El silencio de los fusiles

Opina - Sociedad

2017-06-28

El silencio de los fusiles

La dejación de armas por parte de las FARC representa tal vez el acontecimiento más importante para el pueblo Colombiano en los últimos 50 años, y el acto más revolucionario de la guerrilla en más de medio siglo de existencia. Un hito en el único país de América al que le sobrevivía un conflicto de guerrillas, y que gobierno tras gobierno veía la cara del fracaso al intentar por cualquier medio conseguir la Paz.

Este suceso es la garantía irreversible de que el conflicto armado con la guerrilla más antigua de América Latina llegó a su fin, pues el rearme de una tropa dispersa, identificada y reinsertada, se constituye casi que en un imposible. Es la garantía de que más de 7 mil fusiles no volverán a ser disparados, de cientos y cientos de vidas que no serán apagadas por el tronar de las balas que han sido calladas para siempre.

Cada fusil bajado es por lo menos una vida que no se perderá, un niño que no crecerá sin su padre, una esposa que no dormirá sola por las noches, una madre que no enterrará a su hijo, una oportunidad de construir el país que nos hemos soñado. En fin, 7182 oportunidades de ser mejores.

También significa el tránsito de las Farc a la arena política, allí donde impera la democracia y serán los votos en reemplazo de las balas los que definan quién gana y quién es derrotado, ya no en una lucha contra el ejército sino contra el pueblo colombiano y las fuerzas políticas nacionales, que en franca lid deberán derrotar voto a voto al naciente partido de las FARC.

Pero además, la dejación de armas es una derrota para los violentos, que insistían en mantenernos sumergidos en el fango de la guerra, esa que les daba una excusa para sembrar terror y mantener al país sumido en el odio y la incapacidad de avanzar.

El desarme es una derrota para el Uribismo que ve cómo a pesar de sí mismos, este sueño que llamaron mentira, fue posible, como a pesar de las falacias y el odio con el que lograron «emberracar» a la gente, la inercia de la historia se los llevó por delante y la grandeza de aquellos que apostaron todo por el fin supremo de la Paz, fue más poderosa que sus ambiciones políticas y su pobreza de espíritu que pretendía mantener una guerra de hijos ajenos.

Una derrota para un ex presidente que ve como aquellos que lo «traicionaron» lograron lo que él NO PUDO. Ese que tanto dice que Paz sí, pero no así, al que no le sirve el desarme y que pretende mantenernos bajo la estela de la guerra por medio siglo más, y que mientras el mundo entero aplaudía el fin del conflicto se dedicaba a viajar despotricando de la patria repartiendo falsedades en otros continentes.

Tal parece que el progreso de Colombia y el del Uribismo son inversamente proporcionales, pues cada vez que el país da un paso hacia adelante en la senda del progreso, el Uribismo guarda un silencio de derrota.

Lo que le beneficia a Colombia les resta a estos señores feudales que todo lo critican, mientras su imperio de miedo se desbarata ante sus ojos.

Los retos por venir son inmensos, pues nos corresponde ahora mantener el silencio de los fusiles y seguir avanzando. Los enemigos de la Paz están y seguirán ahí, gritando fuerte cada vez que avanzamos, amenazando con «hacer trizas» lo que hemos construido. Es su derecho oponerse y el nuestro aferrarnos. Aferrarnos a la esperanza, a la ilusión de este nuevo país, a este sueño que parecía imposible, pero que gracias a la voluntad de muchos, se hizo realidad.

 

Alex Florez Hernandez
Concejal de Medellín por el movimiento Independientes (2020-2023). Exrepresentante de los Estudiantes de Colombia ante el Consejo Nacional de Educación Superior CESU. Empeliculado con la Paz, comprometido con la política, apasionado por el Derecho y fiel creyente de la educación como motor de transformación.