Vuelve otra vez las persecuciones, señalamientos y amenazas en contra del magisterio colombiano y su organización gremial emblemática, la federación colombiana de trabajadores de la educación (Fecode). En esta ocasión de manera perversa Fernando Araujo Rumie, alfil y senador cartagenero por el centro democrático afirmó en su cuenta de twitter del 2 de febrero de 2019, “Fecode no educa adoctrina. La universidad debe ser libre, científica, masiva e integrada a la comunidad, no violenta”.
Estas apreciaciones malintencionadas son incriminatorias y sistemáticas. Incriminatorias porque se emiten en medio de una coyuntura política y social como la colombiana, signada hoy por la presencia de un gobernante eunuco, castrado del ejercicio efectivo y autónomo del poder, con un poder verdadero tras las sombras, mentor desnaturalizante y corruptor principal de nuestra trastabillante democracia.
En este alicaído sistema es eliminando todo aquel que se oponga a la agenda y gendarmería del régimen, pues no hay espacio para la defensa de lo público, lo colectivo, lo social. No hay garantías para los defensores de derechos humanos, líderes indígenas, afrocolombianos, ambientalistas, animalistas, comunales, reclamantes de tierra, sindicalistas, maestros, etc. Es sistemática la eliminación de líderes sociales en este gobierno, todos los días se constata esta triste realidad.
También es sistemático el “cariño verdadero” de Álvaro Uribe hacia el magisterio colombiano, muy rápido se olvidó su percepción sobre los maestros, el 28 de abril en Anserma (Caldas) dijo, “Los profesores lo único que enseñan es a gritar y a insultar (…) Le retuercen el cerebro a sus estudiantes (…) Lo único que tienen los profesores es la fuerza de la calumnia”. Dijimos en su momento que la calumnia y el engaño es un eje ideológico y táctico de la ultraderecha, más no hace parte del currículo docente. Son opiniones tendenciosas, cargadas de odio macizo al enlodar la profesión docente, anticipaban reformas lesivas en el campo educativo, de llegar a la presidencia Álvaro Uribe en vestimenta de Iván Duque.
Rechazamos enfáticamente la proterva opinión del novel senador Araujo, sabemos que está repitiendo un libreto, libreto equivocado como pensar y decir en voz alta al mundo que los Estados Unidos de Norteamérica jugaron un papel decisivo en nuestros procesos independentistas al lado de Bolívar, Santander y compañía; sostener que la Unión de Repúblicas socialistas Soviéticas (URSS) todavía existe o que La masacre de las bananeras es una obra de ficción de oposición política. Esto sí es adoctrinar, nuestros estudiantes así los tilden de “vagos, estudien más”, jamás escucharan estas estupideces de parte de ningún maestro.
Los maestros enseñamos en ambientes de libertad, de manera crítica, reconociendo las particularidades e integrados a contexto específicos (comunidad educativa), trabajamos con la validez de los argumentos y no el argumento de la fuerza per se (escuela como territorio de paz), y esto señor Araujo, debe cultivarse desde el preescolar y no solamente en la universidad. Nuestra acción pedagógica es de compromiso, con teoría y práctica, en el escritorio y el territorio, con el consejo y el ejemplo, coherente dentro y fuera del aula (en las calles).
Enseñamos a comprender el mundo y el contexto inmediato para darle significado y transformarlo en beneficio de las comunidades, levantando conciencias y seres humanos verdaderamente humanos, seres políticos actuantes. Al igual que Ruskin estamos convencidos que “educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía».
No adoctrinamos, propugnamos por una educación que enseña a pensar antes que a obedecer, impulsamos el desarrollo de las habilidades de pensamiento, el pluralismo y el respeto por la diferencia, el valor del disenso, el afianzamiento del pensamiento crítico vacuna contra mesianismos dogmatismos y pensamiento único. En esto último el uribismo es una gran cantera de maestros jinetes de guerra, enceguecidos, fanáticos, agentes de odio e intolerancias.
