Columnista:
Édgar Uruburu
Que una persona (para no distinguir entre hombre y mujer) y, más aún política, perteneciente a una comunidad LGBT, hubiera prometido defender los derechos e igualdades de todos los ciudadanos daba para pensar en un cambio real y sincero; pero en el mundo siempre ha habido falsedad y máxime cuando de aspirantes a puestos de gobernabilidad se trate. La política en el verdadero sentido dejó de existir desde hace tiempos como lo consagran estudiosos del tema: “existen politiqueros más no políticos”. En la historia de Colombia se necesitarían demasiados analistas y muchos libros para poder contarle, a las futuras generaciones, las mentiras que han oscurecido el panorama del país.
Claudia López no es la excepción. Cuando ya prácticamente tenía asegurada la Alcaldía de Bogotá, comenzó a mostrar el cobre, claro que no el de sus pulseras, sino el de su verdadero sentir en cuanto a lo que había prometido. Un ejemplo, fue el cambio de opinión respecto al Metro y a TransMilenio. Asuntos que habrá que analizar con el tiempo, pues ahora lo que cuenta es su posición respecto a lo relacionado con la COVID-19. En cambio, quien sí muestra las pulseras, no de cobre, sino de fantasía, es Iván Duque, para exhibirlas con bombos y platillos y tratar de mostrar la imagen de un colombiano que se adorna con las manillas de su patria.
López en primera instancia tomó la acertada decisión del SIMULACRO, que sirvió para que él, por no dejarse fregar, tomara la decisión de iniciar la cuarentena nacional. La alcaldesa todo el tiempo, supuestamente, estuvo muy activa dando instrucciones aquí y allá, y orientando a su equipo de trabajo con el fin de lograr que el efecto nocivo del coronavirus fuera mínimo para los habitantes de la capital. Eso sí, siempre en sus expresiones y palabras se ha notado que quiere mostrar un carácter fuerte, pero al mismo tiempo, como sabe que su voz y sus conceptos son muy importantes para la ciudadanía, muestra ese temple para impresionar silenciosamente y ganar posición política.
Unos días después de comenzar la cuarentena nacional, la mandataria capitalina tomó la decisión de implantar en Bogotá la medida de ‘pico y género’, la cual de inmediato, como en todo, tuvo seguidores y detractores. Al ella ser una persona que ha luchado por la igualdad de los derechos en las comunidades LGBT, en cierta forma esta medida iba en contravía con los derechos humanos. Se podría considerar incluso discriminatoria, no solo por la distinción entre sexos para salir o no salir juntos los mismos días, sino que en cierta forma causaba una separación de parejas, quienes muchas veces, sin infringir las normas, se veían obligadas a acompañarse por los peligros en las calles vacías, pero este distanciamiento innecesario les ocasionaba otros inconvenientes, como el poder compartir juntos, asistir a citas médicas o simplemente ir al supermercado, así uno u otra tuviera que esperar afuera de las instalaciones.
Ellos consolidaban su vínculo, pues acompañados se sentían más seguros en esas calles desoladas donde pulula el peligro a pesar del “aislamiento”, pero no para los ladrones que aprovechan la ausencia de la Policía en muchos sectores. ¿Qué garantías ofrece la alcaldesa y su equipo de Gobierno, incluida la Fuerza Pública, para garantizar la seguridad de la ciudadanía?
¿Dónde está el ESMAD ahora que no hay manifestaciones pacíficas? Algunos dicen que hay fotos de ellos ayudando a repartir “los mercaditos”. Muy bonito… pero antes del ‘pico y género’, que ahora se podría denominar “degeneró”, porque se vieron más hechos fuera de lo común en muchos sectores de la capital, como por ejemplo, algunos jóvenes entregando “su dosis personal” a muchachitos o muchachitas menores, quienes después de entregar el dinero a los vendedores, no de rosas, sino de marihuana y algo más, se llevan la palma de la mano a la nariz y comienza el proceso de lo que se llama “la traba” y de ahí otras consecuencias como los atracos y los accidentes, entre otros.
Prácticamente desde cuando comenzó la cuarentena, unas cuadras más allá, en una céntrica y conocida avenida, desde un segundo piso, varios hombres y mujeres ofrecen a gritos los servicios de “chicas”. Se ha informado a policías motorizados dándoles las indicaciones del sitio; pero continuando con el transitar diario por el lugar*, las mismas voces hacen el mismo ofrecimiento. Debido a situaciones como estas, que pululan por toda la ciudad, sería más conveniente que la alcaldesa le ordenara al grupo blindado de la Policía actuar en todos esos sectores oscuros de corrupción que violan las normas y amplían las posibilidades de expansión de transmisión no solo de la COVID-19, sino también del VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) y la blenorragia (gonorrea), una bacteria adquirida por transmisión sexual.
