Dos hechos recientes hablan nuevamente de la invisibilidad que sufre la mujer en una sociedad machista que se esconde tras los negocios: Por un lado, está la polémica del lanzamiento de la nueva indumentaria de la Selección Colombia, donde las camisetas para mujer fueron expuestas por Paulina Vega (modelo) y no por alguna de las jugadoras del fútbol colombiano. Por otra parte, surgió la polémica de la ausencia de escritoras colombianas en un evento literario en París el próximo 15 de noviembre a causa del intercambio Colombia-Francia 2017.
Llevamos décadas excusándonos con las mujeres por el trato desigual que hemos generado en diversos escenarios. Tanto hombres como mujeres hemos aportado a consolidar al machismo como uno de los fantasmas de nuestra sociedad, porque si bien es cierto que muchos no lo ven y otros no lo creen, es porque no se han detenido a observar de qué manera nos puede llegar a asustar los resultados de un trato inferior al que debería darse con las mujeres.
Piropos que son desagradables, acoso sexual y laboral e imágenes tergiversadas donde la mujer es vista como el valor agregado a un producto comercial o como el ser que se hizo para servir en las labores del hogar son algunos de los elementos que se han tornado normales en la visión de la sociedad colombiana, y por ello es que al querer cambiar eso hay personas que se burlan y que toman el tema como algo secundario.
Pero precisamente por tomar todo lo relacionado con las actitudes machistas como algo normal es que suceden cosas como las que mencionamos al inicio del texto. Tanto el suceso de las camisetas de la selección como la convocatoria de los escritores colombianos son el reflejo de las acciones que nos han llevado a ser un país tan desigual en cuanto al trato de género se refiere. En un evento se muestra lo comercial por encima del trato y por el otro, y esto resulta inquietante, se muestra la actitud terca de una mujer ante un caso evidente de desigualdad de género.
Simone de Beauvoir, reconocida pensadora por sus aportes al feminismo, el existencialismo y al arte en general en Francia, diría en ‘El segundo sexo’, uno de sus pilares, que: «El privilegio económico que disfrutan los hombres, su valor social, el prestigio del matrimonio, la utilidad de un apoyo masculino, todo empuja a las mujeres a desear ardientemente gustar a los hombres. Siguen estando en su conjunto en posición de vasallaje. El resultado es que la mujer se conoce y se elige, no en la medida en que existe para sí, sino tal y como la define el hombre».
Lo anterior nos permitiría explicar, al menos, parte de la polémica de la publicidad de Adidas con la indumentaria de la Selección Colombia para el Mundial de Rusia en 2018. Para algunos, la elección de Paulina Vega para presentar la camiseta de dama de la Tricolor es un tema de negocios y mercadeo, y que por eso no hay que exagerar y decir que las protestas de las jugadoras colombianas son injustificadas.
No. Si empezamos a poner por encima de la igualdad el tema monetario ya de entrada estamos mal. Más allá de los contratos y de la imagen de Paulina Vega, que no es que esté mal, sino que no debió ser la única, o por lo menos no la primera en vestir la camiseta, el asunto es que la exposición de camisetas, así como para hombres era realizada por los referentes del seleccionado nacional masculino (James Rodríguez, David Ospina y Juan Cuadrado), así mismo debió ser para el caso de las mujeres con el seleccionado nacional femenino, (Yoreli Rincón o Vanesa Córdoba).
De manera que la explicación parte de lo que citamos sobre Simone de Beauvoir, pues las camisetas seguramente tendrán mayor acogida si la viste una modelo con tanta aceptación como lo es Paulina Vega. Así, el tema, como bien lo aclararon las jugadoras colombianas, no está en atacar a Paulina, pues al fin y al cabo está haciendo su trabajo, el tema es, entonces, que la imagen de la mujer de nuevo se ve subordinada por el mercado y termina dependiendo de la aceptación del consumidor y no por una cuestión de ética y de naturaleza al aceptar a la figura femenina, en este caso, a las jugadoras de fútbol profesional en Colombia, como una figura igual de importante en la unión que el fútbol convoca en el país.
Pasando al plano cultural y a la noticia que refiere a la delegación masculina para representar a Colombia en un evento literario en la capital de Francia, podría decir en un primer momento que éste es el reflejo de una educación que no tiene en cuenta la figura femenina en la construcción del pensamiento. Son pocas las instituciones educativas (tanto de educación primaria como superior) que tienen en sus contenidos la enseñanza de teorías formuladas o pensadas por mujeres.
Llevamos consigo un discurso hegemónico donde hemos perdido los aportes de grandes pensadoras como la misma Simone de Beauvoir, como Marie Curie, Virgina Woolf, Rosa Luxermburgo, Isabel Allende, Hannah Arendt, Martha Nussbaum, Judith Butler, entre otras.
Y ni hablar del caso colombiano, pues si bien las academias han incluido a la mujer en el rol de la educación, son varios los espacios que ignoran las letras e ideas (las pensadoras mencionadas a continuación no comprometen mi gusto o mi aceptación por sus postulados) de Piedad Bonnet, Yolanda Reyes, Gloria Esquivel, Laura Restrepo, Carolina Sanín, Florence Thomas, Laura Quintana o artistas de antaño como Débora Arango o Soledad Acosta de Samper, entre otras. Seguramente, si les preguntamos a los jóvenes de ahora, pocos podrán reconocer alguno de estos nombres, pues en los planes de estudio han logrado, infortunadamente, disipar el papel de la mujer en la construcción de la sociedad en Colombia.
La iniciativa de varias de las escritoras mencionadas anteriormente de alzar una voz de protesta al Ministerio de Cultura ayuda a que no solo ese ente sino todos los que vivimos en este país entendamos que su visión, ya construida desde su género, complementa y mejora la visión del hombre. De modo que su alzamiento de plumas no solo busca seguir con una lucha que no debería darse en el campo cultural sino que busca expandirse a los demás escenarios donde se dan casos (voluntarios o no) de discriminación y exclusión a la mujer, donde su influencia se ha invisibilizado y su reconocimiento ha sido nulo debido a que la aceptación de la mujer, como bien se mencionó en la cita de ‘El segundo sexo’, parte del condicional de la aprobación del hombre y no de lo que ella es y produce en sí misma.
Tanto las jugadoras de fútbol que se pusieron la 10 y protestaron con las botas puestas y las escritoras y pensadoras que levantaron su pluma están en todo su derecho y, también, en la obligación de hacer un llamado a todos aquellos que piensan que hablar de igualdad de género es un tema irrelevante para que comprendan que tanto ellas como nosotros merecemos nuestro espacio para representar, expresar y compartir nuestros productos, nuestras ideas y nuestra identidad nacional.
De esa manera, me uno a las campañas y a las arengas en contra de quienes creen que todo funciona entorno a la aprobación del hombre y del mercado. Es momento de unirse y entender que el tema de igualdad, más allá de ideologías, es de vital importancia para la sana e integral convivencia del país.
EL PRIMER PASO,
no regalar flores, ni obsequios, ni escribir versos,
ni frases galantes, ni miradas indiscretas ni insinuaciones íntimas, ni invitaciones gastronómicas, ni cine, no doy, ni pido, ni presto,
el ahorro es superlativo,
el romanticismo ha muerto!!!