Hace unos días se conoció una publicación de la reconocida revista inglesa The Economist, en la que se indica que Iván Duque está a tiempo para convertirse en un buen presidente, para lo cual el prestigioso medio le recomienda limitar su relación con Uribe y encontrar su propio camino.
No obstante, ninguna muestra de hallarse en disposición de hacerlo, hasta ahora, se advierte en la actitud del primer mandatario. Desde que cerró su campaña a la Presidencia en el coliseo de la Universidad de Medellín, época en la que hablaba como su mentor y se sentía orgulloso de estar en el escenario con el gran colombiano, el presidente eterno de su afecto Álvaro Uribe Vélez, se pronosticaba que esa simbiosis sería interminable.
Mucho daño le ha hecho al Gobierno Duque ese maridaje con el hoy senador Uribe. El balance, a pocos días de cumplirse el primer año de su mandato, es muy pobre: pocos proyectos de ley lograron convertirse en leyes, siendo los más importantes: la Ley de Financiamiento, la Ley del Plan Nacional de Desarrollo y la Ley TIC.
Por seguirle la cuerda a su padrino político, se enfrentó al Congreso y a la Corte Constitucional en el asunto de las objeciones al proyecto de Ley Estatutaria de la JEP que, desde el inicio se sabía, era una causa perdida, y el descalabro fue mayúsculo en materias tan importantes como las reformas política, a la justicia y la esperada Ley Anticorrupción, episodio este último de muy ingrata recordación.
De otro lado, la ausencia del Estado en materia de garantía de los derechos humanos es abrumadora. El asesinato de líderes sociales y ambientalistas, defensores de derechos humanos y excombatientes de las FARC no es una prioridad del Gobierno y viene en aumento, sin la debida implementación de estrategias adecuadas para contrarrestar el desangre en el país.
Posturas como las del presidente eterno, su séquito y algunos servidores públicos del alto Gobierno, incentivan a la violencia, como se evidencia de ciertas manifestaciones en las redes sociales, y pueden llegar a constituir “patente de corso” y motivo para ejecutar este tipo de crímenes.
La satanización de la izquierda, la paz y el cambio social, son razones suficientes para radicalizar la polarización y acrecentar la confrontación violenta en defensa del statu quo, situación de la que parece no estar consciente el mandatario de todos los colombianos.
A estas alturas del partido, no se advierte una posición definida e independiente del presidente Duque, por lo que el nivel de aprobación de su gestión, según la última encuesta de la firma Gallup Poll, está en un 29%.
El primer mandatario debe caer en la cuenta de que la mayoría de los colombianos están cansados de Uribe y ello también se refleja en los sondeos. La pregunta entonces es: ¿será capaz Duque de dejar a un lado el temor reverencial al expresidente e iniciar su propio mandato?
Presidente Duque: no se preocupe por desagradar a esa persona a quien usted cree debe sumisión y respeto. Desmárquese, que es muy posible que haciéndolo pueda lograr mayores consensos y, de manera independiente, pasar de ser un mero presidente a gobernante.
No se preocupe por la arremetida que provocará su acto de traición. Rebélese que Juan Manuel Santos pudo terminar su segundo mandato a pesar de la violenta embestida, que aún continúa. El odio visceral se puede contrarrestar.
¡No tema más!
Foto cortesía de: El Espectador
Es muy impirtante que cada presidente tenga su propio estilo de mando, su propias inconitas vasandoce en las leyes que serije y se gobierna un pais, para eso estan escritas, cada uno de ellos antes de tomar el mando de un pais lo saben, se comprometen ante una nacion de hacer lo mejor, no entiendo por que despues se desbian del camino correcto de un buen gobernante, se olvida, de la enorme responsavilidad que tienen ante todo un pais de de governar bien, saven perfecta mente que ellos pueden llevar al exito o ala miseria acsoluta a una na cion, nosotros los colombianos somo un pais completo lleno de riquezas donde hoy en dia deveriamos estar gosando de una calidad de vida mucho mejor