De qué sirven medidas como el ‘pico y género’, sino hay controles adecuados a este tipo de actividades que son parte del ‘degenero’ humano. Se podría pensar que “hay excepciones” o se hacen los de la vista gorda con determinadas actividades, ya que ese sector es conocido por “recibir su tajada por debajo de la mesa” en la vida normal del comercio sexual y social nocturno. De qué sirven más enclaustramientos y supuestos esfuerzos para aplanar la curva, si no hay un verdadero control a sitios que son peligrosos agentes transmisores y, mucho menos, una verdadera planeación y controles de sanidad.
Deberían hacerse talleres y seminarios a las empresas productoras y distribuidoras de alimentos, pues pareciera que no tienen la más mínima intención de realizar y mejorar las medidas de higiene y seguridad requeridas para evitar la expansión de cualquier tipo de virus y bacterias que afecten la salud, sino que debe ser a nivel general con acciones firmes de la Secretaría de Salud.
Ejemplos claros se ven a diario, como ocurrió al hacer la observación al carnicero del barrio, quien cogía con la misma mano la carne, luego el dinero y las bolsas. Ante estas acciones, que se pueden convertir en una manera de contaminación, le hice una sugerencia, pero no la aceptó, me miró mal y de mala gana me respondió que “para eso se cocina y el calor mata todo”; luego me ignoró y dijo: “el siguiente”. Los clientes que me seguían en la fila, con tapabocas y guantes, con su silencio en cierta forma apoyaban a “don Ramón” a pesar de que va en contravía con las normas de bioseguridad y prevención de contagio de la COVID-19. Esto demuestra que nos falta mucho para tener una verdadera cultura de las normas de higiene, de respeto por los demás, de la salud del cliente y de la vida en sociedad.
La showmanía
Antes de la ampliación de la cuarentena nacional, Claudia López expresó su malestar y en tono fuerte dijo que “por encima de su cadáver se reabriría el Aeropuerto Internacional El Dorado”, porque según ella, su deber era seguir protegiendo la vida de cada uno de los bogotanos. ¿Y por qué no utiliza esa misma expresión para controlar y sancionar este tipo de establecimientos regados por toda Bogotá, en cada zona, en cada barrio, en cada tienda, en cada rincón, y que ayudan a expandir el virus mucho más rápido que desde el aeropuerto? ¿Cuándo se va a tener una verdadera estructura a nivel distrital para prevenir los contagios?
La alcaldesa debe concentrarse más en corregir de verdad, que en buscar su publicidad, que en mostrarse como “la dura”, la mandamás, o como dicen algunos, “la vieja que sí se puso los pantalones”. Las verdaderas soluciones priman sobre la publicidad política gratis, gracias a la COVID-19.
La cuarentena es de suma importancia, pero es necesario observar varios puntos de vista, regulaciones apropiadas, como lo dice el Dr. Howard Markel, que conlleven a un verdadero contexto de la realidad y donde se participe de manera unificada para que se alcancen los objetivos sin alargar innecesariamente lo que no se debe. López envió una carta al señor Duque refiriéndose a los procedimientos, que, según ella, se deben seguir para regresar paulatinamente a la normalidad. En esta habla de las UCI, de los procesos de bioseguridad, entre otros, que si se aplicaran serían toda una maravilla, pero que analizando lo tratado anteriormente, se nota que es más lo que habla que lo que lleva a la práctica, que la bioseguridad debe empezar desde abajo si realmente queremos aplanar la curva, disminuir el número de portadores y de muertes. Además, le falta ser más específica con una realidad latente y difícil de analizar y configurar con un tema tan importante como es el transporte público, con TransMilenio a la cabeza y en la cabeza de ella. Pero finalmente se dedicó a increpar que las multas van a ser cuantiosas para quienes no usen tapabocas.
El Dr. Antoni Trilla dice que la cuarentena sirve para disminuir los factores de riesgo, para que no se colapse el sistema sanitario y otros asuntos que ayudan a aplanar la curva, pero no para la economía del país. El diario vivir y sufrir de la gente debería servir para generar consciencia y poder construir mejoras en todos los sectores, sin embargo, muchos no tienen la intención de que todos salgamos adelante. De qué vale repetir como loros, #QuédateEnCasa, si no se toman las verdaderas precauciones para evitar ser contagiados y contagiar. Él explica cómo funcionan los tiempos de la cuarentena y, tomando esa referencia, ya ha debido terminarse; pero claro deben tenerse en cuenta otros factores, como la curva exponencial, de la que casi nadie habla y que extendería mucho más el tiempo de riesgo (algunos científicos hablan de cuarentenas parciales) y desafortunadamente el tema pasa casi que desapercibido. Muchos o todos podemos ser portadores y no enfermar ni mostrar síntomas manteniendo el virus latente a futuro en tiempo, espacio y personas. Y ahí sí, como en otras enfermedades, todo depende de los factores de riesgo de cada ser humano.
