Columnista:
Ana María Mena Lobo
La gente dirá que hubo tiempos peores, pero no es así. Hay que pensarlo un momento: los ataques en tres departamentos distintos el mismo día, la muerte de aquel soldado en el Cesar, el asesinato de Albeiro Camayo, la madre e hija emberas atropelladas, la muerte violenta del conductor del camión, el accidente de Egan, el debate-desastre-presidencial y, para rematar, la derrota del último partido.
Digo que ya somos olvido porque en unos minutos no nos acordaremos de ello. Usted y yo seguiremos la vida: buscando trabajo, quejándonos de los precios, levantándonos temprano, creyendo en algo superior a nosotros y comprando chance todos los días. Somos olvido porque nuestra mente ya dejó de contar los muertos hace rato y se ha sumido en el individualismo.
El consuelo es pensar que eso solo pasa en París, que la gente solo muere ignorada allá (como René Robert); pero la realidad es otra. ¿Y si miramos al otro? ¿Y si, por ejemplo, luchamos contra la amnesia popular que cargamos?
Hace unos días el concejal por el Centro Democrático en Manizales, Julián Osorio, entregó a un inDriver (que él mismo había pedido para llevar a cabo el plan) a la Policía. Don Carlos, se llama el conductor del InDriver y su video rondó en Twitter por varios días. En él pedía la colaboración y la empatía de los colombianos para pagar la multa. No faltó el taxista o la persona que aplauda la acción del concejal y hasta acuse a don Carlos de evasión de impuestos; somos olvido ya, porque caemos en la bajeza de no compararnos con el otro, porque sabemos que la comparación también lleva a la igualdad. Cuidado, puede ser que usted mañana sea don Carlos.
Si las cosas no van muy claras, sería bueno pensar en el final del partido de aquel viernes (Colombia-Perú). La cantidad de memes, insultos y burlas para los integrantes de la Selección Colombia fueron tendencia. Hasta Gustavo Petro aprovechó la situación con «P de Pacto, P de Pékerman» y en un principio hasta se entiende la intención, pero este tipo de mensajes promueven indirectamente el odio colectivo en temas que ni siquiera deberían ser de debate nacional, sino quedarse en los 97 minutos de juego.
Ya somos olvido, porque tanto el partido como lo de don Carlos, no lo recordaremos. Y la cosa empeora: la FAO alertó a países que podrían sufrir una grave crisis alimentaria este 2022 y, curiosamente, en Suramérica resalta solamente un país sumergido en el olvido de su propia gente: Colombia.
Con esto, reitero, ya somos olvido; porque parece ser que cada acto que cometemos, ignoramos o callamos, nos hace menos seres humanos. Y no, esto no es una reflexión ética sobre a qué le debe o no poner atención cuando va por la calle, claro que no; por el contrario, es una apuesta para que se reivindique el término «ser humano» y, hasta de pronto, le sirva para tener la memoria fresca por unas horas.