Después de años de luchas constantes, de manifestaciones, de conquistar una Bogotá diversa libre y democrática nos enfrentamos nuevamente al gobierno del garrote y la represión.*
Si algo se valora y se disfruta de Bogotá, es que en ella como en ningún otra ciudad de Colombia, se respira libertad, aquí se puede hacer y, ante todo, se puede ser… O se podía. Enrique Peñalosa ha mostrado ampliamente lo que será su gobierno en términos sociales, en materia de derechos y libertades.
Por un lado echó por la borda el proyecto de sede de la Filarmónica, atizó el discurso estigmatizador contra los graffiteros, dejó clara su intención de privatizar Aguas de Bogotá devolviéndole la recolección de basuras a los operadores privados y de vender ETB para, supuestamente, fortalecer la educación, pero todos sabemos que Bogotá Humana logró aumentar el presupuesto para educación y adelantar un modelo que ha sido felicitado y considerado revolucionario y ejemplarizante por la UNESCO.
Por cierto, ¿ya le exigió el alcalde Peñalosa, como su antecesor, a Claro que salde la deuda de más de 134 mil millones que tiene con ETB, con los bogotanos? ¿O en vez de exigirle a los poderosos es mejor feriar el patrimonio de la ciudad?
Continúa Peñalosa, además, con la idea de que la ciudad crezca hacia el norte dejando de lado el plan de redensificar y recuperar el centro de la ciudad, quiere urbanizar desde el río Bogotá pasando por la Reserva Van der Hammen. Está dispuesto a remplazar las vías férreas por más vías para TrasnMilenio, debe ser esta la única ciudad en el mundo entero que ve el desarrollo en términos de más vías para BUSES en vez de un tren de cercanías, de un tranvía y un metro. En conclusión, cemento ‘ventiado’ para pavimentar la candidatura de su padrino de Cambio Radical a la Presidencia del 2018.
A propósito de TransMilenio, esperamos con ansias mejoras sustanciales en el servicio, ya que en menos de un mes «Bogotá Mejor para Todos» subió su tarifa 3 veces ($200) más de lo que subió en 4 años ($50), aunque sería muy bueno que invirtieran algo los privados en su mejoramiento, no creo que se empobrezcan teniendo en cuenta que reciben 90% de las ganancias, mientras que nosotros, el Distrito, apenas recibe 5% de las mismas.
Para continuar la serie de anuncios desafortunados, los Centros de Atención a Drogodependientes (CAMAD) que han atendido exitosa e integralmente a habitantes de calle tratando la adicción como un asunto de salud pública, no van más. La exitosa política de atención a la primera infancia, por su parte, busca ser desarticulada para entregársela de lleno al ICBF porque para la secretaria María Consuelo Araujo, hay en Integración Social demasiada contratación, como si los niños y niñas fueran a educarse solos, como si además de profesores, no se requirieran sicólogos y demás expertos.
No contentos con lo anterior, envían policía a rodear una manifestación pacífica que se hace desde hace más de un año en la calle 32 con 7ma donde se enciende la llama por la paz. Muere Rubiela Chivatá en la Autopista Norte víctima del sistema de salud y es revictimizada, tanto ella como sus familiares que al protestar porque de manera indigna el CTI no recogía el cuerpo de su familiar, fueron agredidos por el ESMAD.
En otra zona de la ciudad, en la plaza de la Mariposa en San Victorino, es detenido un grupo de mujeres en el que se encontraba una menor de edad y una mujer embarazada, golpeadas y llevadas descalzas a la UPJ por «vender el cuerpo», sí, por ser prostitutas, desconociendo que la Corte Constitucional reconoce la prostitución como un trabajo digno.
Pero en el país de las Rubielas, la administración Peñalosa anuncia la reducción del 40% del gasto de hospitales públicos, en una ciudad que ha luchado en los últimos años de manera exitosa por recuperar la red de hospitales, por fortalecer el programa de territorios saludables, entre otros.
En vez de reducir el presupuesto, ¿Por qué mejor el Alcalde no exige a las EPS que salden la deuda que tienen con Bogotá? ¿Por qué no reabrir el hospital más antiguo de Sudamérica y de cuarta generación como el San Juan de Dios, que ha sido recuperado por la anterior administración y que podría salvarle la vida a tantas Rubielas?
En el país de las luchas sociales, en la ciudad de los espacios conquistados, de la manifestación libre y pacífica, hay que pedirle al alcalde permiso para protestar, para ser, para que se respete el derecho al trabajo, para que la prostituta o el vendedor ambulante no sean tratados como delincuentes, humillados y ultrajados.
¿Nos estamos enfrentando y nos vamos a enfrentar en los años venideros y, en pleno siglo XXI, a una nueva «limpieza social? Quisiera ver cuáles son las estrategias, cuál es el plan de atención a esos vendedores, por ejemplo, que han empezado a sacar de sectores como la Séptima peatonal, porque decían que el improvisador era otro, otro para el que el ser humano prevalecía, pero ese otro ya no es alcalde.
En definitiva, es preocupante que el Alcalde de la ciudad no se pronuncie en contra lo sucedido con Rubiela Chivatá. Es preocupante que la vida para él no sea lo importante sino que lo importante sea que no se obstaculicen las vías de unos buses.
Es preocupante que como líder, Enrique Peñalosa no se pronuncie en contra de la violación de derechos humanos a ese grupo de mujeres en el centro de Bogotá, ejerzan la labor que ejerzan. Como ciudadana esperaría que el mandatario de mi ciudad, de la capital del país, que es el alcalde también de cada Rubiela que padece a diario a las EPS y la Ley 100, de cada mujer que por necesidad o por elección ofrece sus servicios sexuales, de cada vendedor ambulante y de cada habitante de calle.
Que diga con vehemencia que en Bogotá no pueden morir más personas víctimas del sistema de salud y que en Bogotá no pueden violarse los derechos de nadie, que le ordene a la Policía respetarnos a todos, que afirme que en Bogotá se puede ser, que en Bogotá prevalece la vida y se defiende el trabajo digno y, ante todo, la diferencia; pero no, esos tiempos pasaron, ese mandatario no existe y no existirá porque para Peñalosa las prioridades son otras, para él la gente, esa gente, es insignificante.
Esperaría yo que en la ciudad que supuestamente quiere recuperar la cultura ciudadana, la represión y la prohibición no sean pan de cada día, porque ello se convierte en una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento. Esperaría que podamos expresarnos y disfrutar nuestra Bogotá, levantar nuestras voces inconformes y tomarnos las calles cuantas veces queramos, pero siempre de manera pacífica. Esperaría también que nunca más sucedan tragedias como las ocurridas durante el primer gobierno de Peñalosa donde murieron personas inocentes y otras fueron brutalmente agredidas por ese afán represivo que solo trae más caos y no atiende socialmente los males que nos aquejan. (Casos: intervención a El Cartucho y el muro del Luna Park )
En Bogotá es el momento de defender lo público y de no tolerar ningún tipo de de violencia contra ningún ciudadano, de protestar cuando sea necesario contra el gobierno que, parece ser desde ya, será el gobierno del garrote, pero no para todos como dice su slogan, sino para los más vulnerables.
*Este texto da cuenta de los primeros días del gobierno de e Enrique Peñalosa, enero de 2016 cuando fue escrito.