Después del escándalo de uno de los medios de comunicación más grandes del país y el manejo que se le ha dado, no queda otra cosa que reflexionar sobre el periodismo en Colombia, sus alternativas y soluciones. Tras la situación en la que Revista Semana fue puesta al descubierto engavetando información sensible para la sociedad civil, sus yerros han sido muchos más que sus aciertos; hacemos aquí un recuento muy general.
Primero, los responsables de la revista no publicaron la información que oficiales del Ejército colombiano les encomendaron hacer pública. Luego de que The New York Times publicara dicha información, guardaron un silencio peligroso para todos los colombianos. Más tarde, echaron a patadas a Daniel Coronell por hacerles críticas desde su columna semanal.
Felipe López (el dueño) y Alejandro Santos (el director), se lanzaron de manera —no sé si torpe o astuta— para que el debate se centrara en la salida de Coronell, y no se pusiera en discusión lo verdaderamente importante: el periodismo colombiano, los medios de comunicación y la responsabilidad del periodista. Acá lo venimos haciendo hace tiempo y exponemos los hechos e interpretaciones de la manera más clara posible.
Como muy bien lo señala Daniel Samper Ospina, el verdadero debate es y tiene que ser el periodismo. No los chismes de pasillo de la salida del periodista más leído de Colombia. Un periodista que está interesado en que los falsos positivos paren y en que la sociedad no sufra más estos hechos oprobiosos de parte de la Fuerza Pública, que en vez de brindar seguridad a sus ciudadanos, los disfraza de combatientes, les pone armas al lado, toma fotos y luego habla de cifras.
Lo que señala Coronell en su columna es la responsabilidad de Semana en un tema tan sensible como es el de los falsos positivos. Ya salieron a decir que Daniel Coronell es soberbio, y que manejó mal el asunto: tanto Antonio Caballero como María Jimena Duzan señalaron la «soberbia» de Coronell. Lo que tuvo Coronell fue pantalones y coraje para salir a criticar en público a Felipe López, a sabiendas, creo yo, del desenlace que iba a tener este episodio. Es decir, su despido.
Revista Semana sacó un editorial el sábado sobre la salida del periodista y, una entrevista a Felipe López, realizada por María Isabel Rueda, fue publicada en El Tiempo. Las explicaciones dadas por López son muy sagaces y dejan toda la responsabilidad del lado de Coronell; en ningún momento Felipe asume su responsabilidad, lo que sí hace el editorial de Semana. En este texto se aceptan, al menos, tres errores de la revista. Pero lo que hacen en la editorial de la revista, lo deshace López en su entrevista.
El primer error, según el editorial, fue no haber sacado a tiempo la información que ya tenían. No consultar al ministro de Defensa Guillermo Botero y al comandante del Ejército Nicacio Martínez, segundo error. El tercer error que reconoce Semana fue haber dejado extender tanto la investigación. Otro error, esta vez no reconocido por la Revista Semana, es pedir que no pongan en duda su independencia, cuando hay muchas pruebas que llenan de suspicacia su seriedad y profesionalismo.
Felipe López es un zorro, un personaje inteligente y sagaz que logró enfocar los reflectores en el despido de Coronell y no en lo realmente importante: el manejo de la información.
La entrevista realizada por ese personaje oscuro, que para mí es María Isabel Rueda, fue diseñada muy bien. Preguntas y respuestas estructuradas para que el debate se fuera por otro camino. Por eso, quien lea la entrevista de Rueda a López, tendrá que leerla con guantes y lupa.
El debate lo quisieron desviar para que la opinión pública centrara su atención en Daniel Coronell. Ese fue el chivo expiatorio. Sacrificaron a Coronell para que toda la atención se dirigiera hacia él y no hacia el verdadero y crucial problema. Ocultar información es un asunto que no debe pasar desapercibido para un país como Colombia, donde el orden social y público está permanentemente golpeado con violencias, guerra, sangre y desolación.
López en la entrevista dice que para él «solo salió perdiendo ‘Semana’. Daniel es probablemente uno de los columnistas más influyentes del país; todos los medios van a querer su columna». Eso es una de las estratagemas para que el debate no se centre en la información que ellos como medio de comunicación no debían ocultar. Información que, como lo ha dicho Coronell, es sensible para salvar muchas vidas.
Coronell es claro al decir lo siguiente:
«Esa actitud de negación fue la que mantuvo por años oculto el horror de los falsos positivos. Miles de muertos después, lo empezamos a aceptar. El presidente de entonces, Álvaro Uribe, trató de criminalizar a las víctimas diciendo que “no estarían recogiendo café”. En el caso de Dimar Torres, la primera respuesta del ministro de Defensa también estuvo encaminada a justificar o a ocultar lo sucedido. Botero solo vino a reconocer los hechos cuando la evidencia lo abrumó».
Es claro que Revista Semana tiene intereses económicos con el Gobierno y actúa en consecuencia. Por eso es capaz de ocultar información de vital importancia para la sociedad. Felipe López dice sin sonrojarse: «yo almuerzo con mucha gente, con ministros, con funcionarios, con presidentes… Eso es parte del trabajo. Pero no para discutir qué sale o no en la revista».
En parte tiene razón, pues eso hace un periodismo cortesano, que vive de los contratos que el Gobierno de turno le da. Ese es otro de los tantos debates que la opinión pública debe generar y sostener. El periodismo puede ser cuestionado cada vez más. La palabra ya no solo está del lado del tablero, ahora hay más instrumentos y herramientas que ayudan a crear debate y conciencia en la sociedad civil.
Hacia allá debemos caminar, exigir que la prensa haga su trabajo de manera profesional. No más investigaciones engavetadas por los medios. Tuvimos suerte con este episodio y debemos dar gracias a The New York Times que publicó la información.
Debemos apoyar a Daniel Coronell por tener el coraje de enfrentarse a los poderosos, no podemos dejarnos engañar por la retórica que montaron Felipe López y sus secuaces. Es una pena ver a Antonio Caballero decir la estupidez que dijo de arrogancia y soberbia. La repuesta de Daniel Coronell es muy inteligente:
«Antonio para mí siempre ha sido un maestro. Debo decir que me sorprendió que María Jimena no me dijera arrogante ni soberbio cuando leí mi columna a su lado, en vivo y ante 200 suscriptores. Tampoco me calificó así cuando me llamó el martes, muy solidaria, después de mi despido. Quizás solo se percató de mi supuesta soberbia cuando estuvo expuesta a la humildad de Felipe López».
Foto cortesía de: EL Espectador