ELN: ¿Ejército De Liberación Nacional?

Parece que el COCE y la base guerrillera no comprenden las delicadas circunstancias en las que se desarrollará el próximo escenario electoral.

Opina - Conflicto

2018-01-11

ELN: ¿Ejército De Liberación Nacional?

El proceso de paz que el gobierno adelanta con la guerrilla del ELN (Ejército de Liberación Nacional) acaba de sufrir su más fuerte traspiés, por la absurda decisión de miembros de ese grupo armado ilegal de atentar contra la infraestructura económica y unidades militares, horas después de finalizado el cese bilateral y temporal al fuego[1]pactado con el Gobierno de Santos.

Tanto los atentados de ayer, como el crimen del indígena Aulio Isarama Forastero[2]dejan entrever una fuerte tensión y fractura entre la dirigencia del ELN y miembros de Frentes que parecen operar desconociendo la línea de mando y las directrices del COCE. Si eso es así, estamos ante una compleja circunstancia política y operativa que haría casi imposible que la negociación política avance, se logre poner fin a las hostilidades en forma definitiva y los miembros de esa agrupación subversiva se desmovilicen y reintegren a la vida social, económica y política del país.

Y si, por el contrario, los señalados hechos corresponden o dan cuenta del cumplimiento de órdenes emanadas por el Comando Central, entonces estamos ante una dirigencia guerrillera obtusa, envilecida por la guerra, ciega e irresponsable con el momento histórico que vive el país, lumpenizada, criminal y en exceso dogmática, que se ahoga poco a poco en su anacrónica lucha armada.

En esa misma dirección, cito apartes de lo expresado recientemente por Víctor De Currea-Lugo: “El ELN sabe de los graves problemas de incumplimiento del gobierno en el caso de las FARC, pero no es eso lo que le amilana, eso hace parte del inventario. Lo que les pesa como un ancla es la unidad interna que quieren salvar a toda costa y, como dice el refrán, los ejércitos avanzan al paso del más lento. El problema es que el más lento, en este caso las llamadas “barras bravas” elenas y la minoría contraria a los diálogos, parece que están ganando el pulso. Los incidentes, que son reales, también sirvieron de excusa…”[3]

Con todo y los problemas con la implementación del Acuerdo de La Habana[4], dicho proceso de paz hace parte del positivo momento histórico por el que atraviesa el país, circunstancia esta que  debería de ser el norte que los guerrilleros del ELN y su dirigencia busquen, con el firme propósito de abandonar aquella sentencia que los hace ver cada vez más como una guerrilla dogmática: “liberación o muerte”.

Pero al juzgar por los hechos acaecidos, la ya vetusta dirigencia elena no solo parece que se quedó petrificada en los convulsionados años 60, sino que contradice sus mismos principios y valores de lucha, al afectar negativamente a los sectores sociales y comunitarios cuya presencia la consideran definitiva y necesaria para la discusión pública de la agenda pactada con el Gobierno.  Se trata de esas mismas comunidades que claman el cese de las hostilidades, un alivio humanitario, el respeto de sus vidas, cosmovisiones y territorios.

Ese mar de contradicciones del ELN se puede explicar en las profundas diferencias de formación política que suelen darse entre los altos mandos y la base guerrillera. De un lado, unos gozan de formación académica que les permite mantener el sentido de un proyecto político, a pesar del incuestionable fracaso de la lucha armada; y otros tantos, la inmensa mayoría de la base guerrillera, arropados por la ignorancia, la nula o poca formación política y presionados por alcanzar un lugar importante dentro de una organización vertical y dominante, no alcanzan a entender que el tiempo de la lucha armada ya pasó y que al insistir en esta, corren no solo el riesgo de morir, sino de empeorar la vida de los “desvalidos”, del “pueblo abandonado” y de los “pobres” por los cuales dicen luchar contra un orden político corrupto, criminal y violento.

Parece que el COCE y la base guerrillera no comprenden las delicadas circunstancias en las que se desarrollará el próximo escenario electoral. Con cada atentado perpetrado, la derecha y la ultraderecha se afianzan ante una opinión pública manipulada y sus candidatos ganan visibilidad para desestimar no solo el actual proceso de negociación que se adelanta en Quito, sino lo acordado en La Habana.

De romperse el proceso de negociación que se adelanta en Quito (Ecuador) y de mantener las hostilidades y de consolidarse la degradación de la lucha armada, el Comando Central de dicha guerrilla corre el riesgo de quitarle y borrarle a dicha organización lo poco que le queda de “Ejército de Liberación Nacional”; al final, lo que lograrán es poner en duda si realmente son lo que dicen ser, porque ni actúan como Ejército, ni lograron “liberar al pueblo” que dicen defender y porque el alcance territorial de su lucha  es mínimo y su presencia termina por aumentar la pobreza y la miseria que se vive, por ejemplo, en el Chocó.

 

 

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[1] Véase: http://germanayalaosoriolaotratribuna.blogspot.com.co/2017/09/cese-bilateral-y-temporal-un-alivio.html

[2] Véase: http://germanayalaosoriolaotratribuna.blogspot.com.co/2017/11/por-la-espalda.html

[3] Tomado de: http://www.semana.com/nacion/articulo/eln-finaliza-el-cese-al-fuego/552995

[4] Véase: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0529/articulo04.html

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Germán Ayala Osorio
Docente Universitario. Comunicador Social y Politólogo. Doctor en Regiones Sostenibles de la Universidad Autónoma de Occidente.