En nombre del pueblo

Opina - Política

2016-11-26

En nombre del pueblo

La tarde caía y cinco panelistas de posiciones afines hacían el análisis de la firma del nuevo acuerdo de paz. La periodista del telediario advirtió: “En aras del equilibro informativo tenemos un amplio panel”. Y, los que le seguimos la pista al cubrimiento de los acontecimientos, no podíamos creer que fuera cierto. Pero ahí estaban: Jaime Castro, Marta Lucía Ramírez, Herbin Hoyos, Diana Sofía Giraldo,  y Uribe Vélez. El dream team  de la derecha en Colombia. Ahí estaba el amplio panel de RCN.

Está bien que un grupo de personas con causas simpatizantes se reúnan a expresar sus inconformidades; es malsano, en cambio, que se le diga a los millones de televidentes (cuya baja cultura política predomina), que se cuenta con un variopinto grupo.

Y es así, de esta misma manera, que Uribe y sus edecanes hablan en el Congreso, en los micrófonos, en el papel; hablan de las bofetadas al pueblo, de la sustitución de la democracia y de las imposiciones del legislativo, que “quiere aprobar lo que los colombianos rechazaron”.

Y ¿por qué hablan en nombre del pueblo? ¿Por qué dicen que los  “colombianos rechazaron”? ¿Por qué se creen ganadores? Si su anhelo es hacer de esta democracia la más pulcra y prolija, ¿por qué obvian ese 60 % que no sufragó?  Y si les parece tan indigno que los guerrilleros tengan curules, ¿por qué no alzaron la voz cuando los parapolíticos se tomaron el recinto que ellos hoy ocupan?

Son más astutos que aquellos energúmenos que por redes sociales los contradicen. No se preocupan en contestar, ni en argumentar, ni en refutar. Saben que la sucesión de sus afirmaciones, por cínicas e inverosímiles, terminarán en certezas.  Nada nuevo, por lo demás: “De tanto repetir una mentira terminará por convertirse en verdad”. Y entonces siguen hablando del pueblo, de la cachetada a la democracia, del golpe de Estado, de lo parecido que estamos con Venezuela, de lo maquillados que quedaron los acuerdos. ¡Búm!

¿Qué hacer? ¿Qué hacer cuando se está al límite de la mentira y la verdad? ¿Qué hacer cuando los contrincantes son separados por orillas pero igualados en sus métodos?  ¿Qué hacer cuando el país más necesitado sigue sin ser tenido en cuenta? ¿Qué hacer cuando nos hablan de polarización, de paz, de un gobierno de transición, de la inasistencia del vicepresidente, de asesinatos masivos de líderes sociales, de reforma tributaria, de bajo crecimiento económico? ¿Qué hacer?

Si en este país existiera cultura democrática, uno podría pensar en hacer de la abstención una actitud política. Pero cuando el margen que está interesado en los menesteres comunes es tan bajo, dicha posición es un riesgo. Un riesgo que ni les quita ni les pone a  los de allá y los de acá, a los del tumulto asegurado, a  esos representantes, “porque esta es una democracia representativa”,  que cambian de color, que no se les conoce la voz, o se les escucha mucho.

Habla Paloma en la radio y repite lo de siempre. Y el periodista no se toma la molestia de increparla, ¿revocar el Congreso porque no representa a la sociedad? Es cierto: si se le pregunta a un colombiano común, dirá que ese congreso no lo representa, pero un momento, revocar el Congreso, ¿el mismo –idéntico– que reeligió a Uribe?

El pueblo, ese que padece, ese que sufre, ese que llora, ese que sobrevive, el pueblo existe en la boca de ellos como retórica, como una estratagema. Retórica, linda retórica, la misma que utilizan en los telediarios: imparcialidad, objetividad, rigurosidad. Y, ay, un amplísimo panel.

Publicado el: 26 Nov de 2016

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Jaír Villano
Escritor. Magíster en Literatura (Universidad Javeriana, Bogotá). Su más reciente libro es “Un ejercicio del fracaso (ensayos)”.