Hablando un poco de política, siempre he pensado que Colombia además de llevarse el premio al país “más feliz” del mundo, se ganaría sin pedir permiso el de “PAÍS MÁS DOBLE MORAL”. Es una realidad y aunque muchos intenten decir lo contrario, es más cierto que los falsos positivos y que la manipulación de muchos medios masivos colombianos acerca del llamado “castrochavismo”.
En Colombia somos expertos en sobreponer la opinión propia por encima de la de los demás sin importar de qué manera puede repercutir en el otro y si causaría alguna susceptibilidad. ¿Es malo? En su totalidad, no lo es. El problema radica cuando al no estar de acuerdo con el pensamiento ajeno, se intenta vociferar sin medir consecuencias, solo con el fin de que aquel quede como un ridículo.
Si no estás de acuerdo con la extrema derecha y sus posiciones (absurdas en su mayoría), te llevas el premio del “MAMERTO GUERRILLERO”; si es viceversa, y en vez de apoyar a la izquierda, sientes afinidad por la parte contraria, se vino el título de “URIBESTIA A LA VISTA”. Sin embargo, el peor de los casos es cuando no apoyas a ninguna de estas y te mantienes en un punto neutro, ni modo, llegó el “BOBO IGNORANTE”.
Con esos calificativos se evidencia que Colombia dista mucho de respetar el derecho fundamental de “la libertad de expresión”, consagrado en nuestra Constitución Política. De igual forma, es evidente que cada frase dicha o escrita por muchos es una contradicción, como es el caso de “EDÚQUESE, BRUTO”. La pregunta es, ¿quién es el que necesita educación?
La doble moral colombiana es tan infecciosa a tal punto en que un fanático religioso que vive diciendo ‘shit’ la mayor parte del tiempo y denigrando a ciertos sectores y seres humanos como se supone que es él, aspira a ser presidente; tan contagiosa que muchos que critican a la izquierda están más enlodados que una piara y tan criminal que unos políticos en vez de dar buen ejemplo de reconciliación, dejan al descubierto que la clase, el respeto y los valores no son proporcionales al estrato social.
No es malo ser de la izquierda, de derecha o neutro, lo realmente preocupante es tener que lidiar con un séquito de maleducados cuyo egoísmo no les permite dimensionar que en todo movimiento político hay corruptos, los cuales no necesitan un arma ni estar en el monte para ser criminales, porque con solo robarse los recursos del Estado, que bien podrían ser invertidos en la débil educación y pésimos sistemas de salud, ya es suficiente.
Vivimos en ese país tan individualista que, al momento de leer este artículo, muchos lo criticarán por el simple hecho de diferir a ese pensamiento propio del que son dueños y llevar al egocentrismo al clímax de un placer vano y envidioso.
Los colombianos debemos aprender que, si para una persona algo es blanco, el de la otra puede ser negro; pero si se contradice esa posición, no se puede pretender que la otra no apoye y destruya la otra. La doble moral en Colombia, aunque a muchos no les parezca se puede empezar a erradicar, a destruir ciertos mitos, pensando en que el disidente de la corrupción no siempre es un ‘mamerto’, y un neutro no es un bruto.
Imagen cortesía: Leo para Semana.com