El éxito de un proceso de paz

Opina - Conflicto

2016-09-27

El éxito de un proceso de paz

Indiscutiblemente, sobre nuestro país pesan los estragos de un conflicto armado con muchos años  sin resolverse. Pese a que la historia reciente parte casi siempre de un referente como lo fue el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, no podemos desconocer que, más allá, los escritos trascienden a  otras épocas no menos cruciales de barbarie, producido quizás del choque de trenes en el que la aristocracia criolla ha venido  acomodando su discurso de emancipación, para buscar persuadir otras conciencias que pudieran resistírsele.

En ese tira que encoge la cabuya se revienta por donde uno no espera, a tal punto de que si hoy seguimos los acontecimientos de 52 años de guerra civil, vamos a encontrarnos, además de las cifras escalofriantes de 250 mil muertos y 45 mil desaparecidos, con la proporción inverosímil de la desigualdad y la pobreza extrema, encausada en millones de refugiados de todo el territorio nacional. Reconocer propiamente esta realidad nos direcciona de alguna manera a cabalgar por una senda distinta de la que hemos transitado sin mayores logros.

Conscientes de lo que ha significado la guerra en Colombia, vale la pena resaltar los esfuerzos diferentes por mitigar sus impactos, sobre todo en los territorios más olvidados.

La necesidad de buscar salidas negociadas requiere, desde luego, de estrategias que verdaderamente apunten a la solución del problema, y a no eternizar causas de modo que a través del tiempo no consigan consolidarse más con la casi imposibilidad de resolución exitosa. Para ello,  se requiere combinar táctica y experiencia, lograda gracias al grado de civilidad y desarrollo, en concordancia con la evolución de una sociedad moderna. Si se quiere llegar a resultados distintos a los ya practicados, obvio que se deben tener en cuenta alternativas diferentes.

Quizás la historia y el olvido colectivo nos hayan perdonado que después del exterminio de 5000 militantes de UP, entre ellos dos candidatos a la presidencia, un grupo como las FARC haya decidido sentarse a negociar con el estado una entrega, condicionada o no, que en todo caso resulta más benéfica para el país que seguir viendo al grupo insurgente causar más derramamiento de sangre.

Imagen cortesía de: yahoo.com

Imagen cortesía de: yahoo.com

Salvaguardar la vida de quienes hasta ahora han dado muestras de querer cambiar armas por política, debe llevar al gobierno a replantear esquemas de seguridad más efectivos, de modo que la exposición a las tensiones ideológicas como las que ya se vislumbran no reabran el conflicto armado por causa de una ultraderecha fascista no dispuesta a perdonar.

Corresponde desde ya, estar abiertos a un cambio profuso en las ideologías dominantes para construir nuestra propia identidad, basada en la diversidad de pensamientos, la inclusión y la justicia, en un país regulado por unas cuantas familias las que muy seguramente les incomoda compartir la torta; sin embargo, no por ello estamos lejos de integrar  verdad y reparación para las víctimas a través de los programas de desarrollo rural integrado, como una oportunidad para construir un ambiente favorable de paz, logrando así diseñar y ejecutar, a su vez, un plan de inversión social, donde reducir el presupuesto de la guerra equivaldría a invertir más en sectores como educación, salud, vivienda, recreación y deportes, con fines de combatir el desempleo, la pobreza extrema y el hambre.

Solo así, podríamos decir con absoluta certeza, se contribuye a abrir caminos hacia el éxito en un proceso de paz.

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Larry Franco
De Necoclí Antioquia. Ingeniero de Sistemas y desarrollador freelance. Apasionado por escribir y leer.