Defenderemos siempre una educación pública de calidad, científica, gratuita, emancipatoria y financiada por el Estado. Cotidianamente brindamos conocimientos, verdad, ciencia, historia, raciocinio, criterio, valores, tolerancia para que los estudiantes construyan en libertad su proyecto de vida, en el cual adquieran las habilidades para enfrentar la realidad y sus avatares, bajo la guía del respeto, honradez y solidaridad, aportando a la reconstrucción de la Nación, con los criterios del buen vivir, sanas costumbres, apostando a las construcciones colectivas que propugnen por una Colombia incluyente, humana, en paz y con justicia social.
Los maestros somos problematizadores (problemáticos según el gobierno), enseñamos a pensar, a encontrar respuestas en los mismos individuos, en Colombia esto es muy peligroso, es más fácil y efectivo gobernar con la ignorancia y el engaño, que con el yugo.
El difamante juicio de Araujo se da como preámbulo a una jornada de protesta anunciada por el magisterio el 14 de febrero, día en que se radicará el nuevo pliego petitorio de negociación colectiva 2019-2020, en el un eje central es la desfinanciación de la educación pública en todos sus niveles y la defensa de la misma como derecho, patrimonio y causa común de todos los colombianos.
Se avecina una pelea dura que muy seguramente-agotado los términos de acuerdo directo entre las partes-, pasará al paro, mitin, protesta, a la calle. Los maestros enseñamos democracia en toda su extensión, como filosofía y forma de vida es una exigencia constante, una conquista diaria, un reclamo permanente, una gimnasia de resistencia, una lucha que no tiene espacio vedado (hogar, escuela, universidad, calles, plazas, empresas, barrios, localidades, naciones, etc.). En la calle el maestro enseña tanto o más que el aula. Estamos inspirados por el glorioso paro de los estudiantes universitario y no vamos a ser inferiores a aquella gesta.
Finalmente, es oportuno precisar quien es Fernando Araújo Rumie y que hay detrás de su desliz conceptual. Es hijo de Fernando Araujo Perdomo, exministro de estado, relaciones exteriores (Uribe, 2007-2008) y Andrés Pastrana (1998-1999), secuestrado insólitamente por la Farc (2000) y liberado inverosímilmente por el ejército nacional (2006). La familia Araújo es una poderosa familia empresarial de Cartagena, dueña del único y más influyente medio informativo de la ciudad, el universal. Fernando Araújo padre, es tristemente recordado como uno de los cerebros del robo de Chambacú (1995), terrenos del distrito robados por empresarios y políticos de cuello blanco para construir el llamado “edificio inteligente” monumento a la corrupción política de la ciudad.
Mejor sitio no pudieron buscar para evidenciar el saqueo perenne al que ha sido sometida la ciudad, a la entrada del corralito de piedras, hasta finales de los años 70 la historia de la cultura afroacartagenera pasaba inexorablemente por Chambacú, un «corral de negros», como lo describió Manuel Zapata Olivella. Chambacú era la ciudad negra, mulata, mestiza, la otra Cartagena. Para las autoridades zona contigua afeante del centro histórico, excusa para propinar un desplazamiento masivo de las comunidades nativas desplazadas dentro de su propio territorio, en medio de una operación de apropiación de terrenos públicos con destino a proyectos inmobiliarios y comerciales utilizando maniobras fraudulentas.
Son socios de este “atraco a mano armada” Luis Alberto Moreno exministro de Uribe y Pastrana actual Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Fernando Araujo Perdomo, Alberto Araújo Merlano (Padre de Araújo Perdomo), Sergio Espinosa Posada, Gabriel García Romero y Guillermo Panizza Ricardo (exalcaldes de Cartagena), Rafael Pérez Lequerica y Héctor García contructor y exdirector del Instituto Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana (Inurbe).
Esto no es adoctrinamiento, Fernando Araújo Perdomo suena en el sonajero político como candidato a la Alcaldía de la ciudad, y como su pasado, presente y futuro compete a todos, es menester enseñar estos capítulos ignominiosos a las nuevas generaciones, seguramente esto incomoda al poder, produce rasquiña a algunos y rabia a otros, no importa, tenemos que decirlo porque candidatos como Araújo Perdomo podrían terminar vendiendo las murallas, desplazando a los cartageneros o cercando el centro histórico con cientos edificios (adefesios ) como el Aquarela.