Columnista:
César Augusto Guapacha Ospina
Desde hace semanas vengo realizando un ejercicio un poco disparatado para algunas personas: me dediqué a revisar los planes ambientales de cada candidato, dado que es mi especialidad, y en aras de confirmar mi voto por un proyecto político que priorice la acción ambiental nacional, ad portas de sobrepasar el punto de no retorno climático mundial, lo cual significa que de ahí en adelante cualquier acción parcial o total que conduzca a mitigar la crisis climática será en vano.
Con el pasar de los días y mientras hacía el ejercicio de revisar dichos planes, empecé a ver con cierto escepticismo y peligro el ascenso de un personaje alejado de la política partidista y quien se presenta como un político que viene a patear el tablero político nacional. Finalmente, el domingo 29 de mayo lo consiguió; al momento de escribir esta columna pasó lo que hasta hace tres semanas era un chiste de pasillo: contra todo pronóstico, Rodolfo Hernández, un hombre oriundo de Piedecuesta, Santander, logró colarse a la segunda vuelta presidencial contra el senador Gustavo Petro. No puedo ocultar que fue una sorpresa para Colombia, debido a que gran parte de la sociedad veía una segunda vuelta entre ‘Fico’ Gutiérrez y el senador Petro. Sin duda alguna, esto marcará un precedente para investigaciones sociales posteriores sobre el papel de las redes sociales en las nuevas tendencias políticas.
Mirando el televisor, no podía creer que un tipo como Hernández, imputado y llamado a juicio por la Fiscalía el 21 de julio del presente año y sindicado de corrupción, tenga oportunidad de ser presidente de Colombia. Me era increíble pensar que un hombre cuyo plan ambiental parece un trabajo de tercer semestre de universidad en una carrera sobre ciencias ambientales pudiera aspirar a la primera magistratura sin asistir a debates, alejado de las plazas públicas y con un profundo desconocimiento del Estado y sus competencias, pero seamos realistas, esto es Colombia y el realismo mágico se volvió realismo trágico desde antaño.
Paralelo a mi desconcierto con el voto de casi seis millones de personas, me propuse presentar la realidad ambiental del país que pretende dirigir el ingeniero. En este recorrido es importante aclarar que, con base en lo planteado por el candidato y su equipo de trabajo en su plan de gobierno, así como sus entrevistas y comentarios en redes, se usarán argumentos de forma y de fondo para acercarlos, parcialmente, a la realidad ambiental en la que habita este señor mediante una serie de columnas. Señor, quien, dicho sea de paso, pinta para ser la versión criolla, tropical y silvestre de Donald Trump. Un patriarca versión siglo XXI reloaded.
El ingeniero se ha caracterizado por su forma cruda de hacer política. Esta manera desabrida y visceral de asumir un discurso lo llevó a cautivar millones de personas con un cansancio justificable y acumulado de décadas de descontento social. No obstante, el primer elemento que peligra a nivel ambiental es precisamente la dualidad entre crecimiento económico y sostenibilidad. Hernández, al ser un empresario, tiene una cosmovisión de crecimiento económico sobre el bienestar ambiental y en general concibe el estado como una empresa que debe generar utilidades y dividendos. Ineludiblemente, él ha dado luces de esta cosmovisión con su intención de reducir el tamaño del estado, el gasto público e incluso gobernar por decreto; de ahí el peligro que un empresario asuma el control de una nación, porque no puedes manejar un país como si fuera una empresa de tu propiedad. Es imposible.
De igual forma, su desconocimiento en temas ambientales coincide con sus declaraciones en medios en los cuales aprueba el fracking, la fumigación con glifosato y afirmó no saber qué es el acuerdo de Escazú; solo por mencionar algunos comentarios desaforados. Un país pensado desde el reto de la crisis climática en el 2022 con un jefe de estado que va en contravía de los mínimos ambientales, es un país que indudablemente dará un salto al vacío. De esta manera, el panorama electoral del 19 de junio deparará el futuro ambiental de uno de los doce países megadiversos del mundo, con una complejidad superlativa y problemáticas ambientales que no se solucionan con una cosmovisión empresarial en el momento más trascendental quizá de la historia reciente de la humanidad. No es una decisión menor.
Esto apenas empieza. En las próximas entregas ustedes verán con evidencia fehaciente, traída desde el propio plan de gobierno del ingeniero las falencias, omisiones, falacias, peligros y desconcierto que supone el manejo ambiental de una nación en manos de un empresario millonario con sed de poder.