Cuando el ser humano trata de imaginar su lugar y su relación con el tiempo, suele aferrarse a convencionalismos que le ayuden a situarse o que lo orienten de algún modo. También busca que le permita, aunque sea de un modo incompleto, darle sentido a ese elusivo y constante discurrir, para lo cual se aferra casi como consuelo a la observación de los astros o al uso de calendarios y relojes. Justo en esos asuntos debió pensar Quevedo cuando escribió:
Ayer se fue; mañana no ha llegado; hoy se está yendo sin parar un punto: soy un fue, y un será, y un es cansado. En el hoy y mañana y ayer, junto pañales y mortaja, y he quedado resentes sucesiones de difunto.
Pensar en el tiempo y sus ciclos suele obligarnos a una mirada fatalista en la que cada tema parece orientarse hacia la finitud y la muerte, lo cual en realidad tiene que ver mucho con la matriz cultural heredada por el hispanismo católico en nuestras tierras, vivamente ilustrado en el poema citado. Sin embargo, otra manera de ver esos ciclos es a partir de espirales en los que se advierte la renovación y el cambio. Esta última concepción, muy propia por demás de las culturas ancestrales de todas las Américas.
El presente mes de mayo parece un llamado, un acento, en las páginas del tiempo. Marca los cincuenta años de esa “fiesta de la revolución” que fue el mayo de París, cuyas enseñanzas siguen haciendo eco en el mundo entero. La segunda posguerra mundial comenzó un mayo, con la certeza para muchos de que no sería posible una tercera, dado el cataclismo global que ello significaría. Se conmemoran, además, doscientos años del nacimiento de Carlos Marx, un pensador que cambió la faz del planeta con sus teorías económicas y filosóficas, además, de sus propuestas políticas.
Resulta coincidente y evocador que en este mes de mayo se celebren unas de las elecciones presidenciales más esperadas e intrigantes en la historia de Colombia. Acostumbrados como estamos a quejarnos por tener que elegir al menos malo, no se ha notado que ese dicho no solo no es pertinente en la actual contienda, sino que obliga a reconocer que la mayoría de los candidatos gozan de gran formación y cualidades para ocupar la presidencia.
Este mayo nos permitirá conocer, si después de 82 años de aplazada la propuesta de la reforma rural, que en buena medida determinó el curso de las guerras en el país, puede retomarse su elemental y saludable espíritu: Función social de la tierra, impuestos a las tierras improductivas, reforma al catastro rural, acceso a tierras por parte del campesinado, etc.
Sí, parece elemental, pero es en realidad la posibilidad de sentar las bases de una buena vez y para siempre de la Colombia equitativa, de la Colombia incluyente, de la Colombia que aporta al cuidado de la Casa Común, de la Colombia que sana sus heridas, de la Colombia en paz, de la Colombia que dignifica a la mujer, de la Colombia que le da importancia a las niñas, niños y ancianos, en resumen, de la Colombia con justicia social…de la Colombia Humana.
Imagen cortesía de Connection Mexico Global.
Excelente artículo.
¿No será que este Mayo nos va a traer un nuevo país? ¡Una Colombia más humana!
Saludo
Tengo, como padre, ciudadano, maestro, la esperanza, que una gran mayoria nos demos la oportunidad de voltear esa página oscura de más de 60 años, de los mismos gobernado, sobre la base de las mismas promesas incumplidas a proposito. Que los señores dela guerra, que son los mismos con las mismas, se queden sin argumentos para seguirla. No va a ser fácil, pero pondré mi granito de arena para lograrlo.
Esa es la esperanza que Cilombia no posponga su hoy y construya su nueva historia