Columnista:
Tatiana Barrios
Estamos en marzo, el mes de la mujer, mes en el que salen a relucir miles de mensajes resaltando su importancia en la sociedad, muestras de afecto y gratitud hacia la que es madre, hija, hermana, esposa y amiga; incluso, en el trabajo, la universidad o el colegio, los hombres se hacen presentes con detalles simbólicos para no dejar pasar por alto su conmemoración.
Y si bien son detalles que se reciben con total aprecio, cabe cuestionarnos la razón de ser de este mes y, especialmente del 8 de Marzo, ¿por qué se celebra el Día de la Mujer? ¿Es, como dicen muchas leyendas en tarjetas por estos días, la belleza, la capacidad de engendrar vida o el ser “complemento del hombre”, lo que nos concedió esta fecha de reconocimiento?
El Día de la Mujer fue formalizado por la ONU en 1975 y se remonta años atrás a una lucha femenina que inició en Estados Unidos exigiendo derechos políticos y civiles, tales como los que los hombres gozaban en ese entonces, una lucha que comenzó con burlas y terminó por expandirse por el mundo, pues posterior a la declaración del Día Nacional de la Mujer por el partido Socialista de América en Estados Unidos, la alemana Clara Zetkin hablaría del Día Internacional de la Mujer que sería aprobado y celebrado por primera vez en 1911, tomado como una oportunidad para exigir derecho al voto, al trabajo, a la no discriminación laboral y a la formación profesional.
Así que no, el Día de la Mujer no surge por ser “el ser más bello” o por ser “creadoras de vida” nace de un grupo de mujeres que en el apogeo del machismo se decidieron por reclamar educación, trabajo, independencia, respeto y dignidad, lo que logró que en estos momentos yo, como mujer, pueda estar en una universidad, tomar mis propias decisiones sin el consentimiento de un hombre y pensar en trabajar (pensar, porque encontrar el trabajo si está como difícil para todos).
En Colombia las mujeres tenemos, por norma, muchos derechos que tiempo atrás eran un chiste mencionarlos: el voto, la educación, los derechos sexuales y reproductivos y la participación política, son algunos de los que se pueden nombrar, es por eso que para muchas personas hablar de la lucha feminista suena a exageración y paranoia, porque según estas, ya nosotras tenemos todo lo que queremos.
Sin embargo, Colombia es un país culturalmente machista y, no lo digo solo por los hombres, también hay mujeres con esta tendencia, y al ser machista siguen existiendo casos repugnantes que atentan contra nuestra integridad. Estamos en un país donde se tiene miedo por el simple hecho de nacer mujer, donde por esa razón estás expuesta a muchos más peligros que un hombre, no exagero en lo que digo, no solo tienes miedo a que te roben, tienes miedo a que te acosen, te violen o terminen con tu vida.
Y no pasa solo en Colombia, a nivel global siguen aumentando las denuncias por acoso, abuso o discriminación, en unos países más que en otros, pero la problemática está latente en todos. Según un artículo de CNN por el paro de mujeres que se llevará a cabo en México, por cada caso de delito sexual contra hombres hay 11 en contra de mujeres, y sin irnos tan lejos, en nuestro propio círculo social podemos analizar, ¿cuántas historias de acoso has escuchado en tus amigos y cuántas en tus amigas? Porque estoy segura que la balanza se inclina pronunciadamente hacia un lado.
Las denuncias en redes sociales han sido evidentes, las mujeres han empezado a manifestar las situaciones en las que se han visto acosadas o amenazadas y, a pesar de que en muchos casos tienen pruebas, siguen etiquetándolas como exageradas y alegando cierta ‘sensibilidad’ que, según otros, es natural por el hecho de ser mujeres.
Pero ojalá fuera sensibilidad y no la realidad, todas hemos sufrido algún tipo de acoso o violencia sexual, los ‘piropos’ en la calle son acoso, las miradas indiscretas son acoso, tocar mi cuerpo sin consentimiento es acoso; y eso por mencionar los actos del diario, muchas no han podido contar su historia porque han sido asesinadas y encontradas en un matorral después de haber sido violadas.
Las denuncias no son histeria por el síndrome premenstrual, son hechos a los que hay que prestarles la debida atención, pero en la sociedad del ‘no es mi problema’ todo importa poco si no es a mí a quien afecta.
Que marzo sea el mes donde la concientización apremie entre todo lo que hagamos, que los detalles vayan acompañados de cambio en la forma de pensar y actuar, que sea un día donde pensemos en las mujeres que fueron silenciadas y busquemos la educación de los nuestros para que las historias no se repitan, después de la educación las acciones a realizar son sencillas, simplemente haga caso: si no te dio permiso, no la toques; si va por la calle, no le grites; si dice no, es no.
Que este día nos recuerde la lucha real de la mujer, no la del feminismo superfluo que lucha por tener las axilas pintadas o las que creen que por exponer su intimidad representan la liberación femenina, hablo del feminismo que lucha por leyes de protección, por programas de ayuda a mujeres víctimas de violencia sexual, que les brinda educación a las madres cabeza de hogar, hablo de esas mujeres que sacan la cara por el género día tras día y muestran que somos más que un objeto sexual, muestran tenacidad, inteligencia y valentía.