El 24 de noviembre de 2018, a eso de las 3 p.m., 4 detonaciones de revólver rompieron la calma reinante en la carrera 26 D con calle 74 del popular barrio Alirio Mora Beltrán en Santiago de Cali. De inmediato, los moradores del sector sobrecogidos advirtieron al salir a indagar, que Vicente, un conocido morador había sido herido mortalmente por un sicario que huyó raudo por aquel callejón.
El cuerpo de Vicente quedó tendido en la acera, aún agonizante, ante la mirada estupefacta de los vecinos y curiosos, los gritos de su hermana retumbaron tan fuerte como aquellos disparos asesinos, se abalanzó sobre él y clamando urgía por un vehículo para trasladarlo a un hospital cercano, su vida se apagaba poco a poco ante su impotencia y desconcierto. ¿Por qué su hermano?
Vicente ya sin signos vitales fue trasladado al hospital Carlos Holmes Trujillo, donde oficialmente declararon su fallecimiento…
Conocía a Vicente desde que tenía 11 años, era un hombre muy servicial, con una discapacidad cognoscitiva, siempre presto a ganarse la vida con oficios varios, muy satisfecho de poder llevar algo de dinero a su madre, una de las primeras habitantes fundadoras de aquel barrio que surgió en los años ochenta, como una urbanización pirata promovida por los ya fallecidos Luis Alberto Marroquín, líder de Provivienda Popular, y el cacique político de la época, Carlos Holmes Trujillo (padre).
Como primeros habitantes de este asentamiento subnormal al oriente de Cali, la familia de Vicente, compuesta en aquella época por un hermano y su padrastro, padecieron las vicisitudes propias de construir su vivienda en lo que fueron terrenos dedicados a la siembra de millo y yuca, inclemente polvareda en épocas de verano y terrible barrial en época de invierno, sin los servicios básicos, abatidos por los zancudos, alumbrándose con velas en la noche y obteniendo el agua de improvisados aljibes.
Los moradores aumentaron y, con ellos, sus necesidades; la energía eléctrica empezó a tomarse de manera pirata del barrio Siete de Agosto, mediante marañas de cables costeados por los mismos moradores, y el agua potable se tomaba de la tubería madre del barrio aledaño Andrés Sanín y que llegaba mediante mangueras a puntos estratégicos donde se instalaron piletas de abastecimiento, las familias hacían interminables colas, hasta altas horas de la madrugada, para lograr obtener algo del vital líquido.
El barrio con los años obtuvo reconocimiento formal por parte del municipio y adoptó el nombre de un reconocido e intrépido periodista, también asesinado vilmente: Alirio Mora Beltrán.
La violencia juvenil ha sido uno de los flagelos más arraigados en el barrio Alirio Mora Beltrán, las pandillas allí asentadas por décadas, mediante lideratos heredados de padres a hijos, protagonizan cruentos enfrentamientos territoriales que se han llevado las vidas de muchos jóvenes y aún siguen tiñendo sus calles de sangre, como en un cruento Déjà vu kármico.
Allí vivió su adolescencia Vicente y allí mismo perdió la vida a sus 51 años, víctima de esa violencia sin sentido y la inseguridad reinante en la ciudad, que más allá de una errada percepción, es una realidad inocultable y creciente.
Hoy, la abatida familia de Vicente, los vecinos del sector, y yo mismo nos cuestionamos: ¿por qué Vicente?, un hombre de bien, tan inocente como un niño de 10 años, sin enemigos…muere así, ¡tan infamemente!
La única y terrible respuesta que tenemos analizando la situación el día de su asesinato, es la de una aterradora fatalidad del destino: el sicario se equivocó de víctima…
¡Buen viaje a eternidad viejo Vicente!
Foto cortesía de: La razón.