El vocablo más empleado en el mundo de la política es democracia, más como contiene varias acepciones el público menos informado se confunde. De entrada encontramos varios tipos de democracia: directa, representativa, participativa. Algunos la reducen a la simple participación electoral, dejando de lado los medios mediante los cuales se logran las mayores votaciones.
En Wikipedia leemos: “En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales”.
Aquí se han añadido términos sobre los cuales no existe consenso: libertad e igualdad. ¿Libertad, con o sin restricciones, en qué consiste la igualdad social y cuáles son los mecanismos contractuales?
Invocamos la democracia cuando queremos expresar el ideal superior de convivencia humana. Desde Grecia, hace 25 siglos, viene hablándose de ella, pero acomodándola y sesgándola de acuerdo con los amaños y conveniencias de quienes la manipulan. Libertad, igualdad y democracia son conceptos correlativos. La libertad no puede ser abusiva, tiene limitantes; la igualdad no es sólo de oportunidades teóricas sino reales, tangibles, y la democracia debe ser directa y libre de trampas, de zancadillas, resultado de decisiones autónomas. Sin libertad y sin igualdad social real no es posible la democracia.
Ilustremos esta afirmación con ejemplos: ¿Cómo puede hablarse de democracia cuando la calidad de la educación es tan diferente en las instituciones educativas? Y si a la calidad de los docentes se añaden los ajuares, los textos, el tiempo, la formación de los padres, el trabajo, la alimentación, etc. los estudiantes de estratos bajos están en inferioridad de condiciones a los de estratos superiores y además ¿Cómo van a salir a competir con éstos en el mercado laboral?
Si los hijos de Gaviria, de Uribe, de Santos, de Galán y de toda la rancia oligarquía han estudiado en inmejorables condiciones y en las más prestigiosas Universidades ¿Cómo pueden los hijos de los vendedores ambulantes, escasamente reconocidos en la calle donde ejercen su profesión, enfrentarse a ellos en la plaza pública por un escaño en el Congreso o por un empleo público? ¿Se le podrá llamar democracia a esta desigualdad congénita y social? Se ganaría el baloto uno muy pilo entre un millón que lograra triunfar sobre ellos.
¿En Colombia pueden las personas de estratos inferiores gozar del servicio médico prestado por galenos bien calificados, comprar las mejores medicinas, curarse las peores enfermedades? Cualquiera sabe la respuesta.
¿Habrá alguien nacido en estratos inferiores, con menos de 30 años de edad, capaz de competir con Tomás y Jerónimo Uribe, vendiendo manillas, y conseguir predios baratos que se valoricen miles de veces en poco tiempo o montar centros comerciales avaluados en miles de millones de pesos?
No es democrática una sociedad donde “el que más tiene traga más hojaldre”. El capitalismo es un sistema antidemocrático porque en vez de reducir las desigualdades las profundiza y amplía.
Hasta el momento, no existe una sociedad más democrática que la socialista, donde el Estado tiene como objetivos fundamentales superar las desigualdades naturales de las personas, y administrar equitativamente los medios de producción que son propiedad de toda la población, donde no se permiten los excesos o abusos por parte de los dueños de los medios de consumo.
No existe democracia en una sociedad donde el derecho a la libertad se ejerce en forma proporcional al tamaño del patrimonio personal o de la cuenta bancaria. No es democrática una sociedad donde prevalecen siempre los ancestros, los apellidos, la clase social, sobre los méritos intelectuales de las personas.