militares que las van a subir a la fuerza y que se van a comunicar dos días después con sus padres desde algún batallón, diciendo que las reclutaron para servir a la patria, en una guerra que la promueven los mismos que dicen amar a sus héroes. ¡Ajua!
La vicepresidenta señala está propuesta como una posibilidad de cambio dentro de las Fuerzas Militares para enderezar, mejorar y corregir las acciones de esta institución, no sé cómo carajos ayudaría a mejorar la actuación de los militares o qué quieran enderezar. Estás justificaciones morales disminuyen la responsabilidad de actos de abuso sexual, y las convierten en acciones que pueden suceder en medio de la normalización del abuso: “no de papaya, mija, porque le pasa algo”, o como la frase típica, “por eso les pasa lo que les pasa”.
Otro hecho importante a señalar es la importancia que se le da a la salud mental en el tema de reclutamiento, ya que para ser parte de las filas del Ejército se debería identificar rasgos misóginos o violentos en los jóvenes. Desde mi ingenuidad pensaba que este tipo de filtros se realizaban, donde había una evaluación psicológica de rasgos de personalidad y de antecedentes de conducta para el reclutamiento adecuado, no solamente una manoseada de güevas en alguna cancha de futsal frente a la vergüenza de los compañeros. No me imagino una fila de mujeres, desnudas, mientras alguien las toca para saber si son aptas o no.
Ojalá esta iniciativa no se quede rondando como posibilidad de mejoramiento de una representación social negativa de una institución, para que estos hechos “bochornosos” no se multipliquen. Si primero no se corrige el rumbo y la misión de las Fuerzas Militares y se acaba lo obligatorio de prestar el servicio militar, cambios habrán pocos.
pero cual es el escandalo que paso con la igualdad de derechos, los unicos que tenemos que servir de carne de cañon para que nos mate la guerrilla somos nosotros los hombres ? para eso si no somos iguales tan raro no?