El machismo como producto de la cultura

Opina - Cultura

2017-03-09

El machismo como producto de la cultura

Hablar de machismo, feminismo y empoderamiento de género es hablar de la transformación que tiene la sociedad hoy en día. No se trata de exaltar un grupo y renegar del otro, se trata de una apuesta sobre la igualdad donde hombres y mujeres ganen,  trabajen, participen y se respeten en igualdad de condiciones. Ahora, en una sociedad como la nuestra, la colombiana, es un poco más complejo reconocer discursos como los feministas pues nuestra cultura ha estado permeada por el machismo y la falsa idea de que el hombre por “ser más fuerte” físicamente tiene todo el poder sobre el cuerpo y el rol de la mujer en el entorno.

Basta entonces con echar un vistazo a la polémica que se formó sobre la manera en que Maluma se refiere a la mujer en la canción “Cuatro babys”. Dicha circunstancia abrió de nuevo el tema del machismo en Colombia y en otras partes del mundo. Ahora, el problema no es tanto Maluma o el reggaetón, el problema es cuando transforman a la mujer en un producto del mercado o cuando denigran de su condición a través del morbo y la vulgaridad que va desde un piropo en la calle hasta las canciones de diversos géneros que sitúan a la mujer como una esclava del deseo carnal del hombre.

Hay quienes dicen que el problema recae en que las mujeres aceptan este tipo de discursos cuando consumen este tipo de contenidos, ya sea en una discoteca o en cualquier otro escenario donde el mercado incluye de manera tácita la figura de la mujer como elemento de atracción. El punto es que en un caso como en el que la mujer baila y canta las canciones que pueden hablar mal de ellas mismas, se presenta esa libertad que ellas también poseen para expresarse y definir su postura al respecto. Es decir, la problemática no radica en la moralidad sino en la aceptación y en la normalización del machismo en la sociedad.

Alguna vez un profesor me decía: “Si ustedes se fijan en un comercial de autos la mujer sale al lado del auto incitando al consumidor a adquirir el producto, mientras que si en el comercial saliera un hombre, este saldría dentro del auto y no al lado. En otras palabras, este tipo de publicidad hace evidente que la mujer es cosificada para aumentar la necesidad de adquirir algún objeto y es ahí cuando a la mujer la referencian a partir del otro y no a partir de sí misma.”

Imagen cortesía de: Oaxaca 3.0

Y es que en los casos más cotidianos el machismo se presenta de forma natural, y es eso lo que no se puede seguir permitiendo. Tanto el que pasa en su auto y utiliza el claxon para coquetearle a una mujer hasta la persona que insinúa que ellas deben casarse para conseguir alguien que las mantenga, habla de que en los hábitos y el lenguaje yacen muchas de las concepciones que hacen a la mujer depender de los deseos del hombre y de la comodidad de éstos.

¿Pero entonces dónde estará la solución a este problema que no sólo afecta la libertad de cada mujer sino también su desempeño laboral? ¿Cómo hacer que en la práctica sí se presente un enfoque de género y un respeto por su condición? ¿Cómo contrarrestar esa concepción patriarcal y conservadora de la mujer como una figura servil del hombre? La respuesta a todo esto se basa en una educación equilibrada sobre seres humanos, donde aprendamos que los carros también pueden ser juguetes de niñas y no solamente la cocinita y el bebé. Es una educación donde la mujer también pueda ser criada para ser líder, independiente y crítica ante los mandamientos de otros.

Es entonces donde debemos apostarle a textos como El segundo sexo de Simone de Beauvoir o, para no ir tan lejos, a textos como Había que decirlo de Florence Thomas. Así, estos libros pueden ayudar a la mujer a encontrar su lugar de enunciación en el mundo a partir de su propia naturaleza y así liberarse del yugo opresor de muchos hombres e incluso de algunas mujeres que consideran que lo importante es que el caballero corra con todos los gastos porque sólo así se enamora a una mujer.

Aunque cueste lograr un cambio en esa sociedad que se basa en el falso ideal de la fuerza bruta para determinar el rango o la posición de un hombre respecto de una mujer, es menester empezar a educar a los más jóvenes para crear una esfera de igualdad en el trato y en donde no se trate de un enfoque de género sino simplemente del rol de cada ser humano en el mundo actual.

 

 

Andrés Osorio Guillot
Estudiante de filosofía y letras. Interesado en reconstruir historias y narrar al país desde el periodismo. Trabajo temas en cultura, sociedad, memoria, conflicto y literatura.