El ego, cáncer de la política no tradicional

Opina - Política

2015-11-24

El ego, cáncer de la política no tradicional

Parece que se nos olvida con facilidad. Los dirigentes que gobiernan durante cuatros años en las diferentes alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas, lo hacen gracias a los ciudadanos. No voy a hablar aquí de revelarnos ni a decir que el pueblo es el que tiene el poder, voy a hablar de la razón por la que los dirigentes, tradicionales y no, olvidan que llegan al poder por los intereses ciudadanos y no por sus preferencias personales.

La razón por la que escribo esta columna es porque me da miedo hablar de lo que les voy a hablar, le temo al ego. Vuelvan a leerlo: ego. Tres letras que lo hacen ver pequeño pero que una vez en la mente de muchos dirigentes y líderes, es tan grande que, como dirían las mamás, “no cabe ni en la propia ropa”.

¿Hay corrupción? Claro que la hay. ¿Faltan más colegios? Claro que faltan. ¿Falta más en salud, en seguridad, en infraestructura? Claro que falta. Hay problemas en la política de los que todo el mundo habla pero hay problemas de los políticos que nadie se atreve a mencionar, justo para no tocarles ese nervio llamado ego. Eso de reconocer los errores es una bonita costumbre que hemos perdido como sociedad, como si ninguno de nosotros la embarráramos, e incluyo aquí a los líderes políticos.

¿Cuándo fue la última vez que un líder político nos dio la cara reconociendo alguno de sus errores? ¿Acaso reconocer un error hace de un líder menos líder, menos capaz?

Reconocer los errores es una de esas cosas que los humanos hacemos retorciendo los ojos y usando las palabras necesarias. Pero hay un comportamiento que en Medellín ha operado durante los últimos años y que el panorama que viene para 2016 también lo traerá incluido. El ego, vuelvo a la esencia de esta columna. Parece que una de las primeras tareas de 2016 será avanzar en la construcción de movimientos ciudadanos, de dos particularmente, Compromiso Ciudadano y Creemos…sí, leyeron bien, vamos a devanarnos el cerebro construyendo por lados diferentes movimientos ciudadanos que responden a las mismas necesidades: acabar con la politiquería e invertir bien la plata que es de todos.

Bienvenida la construcción de colectivos como los que hay hoy en Medellín y en Antioquia…pero pongámosle seriedad a la cosa y lean la siguiente pregunta con un tono de sorpresa, ¿en serio es tan grande el ego de quienes llegan al poder como para cerrar los ojos y evitar construir colectivamente y para el mismo lado? Imagino que el uno dirá “sí, pero yo lidero” y el otro dirá “no, porque yo también quiero”. Y entonces así como se nos va la vida, nos llenamos la boca diciendo que queremos trabajar por la gente pero a la hora de armar colectividad primero llevamos el ego y luego las ideas.

Imagen cortesía de: franciscorblanco.com

Imagen cortesía de: franciscorblanco.com

Quiero ejemplificar mi columna con un caso reciente, el de Alonso Salazar. En medio de una crisis enorme en época electoral, donde muchos pensábamos que juntar a Federico Gutiérrez, Eugenio Prieto y Alonso Salazar era la salida, este último dijo no. Versiones de por qué dijo no hay cientos, mi versión es que su ego no lo dejó ceder el lugar para que alguien más joven asumiera el liderazgo. ¿Cuál fue el resultado para Alonso Salazar y para eso a lo que hemos llamado Compromiso Ciudadano? El resultado fue perder hasta con el voto en blanco. ¿Y si Alonso hubiera colgado el ego y hubiera dicho sí a la alianza? Tal vez hubiera sido el primer político en dejar el ego por el bienestar de los ciudadanos…por el momento Alonso ha muerto para la político de las urnas.

El caso de Jorge Melguizo es similar. Sus deseos de llegar a la Alcaldía de Medellín en 2012 sin el aval de su movimiento hicieron que se alejara y durante los últimos cuatro años no le aportara a Medellín ni a Antioquia todo su conocimiento. Una lástima. El ego, es el cáncer de la política no tradicional, ese es mi diagnóstico.

Sueño con que próximamente los líderes de nuestra ciudad, y no hablo solo de los que han pasado por el poder, se junten y construyan algo verdaderamente colectivo, donde el voto de uno valga lo mismo que el voto de cualquier otro, que sean capaces de anteponer sus egos y se olviden de ese cuento de que lo único que sirve para la sociedad es su visión de mundo.

Si eso pasa, seré uno de los primeros en levantar la mano para ayudar construir tal colectividad, una que no se limite a los de Sergio Fajardo ni a los de Federico Gutiérrez. En Medellín y Antioquia necesitamos hablar del bienestar colectivo, el ego es exactamente ese que nos ha puesto a hablar de apellidos en lugar de ciudadanos.

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Leandro Martínez Burgos
Periodista egresado de la Universidad de Antioquia y actualmente candidato a Magíster en Estudios Humanísticos de Eafit. Ha trabajado en Telemedellín, Teleantioquia y para el Ministerio de Cultural a través de la U. de A. Coordinó los medios audiovisuales de la Gobernación de Antioquia. Aborrece la politiquería, le gusta hacer política y si pudiera dedicar su vida entera a un oficio, se la dedicaría a la docencia.