“A veces en tu alacena solo tienes para prepararte un café y salir de la casa sin comer y contando monedas con la esperanza de encontrar el empleo soñado”
Ana María (bogotana, madre soltera – desempleada)
La difícil situación de Ana María, lejos de ser la excepción a la regla, es por el contrario la historia generalizada de miles de colombianos que se enfrentan diariamente a la crudeza del país del “sagrado corazón” en el que los mejores puestos de trabajo están reservados para el amigo, el sobrino, o el hijo del político o personaje prestante que mueve sus influencias cobrando favores.
Hoy cuando la tasa de desempleo en nuestro país se encuentra en el 8,8%, la canasta familiar se ve afectada por el paro de transportadores encareciendo los precios de los alimentos, al tiempo que la inflación superó el ajuste hecho al salario mínimo y el alza de servicios públicos y el transporte se encargan de devorar el dichoso aumento del salario, en los hogares colombianos y mucho más en aquellos donde el jefe del hogar está desempleado, solo se puede pensar en una cosa: ¡Crisis económica! Buscando por todos los medios y como en el acto de circo pobre hacer peripecias para ajustarse el cinturón y poder llegar a fin de mes.
Lejos está la paz que persigue el gobierno Santos de solucionar esta grave problemática, sin embargo, apostarle a los temas sociales dejando de invertir gran parte del presupuesto de la nación en la guerra es el primer paso para afrontar este tipo de dificultades por las que pasan tantos compatriotas.
Ante esta realidad, encontrar un empleo digno y no morir en el intento es una proeza cada vez más difícil, esto sumado a la poca formación que desde las instituciones educativas recibimos que nos preparen para la vida y sus bemoles, adicionalmente un ministerio de la protección social apartado de la realidad y cuya fragilidad permite los mayores actos de corrupción y tramitomanía que impiden el acceso a los beneficios del subsidio al desempleo publicitados por el gobierno, y por si fuera poco, el sistema de salud con sus EPS a las que ya no podemos acceder en nuestra condición de desempleados por no tener como pagar dicho servicio, lo que lo convierte en un sistema totalmente inhumano y mercantilista, y cuando usted busca el apoyo de las entidades de salud del estado se lleva la sorpresa que tampoco lo pueden atender o si lo hacen debe pagar sumas elevadísimas ya que su “puntaje del SISBEN” está por encima del requerido para considerarse dentro de la población beneficiaria, porque dicho puntaje no se actualiza respecto a su nueva condición socio-económica.
Por otra parte, si el desempleado es una persona joven se debe enfrentar a otras penurias poco tenidas en cuenta por la actual legislación, presentando el siguiente panorama: si usted no pertenece a una minoría étnica, no es desplazado, no es reinsertado, no presenta algún tipo de discapacidad, es decir, si no está incluido en los distintos listados de población vulnerable, pero aun así lleva meses buscando trabajo, no existe hoy una categoría o un programa que “le dé una mano” para superar su adversidad, incluso los intentos de vinculación laboral del programa de los 40.000 empleos promovido por la presidencia se queda corto en este campo ya que un joven solo puede hacer uso de este beneficio una única vez y en adelante al terminar su periodo de inclusión queda nuevamente a la deriva como pez navegando en el océano hostil y despiadado del consumismo.
Hay que decir también que para superar esta adversidad la población desempleada se ha vuelto experta en el manejo de las nuevas herramientas de acceso a las ofertas laborales, como son las redes sociales, plataformas y portales de empleo, arriesgando de paso la privacidad de sus datos personales, al tiempo que se exponen a caer en las garras de las empresas fantasma que operan de forma fraudulenta en la web y que solo buscan estafar a incautos y desesperados hombres y mujeres cesantes, esos mismos que aparecen contando sus tristes historias en los programas del prime time del domingo, y allí los vemos con lágrimas en los ojos confesando que terminaron más endeudados que antes, embaucados con perfumes y otros productos o asaltados en su buena fe por una pirámide que se quedó con sus últimos pesos y esperanzas.
Y si por fortuna encuentras un buen empleo, debes empezar a lidiar con la llamada tercerización, contratos injustos, no pago de horas extras y en el peor de los casos el abuso de jefes molestos que usan su cargo para beneficios personales y toda clase de desviaciones perversas, morbosas y hasta pornográficas.
Aún así y más allá de lo que podamos hacer en nuestro afán por encontrar un empleo no hay que dejar de lado la práctica de salir de la casa y encaminarse a la búsqueda de oportunidades, a la antigua, tocando las puertas de la empresa en la que anhelamos trabajar, pues ya saben que “la cara del santo es la que hace el milagro”, o acceder a plataformas seguras de trabajo por proyectos, volviéndose independiente y trabajando en su propia empresa buscando fuentes que permitan desarrollar un programa de emprendimiento y porque no, dedicarse a hacer lo que le gusta y recibir por ello un pago.
Pero bueno, dicho lo anterior, lo más valioso que puede surgir en medio de las dificultades y afujías por encontrar el empleo deseado, es tratar cuanto antes de dejar de trabajar para comenzar a soñar y arriesgarse a hacer de sus hobbies un estilo de vida rentable en el que no haya ocupaciones sino momentos de desarrollo personal y mejor aún si esos momentos van acompañados del crecimiento económico y una mejor calidad de vida haciendo lo que nos gusta.
Muchas gracias por el artículo. ¡Me encantó!
Gracias a ti por leer, te recomiendo los otros artículos publicados en este medio. Un abrazo querida Diana!