El escenario de los «ganadores» y los «perdedores» del plebiscito

Opina - Política

2016-10-07

El escenario de los «ganadores» y los «perdedores» del plebiscito

Con el anuncio del presidente Santos de poner límite al cese del fuego por parte del gobierno a partir de la noche de Halloween -aunque podría ser extendido, según las últimas manifestaciones del mandatario-, además del propósito de señalar límites a la presentación de propuestas por parte de los ganadores del plebiscito, tiene el agravante, para muchos, de prolongar la incertidumbre sobre si el futuro inmediato de Colombia es guerra o paz.

Nadie puede asegurar en estos momentos que “tiene en su bolsillo la llave de la paz”, como lo dijera Santos en el discurso de posesión de su primer mandato, y cualquier medida infortunada o salida en falso por parte de alguno de los tres actores comprometidos –gobierno, uribismo, Farc– podría conducir a un lugar del cual es muy difícil retornar. Cuatro años de esfuerzos ingentes por parte del gobierno y las Farc, podrían embolatarse, por lo menos, por un largo periodo de tiempo. A pesar de las incertidumbres, también es cierto que existe un clima en el ambiente que no permitiría que la guerra en toda su crudeza vuelva a presentarse, al menos en el corto tiempo.

¿Y cómo están las diferentes fuerzas en contienda después del NO mayoritario al Plebiscito del pasado 2 de octubre?

El gobierno, sorprendido, por cuanto no era ni de fundas un resultado esperado. Sin embargo, Santos ha dado muestras de asimilar el knockdown del primer asalto y presentarse dignamente, pero eso sí, a la defensiva para el segundo round que se librará en la interlocución directa con la extrema derecha. Ahí cuenta el Presidente con una ligera ventaja y, quién lo creyera, es en el “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”, que cuenta con el plus de tener el aval de la ONU, la UE, el gobierno norteamericano y el respaldo de casi toda la comunidad internacional.

La crisis que se veía como una avalancha incontrolable, quedó en parte superada por el respaldo absoluto por parte del presidente a la comisión negociadora del gobierno, que, entre muchas virtudes, cuenta con personajes de alta formación intelectual, troperos, toreados en varias plazas y, ante todo sin rabo de paja evidente.

La oposición uribista y «triunfadora», a mi juicio, tiene poca posibilidad de maniobra, como sí la tuvo para generar una campaña negativa, descalificadora, falaz y mentirosa desde el principio de las negociaciones y, así no lo deseen, el centro del debate va a estar en el Acuerdo Final. Se verán en la dificultosa tarea de señalar con verdades verdaderas, cuáles son sus divergencias frente a éste. Allí no caben sofismas y subterfugios, por cuanto se trata de un documento concreto, muy sólido y construido laboriosamente durante cuatro años.

¿Irse en contra de la Reforma Rural Integral? Difícil. Una de las causas de nuestro “Inri” de ser uno de los países más desiguales del mundo, radica en el avasallamiento violento de la pequeña y mediana propiedad agraria, que no ha permitido viejas reivindicaciones que se encuentran en el sustrato de la democracia y la modernidad desde la revolución francesa, como son la libertad, la igualdad, la justicia y la propiedad, reivindicaciones que no corresponden al socialismo y mucho menos al comunismo, sino que son más bien promesas incumplidas de la democracia.

¿La Jurisdicción Especial de Paz? Es posible que aquí se puedan presentar modificaciones al Acuerdo Final, pero no precisamente para someter a colonia penitenciaria a la cúpula de las Farc, sino en hacer más “universal” la llamada “impunidad”, de tal manera que finalmente queden excluidos de toda pena aquellos que en razón del conflicto armado han cometido actos de genocidio y delitos de lesa humanidad desde las fuerzas armadas y organismos de seguridad del Estado. Uribe es un personaje terco como el que más y encuentro muy posible que, así sea aparentemente por fuera de la renegociación del Acuerdo Final, busque un camino para la libertad, por alguna vía extraña al ordenamiento jurídico  -sea mediante «alivio judicial» o cualquier otra cosa- de sus más cercanos cuadros y familiares hoy presos por diversos delitos.

En el tema de drogas y sustitución de cultivos, a mi juicio, no existen mayores resquicios por los cuales puedan presentarse modificaciones sustanciales, tanto más, en cuanto que los Estados Unidos y la comunidad internacional han dado todo su apoyo al tratamiento de este fenómeno contenido en el Acuerdo.

Con respecto al tema de Víctimas, este pasa por el problema de la propiedad de la tierra y el eterno conflicto entre los despojadores y los despojados como componente principal, más allá de la necesaria “verdad” y la no repetición, justicia y reparación. En el Acuerdo Final, el tema de la tierra corresponde a la principal reivindicación de las Farc y la consideran como la razón de ser de su existencia histórica. Hasta el momento, el énfasis por parte del uribismo se enfoca en los “compradores de buena fe”. Habrá que esperar, pero aquí sí puede percibirse un nudo gordiano.

Ahora bien, con respecto a las Farc y cómo jugaría en este nuevo escenario del NO al plebiscito, parto de la siguiente consideración: Las Farc, más que hijas de la Revolución de Octubre en Rusia, son contemporáneas de las revoluciones del sudeste asiático: Vietnam, Laos y Camboya y de la Revolución china, que fueron de origen campesino y no del proletariado industrial de las ciudades, como lo señala la ortodoxia marxista; toda su estrategia está basada en los postulados de guerra popular prolongada, en donde los tiempos difieren sustancialmente con los de Occidente.

Es por lo tanto infantil y superficial considerar que el NO al plebiscito sea para las Farc una derrota. Por el contrario, habría que admitir que desde las primeras negociaciones que emprendieron en el gobierno de Belisario Betancur y las de los sucesivos mandatos hasta hoy, han estado, para bien y para mal, en la primera plana del escenario político nacional.

Habría que mencionar que, en los cuatro años de negociación con el gobierno de Santos, han logrado visibilizar, validar y hacer reconocer por parte de las propias Naciones Unidas, la Unión Europea y en general la comunidad internacional, un Programa Mínimo que se encuentra a lo largo y ancho del Acuerdo Final.

Ahora son una fuerza con un Programa Político –el Acuerdo Final– frente al cual, paradójicamente tendrán que sentarse a renegociar tirios y troyanos. Ya veo a las Farc, una vez finalizado este proceso de paz –que ojala concluya felizmente– defendiendo con uñas y dientes la letra menuda de dicho acuerdo.

¿Y del centro qué? El “centro” no es el Centro Democrático uribista. El centro verdadero está representado en la Comisión Negociadora por parte del gobierno en las personas de Humberto de la Calle, los generales Mora Rangel y Óscar Naranjo, Frank Pearl, Sergio Jaramillo, entre otros, a quienes desde las posiciones de la democracia, les corresponderá emprender una nueva jornada para la defensa de la civilidad y tienen un futuro político insospechado en la Colombia que sobrevendrá.

¿Y la izquierda democrática? Atónita, pero ya se repondrá.

Publicado el: 7 Oct de 2016

 

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Carlos Pérez Muriel
Analista de la Política, también de la política y de la "política"... .