Con esta importante teoría, si el virus llegara a durar mucho más tiempo del planificado, se prolongará la agonía de todas las personas que necesitan comer y subsistir. Si fuera así, llegaría el momento en que el hambre y la pobreza serían incluso más relevantes que la actual pandemia. Entonces, ¿la Alcaldía de dónde va a sacar los recursos para alimentar de manera apropiada a los millones de desempleados, de vendedores informales, de prostitutas, etc.? Tan importantes como la cuarentena son los verdaderos procesos para mantener la COVID-19 a raya.
Se requieren procedimientos adecuados con un verdadero accionar de los Gobiernos locales y nacional. Crear una verdadera conciencia social que nos permita evolucionar no solo para eliminar el coronavirus, sino para crecer como raza humana, para mejorar la calidad de vida y fomentar el despertar de las nuevas generaciones, para que primen el respeto por los demás, los valores y el deseo de progreso comunitario.
De acuerdo con estos datos al #QuédateEnCasa, debemos agregar numerales relacionados con la higiene real, bioseguridad y otros que logren disminuir los riesgos de contagio para no contagiarse ni contagiar, para así salvar cada día más y más vidas. Es oportuno recordar que las cifras de los países con un alto índice de muertes muestran que la COVID-19 ha afectado a personas mayores, (pero con deficiencias de algún tipo) y a las de otras edades cuya salud es precaria. Ocurre que en Colombia les ha dado por hacer campañas para mostrar su apoyo y dar todas las facilidades de todo tipo únicamente para ganar publicidad, pero sin cumplirlas. Ejemplo de ello es que la ampliación de la cuarentena le sirve a Duque para seguir apareciendo en TV.
A la larga, hay una batalla escondida entre el presidente y la alcaldesa, en la cual compiten por un protagonismo excesivo tratando de mostrarse a nivel nacional e incluso internacional. “La mentirosa” a costa de distraer a los capitalinos sobre asuntos realmente importantes para el futuro de la ciudad; y “el porky” para lograr seguir engañando. A ella muchos la ven como la opositora más fuerte de Duque, quien por su parte, únicamente ha aprovechado de la oportunidad para hacer de “showman” en la TV.
El subpresidente descaradamente trata de recuperar la popularidad perdida con ese espacio gratuito de domingo a domingo, en el cual pretende día tras día mostrarse como el hombre bueno, el estadista, el presidente hecho para ayudar a todos. Habla y habla engatusando a millones de ingenuos e idiotizados televidentes, que creen las supuestas buenas noticias para combatir el virus y así pronto regresar a la normalidad sanos y salvos.
Pero la televisión nunca muestra la otra cara, la cara oculta del sub. Él nunca cuenta la verdad sobre los Decretos que está montando y que en nada van a favorecer a las mayorías, es decir, los asalariados, la clase media, los que tienen que pagar los impuestos. La intención del títere-showman nunca ha sido ni será la de ayudar a estas clases menos favorecidas, a los más necesitados —y que pronto seremos casi todos los colombianos—. Es evidente que la culpa no será solo de la pandemia, sino de la corrupción, del descaro y la desfachatez de nuestros gobernantes.
Pero ello es casi un deber recordarle a esos ciudadanos optimistas y creyentes que diariamente se sientan frente a la TV y a quienes tal vez nunca se les ha pasado por la cabeza que están a salvo y, si en un futuro no muy lejano pueden contar que el virus pasó de lado, piensen en los muchos hombres y mujeres que a pesar de que no se los llevó el virus, están a punto de morirse de hambre. Ojalá en esos momentos reconozcan que lo único que Duque siempre tiene en mente es quedar bien con su titiritero y con los dueños del país.
*Casualmente esta columna comencé a escribirla el 25 de abril y ahora estamos viendo el accionar del ESMAD en la capital. Los hechos aquí narrados sobre “LAS ZONAS CALIENTES” pertenecen precisamente a la localidad de Kennedy, donde a ese grupo solamente se le ve de paso y nunca para controlar o sancionar a quienes infringen la cuarentena a punta de sexo.